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·      El teatro es indispensable para entender y complementar el concepto y papel de la mujer Valeria MoncadaLa literatura se hace presente en el IV Coloquio de Investigaciones sobre Mujeres y Perspectiva de Género

Zacatecas, Zac.- “El género dramático expresa a través de los diálogos de los personajes, diversos puntos de vista de la sociedad en la que está inmerso. Ahora que, si tratamos el tema de la mujer y sus roles sociales en determinado período, el teatro es indispensable para entender y complementar el concepto y papel de la mujer”, enfatizó la integrante del CA-UAZ “Competencias lingüística, literaria y digital aplicadas a la educación”, Valeria Moncada León.

Lo anterior, forma parte del programa del IV Coloquio de Investigaciones sobre Mujeres y Perspectiva de Género, donde la también docente investigadora de la Unidad Académica de Letras (UAL) de la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ), presentó en la mesa de “Literatura” el tema: “La masculinización de doña Leonor en la obra “Valor, agravio y mujer”, de Ana Caro Mallén.

El objetivo central del trabajo- comentó-, fue revisar un texto dramático del siglo XVII, escrito por una mujer y en el que la protagonista debe caracterizarse y disfrazarse de hombre, para vengar por propia mano el honor que un falso pretendiente le ha arrebatado. “Valor, agravio y mujer, de Ana Caro, es sobre la protagonista, doña Leonor, que debe masculinizarse para acceder a la recuperación de su honor, ya que aquella era exclusiva de hombres. De ahí que se pretenda observar el proceso interior y exterior del personaje”.

En ese contexto, Moncada León explicó que la metodología de la investigación consistió en “comparar los roles femeninos y los masculinos mencionados en la pieza dramática, a partir de la descripción de los personajes más importantes.  Qué les correspondía hacer a las mujeres y qué a los hombres y, sobre todo, por qué la protagonista asume roles masculinos”.

Respondiendo a las interrogantes, la investigadora manifestó que el honor es el tema central de esta obra de teatro, “como de muchas otras escritas y representadas durante los siglos XVI y XVII, ya que se trata de un eje básico no sólo del teatro áurico sino de la convención social”; no obstante-señaló-, este “honor”, “debe ser entendido como el reconocimiento social de pertenencia al grupo social privilegiado, al cual se accedía por la vía del parentesco, y nobleza”.

“Si bien los varones de la familia eran los encargados de preservar el honor, la honra recaía sobre las mujeres. Perder la honra coincidía con el sostenimiento de relaciones sexuales fuera del matrimonio, fuesen o no consensuadas, pues podrían ser también en contra de la voluntad de las mujeres. Este tipo de relaciones que podían traer el resultado de hijos ilegítimos, hacían perder la honra femenina y, en consecuencia, el honor de la familia. Para recobrarlo los varones de la familia debían cobrar venganza, que casi siempre consistía en la muerte del que había deshonrado o, en el mejor “o peor” de los casos, se reparaba con el matrimonio del victimario con la víctima”, destacó la docente.

Valeria Moncada León refirió que en el caso de la protagonista de la obra mención, “no fue forzada, fue convencida bajo promesa de matrimonio, en la obra nunca se menciona si había amor. Al ser repudiada y abandonada, decide buscar al culpable y hacerse justicia por propia mano, ya que no existe un hombre cercano en su familia que pueda vengar y recuperar el honor”.

Pero ¿qué significa que una mujer se masculinice? ¿cuáles se consideraban los rasgos para definir el rol de género? Fueron otros de los cuestionamientos que respondió la investigadora. En su argumento, la docente expuso que las primeras escenas son clave para entender aspectos del rol femenino. “Estela y Lisarda vagan sin rumbo por el bosque, a merced de las inclemencias del tiempo y de los salteadores de camino…No están listas para defenderse, no portan armas ni caballos…Es decir, las mujeres solas son vulnerables ante las agresiones naturales y sociales, la mujer no está hecha para lo externo, sólo para lo interno o el espacio privado... En suma, una mujer es vulnerable por el hecho de ser (o parecer mujer) mujer”.

Otro de los aspectos que se analizan -dijo-, son la educación, “en la pieza dramática no menciona explícitamente si las mujeres tienen algún tipo de educación universitaria”, sin embargo, se exhibe que los personajes femeninos dado su linaje son cultas, de ahí que una de ellas muestre “un antecedente literario del empoderamiento y la posibilidad de decidir”.

Incluso, otra de ellas, “conoce las características externas de un hombre: cómo deben vestir, qué armas usar y sobre todo… muy importante, conoce cómo un hombre engaña a las mujeres a través de falsa retórica amorosa. Leonor engaña a su hermano, haciéndose pasar por un primo y dándole pruebas de dicho parentesco…”, detalló.

En cuanto a las relaciones amorosas y la sexualidad, “al principio de la obra pareciera que el amor es el móvil de las acciones de los personajes, durante el proceso de lectura se descubre que no es así. El móvil principal es la venganza, ya que ésta es una forma de reparar el honor y devolver la honra femenina. Doña Leonor, tras vestida como Leonardo, sigue a don Juan hasta Flandes para matarlo. Y aunque ella también es culpable por haber cedido a los requerimientos amorosos del seductor a sabiendas de las reglas estrictas para la mujer…la obligatoriedad la lleva a buscarlo para vengarse, aunque sus acciones y reacciones son ambiguas y confusas”.

En el caso de uno los personajes masculinos -resaltó la investigadora universitaria-, “don Juan, hilo conductor y objetivo de la venganza, cumple los roles del género masculino, adjudicado hasta entonces. Huye de Córdoba…Se enamora a primera vista de Estela, confundiendo su amabilidad y agradecimiento con amor… convenció a Leonor con promesa de matrimonio para que se le entregara y una vez obtenido el placer, la abandonó”. “Es un personaje masculino que tan estereotipado cae en lo ridículo. El personaje aparenta ser una ridiculización del mítico don Juan, el burlador de Sevilla, aparecido en 1617”.

Finalmente, la especialista en textos literarios agregó que “la protagonista se masculiniza para vengar y recuperar su honra, ya que esto era una actividad masculina. Sin embargo, doña Leonor, al no tener a su hermano cerca, quien pudiera vengarla, decide disfrazarse de hombre y asumir algunos roles del género masculino, como el uso de armas, el recorrer caminos inhóspitos para las mujeres y, además, algunas características propias de la psicología masculina, como el seducir mujeres a través de la palabra sin comprometer su libertad, a elaborar estratagemas y, sobre todo, a decidir sobre su vida”.

Pese a ello, recalcó, “una vez que ha cercado a don Juan decide no matarlo, sino rebelarle que bajo los ropajes de hombre es Leonor, la mujer a quien burló y abandonó. En la actualidad es una acción cuestionable, pues si tenía el valor para asumir roles femeninos y masculinos, ¿por qué tenía que casarse con su burlador, quien además ya estaba interesado en doña Estela?”.

En ese sentido, Valeria Moncada León hizo un llamado a reflexionar sobre si “hay que ser hombre para volver a ser mujer. Hay que aparentar para restablecer el equilibrio, parece el mensaje de la autora del texto. Además, por otro lado, Estela nunca se masculiniza, desde el principio demuestra que es una mujer y asume el rol de vulnerable físicamente y a expensas de ser agredida por los hombres”.

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