Cultura

Iris MurdochAlejandro García/ ]Efemérides y saldos[

Resultaba extraño pensar que Janie y Gwen y su madre y quizá Maureen existían ahora con más intensidad, de modo más real, allá en su mente que en el mundo. “Son una parte del sueño de mi vida ─pensaba─, están inmersas en mi vida como especímenes en formol.

Iris Murdoch

Supongo que como heredera de lo que Leavis denominó “The Great Tradition” de la narrativa inglesa (que es una tradición realista). Iris Murdoch fue capaz de combinar en sus relatos, en sus personajes, una precisa tipología social junto con una considerable dosis de individualización. Supongo que el talento para mezclar ambas cosas es, sólo en parte, consciente.

Álvaro Pombo

En 2019 se cumplieron 100 años del natalicio de Iris Murdoch (Dublin, Irlanda, 15 de julio de 1919-Oxford, Inglaterra, 8 de febrero de 1999). Casi seguramente con ese motivo editorial Lumen reeditó parte de sus novelas en un formato más grande. Impedimenta ha venido entregándonos obra de esta gran escritora y programó la aparición de varias para este 2020. En 2018 Siruela dio a luz en nuestra idioma “La salvación por las palabras” y, en 2019, Taurus “La soberanía del bien”. El Fondo de Cultura Económica oferta en su colección Breviarios “El fuego y el sol. Por qué Platón desterró a los artistas” (1977 en inglés) desde 1982. Ya en 1966 Joaquín Mortiz había dado a conocer “El unicornio” (1963) con traducción de Vida Ozores. Impedimenta la publica en 2014 y afirma que es la primera traducción a nuestro idioma.

     Entre las novelas publicadas por Lumen se encuentra “El sueño de Bruno” (Barcelona, 2019, 381 pp.), versión inglesa de 1969. El común denominador es un prólogo de Álvaro Pombo, siempre el mismo. No se trata de una visión particularizada de cada universo. Es el mismo, lo cual no deja de desconcertar sobre todo al lector interesado en las claves de la escritora. Sin cuestionar la altura crítica de Pombo sería deseable abrir el abanico de examinadores. A quien sólo llegue a uno de los libros, el prólogo será un interesante compañero de aventura.

     Bruno es un hombre viejo, de casi noventa años, y enfermo. Vive recluido en su habitación. Depende fundamentalmente de dos sirvientes: Nigel y Adelaide y de su yerno Danby, viudo de Gwen, encargado de la imprenta que alguna vez administró Bruno. Tiene dos campos que ocupan su tiempo: una colección de sellos que muy probablemente alcance un precio de veinte mil libras y su afición a la colección (más antes) y el estudio (más ahora) de las arañas, las cuales a menudo le sirven como ejemplos de vida.

     El grado de enfermedad se va dando paulatinamente. Bruno ha sufrido una deformación en la cabeza, de tal manera que ésta ha crecido de manera notable. En cambio su cuerpo se ha adelgazado. Las primeras páginas dan idea de una lucidez y de una cierta capacidad de desplazamiento. El castigo del tiempo es inexorable. Bruno tiene una condición actual y un pasado que lo persigue. La novela abre con la alusión a un sueño:

     Había tenido de nuevo aquel sueño, el de Janie y Maureen y el prendedor.

     Desde la primera parte de la novela sabremos que Janie tiene algo así como 40 años de muerta, pero sólo con el desarrollo podremos aquilatar su importancia. Es un hecho que aconteció hacia la mitad de su vida y sigue sin dejarlo en paz Era su esposa y algún asunto de amores tuvo con Maureen que complicó las relaciones con ella y con su hijo Miles. La relación con Gwen pudo recomponerse un poco, pero ella murió al saltar desde el puente al río Támesis para salvar a un niño que se había caído de una barca. Ella sufrió un infarto y no pudo recuperarse, el niño alcanzó la orilla sin auxilio alguno. Eso golpeó al padre y al marido y de paso tornó imposible cualquier reconciliación entre padre e hijo.

