Economía

Muy mermadoDebe terminar de una vez por todas con la marginación de la actividad que ha arrojado costos muy altos en dos décadas

Se requiere un Plan Nacional de Producción, Industrialización y Comercialización”, que no dependa de la Secretaría de Economía

Para esa dependencia, la leche es un producto que “proviene del súper”, y no de un alto esfuerzo de productores, industriales, distribuidores y comerciantes

Nacionalismo y protección de productores de leche y sus derivados, nos llevará a ser competitivos e incluso a generar excedentes para exportación en lácteos, dijo Álvaro González Muñoz, dirigente del Frente Nacional de Productores y Consumidores de Leche, seguro de que comparten estos propósitos más de 150 mil pequeños y medianos ganaderos lecheros.

Lo que necesitamos en México, dijo, son condiciones favorables de apoyo a la productividad y que las instituciones del gobierno entiendan que nunca será mejor importar un producto de mala calidad “a precios de remate en los mercados internacionales”, que crear las condiciones para producirlo localmente, con ventajas en empleo, inversiones y dinámica comercial.

En vísperas de elecciones presidenciales y congresionales, añadió González Muñoz, lo menos que esperamos los productores de leche es la preparación de un Plan Nacional de Producción, Industrialización y Comercialización de Leche y sus Derivados, bajo la responsabilidad de una sola institución, sin la preponderancia de la Secretaría de Economía que, se ha demostrado, solamente protege a la población urbana.

En materia de producción, industrialización, distribución y comercialización de estos alimentos, añadió González Muñoz, México nunca debió recurrir al mercado internacional de lácteos, a excepción de emergencias que, en 24 años que hemos sido parte del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), jamás se padeció ninguna situación emergente. “Sin embargo, desaparecieron 600 mil unidades productivas lecheras”, afirmó.

El comercio de leche y sus derivados permaneció abierto desde el momento en que se formalizó el TLCAN con EU y Canadá, en 1994, y ya sin pago de aranceles hasta transcurridos los primeros 15 años de ejercicio, cuando entró en vigor junto con azúcar, maíz y frijol. Este intermedio, dijo, tuvo el propósito de avanzar en la aplicación de tecnologías modernas y esquemas similares de competitividad y productividad, apuntó el líder lechero.

Los productores de leche tenemos la seguridad de que estos compromisos y objetivos en la operación del TLCAN no se cumplieron por la falta de apoyos tecnológicos y de financiamiento. Por ejemplo, se propuso la creación de un Banco Internacional de Fomento, integrado por instituciones de los tres países socios del TLCAN, que apoyaría el desarrollo de proyectos conjuntos. Esto, jamás se cumplió.

Este desorden propició que empresas privadas, relacionadas con la industria lechera y tiendas de autoservicio, empezaran a importar directamente leche en polvo y sus derivados. Son las que se han beneficiado con los cupos de importación. Muchas de ellas tienen marcas propias, con la competencia letal para las empresas pequeñas y medianas y la incursión en materia de producción de un producto que, en condiciones normales, no sería de su competencia; “sería usurpación de funciones”.

Estas acciones contaron con el aval de instituciones del gobierno mexicano como Economía y Salud –por la vía de Profeco y Cofepris, respectivamente—con la libertad de adquirir en el extranjero cientos de marcas de leche procesada y adulterada, con precios más altos que la leche natural mexicana, por supuesto, con el riesgo de afectar la salud y la economía de los consumidores mexicanos.

En esta dependencia se tiene la certeza de que la leche es un producto –el más importante para la niñez y juventud por su potencial proteínico—que “viene del super”, y no de un muy alto esfuerzo de productores, empresas alimentadoras de forrajes, de medicamentos para las vacas, de sistemas de equipamiento, de esterilización e inmunización del producto, empaque, transporte para la distribución y comercialización.

En las renegociaciones del TLCAN, sostuvo Álvaro González, nos hubiera gustado participar para compartir información referente a que, mientras que a nivel de productores se nos paga un precio menor a siete pesos por litro (así lo paga la industria privada y LICONSA) en el comercio formal un litro se consigue en 16 y 18 pesos. El margen de ganancia es tres veces mayor que el costo de producción.

Los pequeños y medianos productores de leche deseamos más que nadie que el próximo presidente nos considere sus aliados y termine de una vez por todas con la marginación de nuestra actividad causada principalmente por una política de privilegiar las importaciones, sin importar el interés público.

La defensa  de los productores y los consumidores; será una asignatura para la nueva administración y deberá impedir que los importadores y procesadores importen materias primas para falsificar la leche pura, expresó el dirigente.

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