Se retira después de 44 años de servicio, orgullosa de tener el cariño y respeto de sus alumnas y alumnos
Fue maestra de preescolar y tuvo a su cargo un Centro de Asistencia Infantil Comunitario (CAIC) en la comunidad de Trujillo
Zacatecas, Zac., 24 de julio de 2022.- Originaria de la comunidad de Trujillo, perteneciente al municipio de Fresnillo, Rosa Acela Rivera Avilés forjó bases educativas firmes y sólidas en más de 40 generaciones de niñas y niños de esta localidad, al ser fundadora y orientadora del Centro de Asistencia Infantil Comunitario (CAIC).
Ante la falta de un Jardín de Niños formal, los CAIC, que dependen del Sistema Estatal para el Desarrollo Integral de la Familia (SEDIF), son la opción para que la niñez que habita en comunidades rurales reciba su educación preescolar.
Ahí fue donde Rosa Acela tuvo la oportunidad de ser la guía y formadora de centenares de niñas y niños, que, en un principio, recibían sus clases a la orilla del río, el atrio de la iglesia o en la cancha de la comunidad, como ella nos cuenta.
“Mi historia sobre el CAIC comienza en 1978. Al inicio no era CAIC, se llamaban Centros de Asistencia al Aire Libre. Con el tiempo, esto cambió por el hecho de encontrarnos laborando en un aula y se les dio el nombre de CAIC, que quiere decir Centros de Asistencia Infantil Comunitarios”.
Mencionó que en febrero del presente año cumplió 44 años de servicio, “trabajando ininterrumpidamente”; inició con más de 40 niños, “en diferentes partes de la comunidad, porque no teníamos centro educativo; con el tiempo, tuve que buscar un lugar para poder proteger a los niños de los cambios de clima y cuidarlos de algunos riesgos que implicaba andar en estos lugares”.
Luego de hablar con diversas autoridades, la maestra Rosa Acela logró dar seguridad a sus alumnas y alumnos cuando le dieron un espacio en la escuela primaria del lugar. “Fue ahí donde madres de familia formaron un comité y empezaron a trabajar para tener un salón propio”.
Su trabajo rindió frutos y lograron rehabilitar una bodega que pertenecía a la hacienda del lugar, donde se habilitaron dos salones, los baños y un espacio para almacén. El mobiliario fue donado por la Presidenta Honorífica del DIF estatal en esos momentos.
Durante sus años de servicio, Rosa Acela Rivera adquirió una gran experiencia laboral, “porque si hacemos cuentas, desde el inicio del CAIC, son muchísimas las generaciones y, ahora, los niños que yo empecé a educar a formar son padres de familia, son profesionistas, algunos están en Estados Unidos, otros están aquí y llevan a sus hijos al CAIC”.
“Esto –dijo-, para mí es una gran satisfacción y me siento orgullosa, porque, a dondequiera que yo voy y me los encuentro, me hablan con gran respeto y con cariño, que la verdad yo nunca me imaginé que al pasar de los años yo pudiera tener esa gratificación”.
Sin embargo, Rosa Acela asegura con melancolía que todo pasa, ya que, luego de tantos años de forjar bases sólidas en la educación de más de 40 generaciones de niñas y niños, hoy se retira. “Todos esos años no los he sentido, porque amo mi trabajo, amo a los niños, para mí los niños son mi vida, y el ver un niño y ahora ya no poder estar con él, siento esa nostalgia de estar trabajando y dándoles una educación, una formación”.
“Yo siempre estuve consciente de que todo tiene un inicio y todo iba a tener un final. Y como que ya lo he aceptado poco a poco, me he ido adaptando a eso porque yo siempre dije que yo quería retirarme dignamente, dejar una buena imagen, no llegar al límite de que dijeran ya no puedes, ya se te complica, ya se te olvidan las cosas y no, gracias a Dios todavía estoy bien”.
Rosa Acela asegura que la educación preescolar es la primera base para una buena formación y, en su desempeño durante estos años, considera que “no he hecho un mal trabajo, dejo una buena imagen, tanto en padres de familia, como en asesoras, como en mis autoridades; ¿por qué?, porque cumplí con un trabajo tan hermoso que creo que si volviera a escoger un trabajo volvería a escoger el mismo”.
Finalmente, expresó que “no hay nada más bonito que poder guiar a un niño; es lo más maravilloso, porque ahí te das cuenta de que no se necesita mucho, simplemente tener la disposición, tener ese amor, tener esa emoción de querer y respetar tu trabajo”.