     Entre Bruno y Miles hubo una fuerte diferencia, además, de carácter intervencionista, porque aquél no aceptaba que el vástago tuviera una relación intensa y satisfactoria con una india: Parvati. Los padres de ella, descendientes de brahmanes, no aceptaron la relación con el inglés, en cambio el argumento de Bruno fue que no quería tener nietos cafés. Se casaron. Los padres la mandaron llamar después de un tiempo. Ella estaba embarazada. El avión se estrelló. Miles guardó el secreto de la gravidez de su mujer. Ahora el padre a duras penas se acuerda del nombre de la actual esposa: Diana. Llevan una vida satisfactoria. Los acompaña siempre la hermana de ella, Lisa, una muchacha gris y casi fea, que contrasta con la belleza de Diana. Al inicio de la novela hace años que padre e hijo no se ven. Heredar los sellos permitiría a Miles, previa venta, dedicarse de lleno a la poesía.

     Hay un trío interesante a lo largo de la novela: Adelaide, Nigel y Will. Ellos hermanos, ella prima de los gemelos. La chica es amante de Danby. Él había tenido relaciones con la anterior asistente: Linda, pero ella decidió irse a vivir a Australia. Adelaide mantiene una relación tensa con Will, su eterno pretendiente. Nigel, en cambio, es una figura muy importante dentro de la acción, porque tiene una presencia que se adelanta a los acontecimientos, es una especie de ángel o demonio que está junto a los personajes. Lo mismo está pendiente de Bruno que de Danby, de Adelaide que de Will, y tendrá que aparecer cuando Bruno pide que Danby vaya a decirle a Miles que necesita verlo y cuando Danby, borracho, espía la casa de Miles en busca de Lisa.

     El encuentro fracasa. Los sellos aparecen al final en la boca del padre como una mera ambición del hijo. Danby procurará una nueva entrevista y entonces tratará a Diana y la seducirá, pese a que ella dice mantenerlo a raya. Lisa es la que se queda con Bruno al asomarse las dos mujeres en una visita que quiere construir un puente entre padre e hijo. Diana no aguanta ni el aspecto del enfermo ni el olor dominante en la habitación. Miles y Danby giran en sus preferencias y a partir del carácter terapéutico de Lisa la pretenden, como si la bondad la tornara cualitativamente diferente. Ella reconoce que siempre ha querido a Miles. Diana juega un papel de temple, pero la hermana decide partir a la India.

     Nigel tiene que intervenir ante el robo de uno de los sellos. Sabe que ha sido Adelaide para dárselo a Will, quien con las 200 libras comprará una cámara. No contaba con que Bruno notaría la falta y estuvo siempre seguro de que el sello no se había perdido, sino que lo tenía alguien de afuera de su cuarto.

     Los acontecimientos se precipitan: Lisa y Miles establecen una relación, pues ella no se atreve a partir. Danby es retado a duelo por Will al enterarse de que ha sido amante de Adelaide. Nigel destraba el conflicto no sin que los adversarios lleguen a un duelo. Los primos se casan. Diana tiene que asistir al proceso de degradación de Bruno, el cual ni siquiera es capaz de entender que Lisa no era la esposa de Miles y que Diana está allí por una razón compleja.

     De los sellos el azar se encargará. No serán para ninguno de los posibles herederos. En el sueño muy cercano al desenlace:

     “Hay otra cosa importante ─pensaba Bruno─, ¿o es la misma cosa? ¿Qué es la otra cosa? Es algo que no he hecho. Si Dios existiera la haría por mí”. Bruno había tenido un sueño sobre Dios. Dios colgaba sobre él en forma de una bella “Eresus niger” que giraba lenta, muy lentamente sobre un hilo dorado fino casi invisible. Dios había tendido otro hilo hacia Bruno, y el que se balanceaba justo encima de su cabeza y él lo cogía y el hilo de rompía.

    Del recuerdo de la mujer, Maureen, con quien tuvo relaciones, pasa a la reacción de su esposa, Janie. Evoca los matices entre una y otra: había más alegría con Maureen. Permaneció en la estabilidad, aunque a la hora de la muerte se escurrió ante los gritos de Janie.

     Está otro sueño, intermedio: Bruno mata a una mujer y la sepulta. Sin embargo, la tierra dibuja la forma femenina y se transparenta, de tal modo que cualquiera puede ver lo que está debajo. Bruno no ha podido enterrar realmente a Janie y a Maureen, la búsqueda del hijo es el último intento por hacerlo: la esposa engañada y la amante hecha a un lado, las dos con hilos firmes aún.

     Uno de los ejemplares que describe Bruno se refiere a una araña que se encierra en su madriguera con sus crías. Éstas se alimentarán de la madre durante el encierro. Después saldrán a vivir. ¿Ésta es la araña símbolo de “El sueño de Bruno”? ¿O el símbolo es la “Eresus niger” que nunca podrá tener? En el sueño, después que el hilo se ha roto el soñador se enfrenta a la araña y ésta tiene la cara del padre, aquel que impidió su afición a los animales y lo obligó a trabajar en la imprenta y a estudiar Letras. El mismo Bruno pareciera la figura distorsionada de una araña de gran cabeza y cuerpo delgado. ¿O tan sólo se trata de establecer las relaciones de los personajes: los hombres con hombres y mujeres y todos ellos con el pasado y el presente.

     La forma final de Bruno es muy similar a la de la araña que no ha podido obtener, sólo soñar. Tendido en su cama tiende la telaraña de tubo propio de esa especie. La tiende hacia su hijo, pero también hacia el pasado que está en su cabeza, donde todo parece vivo.

     “El sueño de Bruno” es una novela ligera, que se deja leer, lo que en parte explica el éxito de ventas de Murdoch. Sin embargo, su textualidad es muy compleja, no sólo porque la acción empieza a abrirse y a implicarse con hechos del presente y del pasado, sino porque los personajes reflexionan, valoran lo que hacen, así sea desde la sencillez de razonamiento, que no de los actos, de Linda y Adelaide o desde la violencia a flor de piel de Will. Nigel es un caso aparte, es una presencia que nos va dando profundidad y señales de la significación de los dramas. Danby y Miles se formulan preguntas que hacen ver con cuidado la aparente frivolidad de sus relaciones con las mujeres.

     Miles además tiene un problema similar al de su padre: Bruno lo ha condenado al silencio. Primero ha rechazado su relación con la india, después ha recibido durante años cartas de su hijo que no han ameritado una sola respuesta. Cuando la autoridad necesita arreglarse, lo busca, sin estar dispuesto a escuchar, más bien empuñando la zanahoria de las veinte mil libras que podrá obtener por la venta de los sellos. Mas hay que tener en cuenta que Bruno es también un perseguido por la figura de su padre. El fenómeno se replica: Bruno persigue en la construcción de su destino a Miles, evita que sea sello sin acomodo posible en su colección autoritaria, no quiere siquiera ser el sello o la araña inencontrable. Quiere sólo ser. Bruno impide que sea un individuo libre, lo quiere como una figura de colección, inerte, si vamos a los sellos, peligrosa si vamos a las arañas. ¿Qué realidad atroz nos ha frustrado y se ha ido a vivir a nuestra memoria?

     La galería de mujeres es hermosa, pero trágica. Gwen, Parvati y casi seguramente Maureen, han muerto de manera violenta, ninguna de ellas ha sido asesinada. Janie ha sufrido antes de salir de este mundo.

     Adelaide se aleja de la relación tóxica y desigual de Danby y encuentra una mejor sintonía con Will, a pesar del temperamento del primo.

     La suerte de Diana es provocadora para el lector. Es tal vez el personaje físicamente más bello de la novela. El asedio de Danby acentúa esa belleza. Ha logrado una relación estable y feliz con Miles. El concuño viene a romper esa armonía. Y una vez que lo hace va sobre Lisa, la niña que ha crecido, la fea que ha adquirido atractivo a partir de su contacto con el enfermo Bruno. Sólo que ella ha amado desde hace años a Miles.

     El nivel más complicado de la novela es el reflexivo. Allí los personajes expresan sus ideas, acaso lejanas a su realidad, a sus actos, acaso una búsqueda a la que siempre tendrán derecho. Si la búsqueda de Bruno a nivel de coleccionista es el sueño de tener una araña inconseguible y drenar su pasado de esposo y padre, si a nivel simbólico nos enfrentamos al problema de los hilos de una araña o a la presidencia de la misma sobre un grupo de seres, en el nivel reflexivo las dudas son otras. Me quedo con una cita, a manera de escape, esperando otro momento para incursionar en ese reto:

     ─Si los buenos y los malos deseos cambian el mundo, sólo pueden cambiar los límites del mundo. El mundo debe crecer y declinar como un todo.

     ─El mundo de los que son felices es completamente distinto del mundo de los desdichados.

     ─Y con la muerte el mundo no cambia, sino que cesa.

     ─La muerte no es un acontecimiento de la vida. No se vive a través de la muerte.

     ─Si se entiende por eternidad, no la duración temporal sin fin, sino como si lo que es fuese místico.

    ─De lo que no podemos hablar.

    ─Sobre lo que debemos guardar silencio.    

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