Opinión

laman
Drina Ergueta

SemMéxico. Bolivia.

La fama de cinco jóvenes españoles, conocidos como “la manada”, ha llegado a niveles globales tras el fallo del tribunal que los juzgó y que la anterior semana dictaminó que hace casi dos años, en un portal, no hubo violación sino abuso a una chica de 18 años, lo que levantó una ola de protestas y pronunciamientos y que, además, ha mostrado nuevamente cómo funciona lo que se llama corporativismo masculino. 
   Esa noche, en los días de fiesta de San Fermín en Pamplona, una pareja encontró en la calle a la chica llorando y les relató que la habían violado, así lo declaró en la policía que afirma que su estado mostraba que así había ocurrido, detuvieron a los cinco agresores que ya habían compartido siete vídeos de la agresión en un chat de 21 amigos denominado “la manada”, chats en los que previamente hablan de planificación de violaciones.
   Una agresión terrible en que la penetraron por todos los orificios y repetidamente, siendo forzada en 11 ocasiones y sin uso de preservativo. Datos que son importantes a la hora de establecer si legalmente hubo o no violación. Al acabar con ella le robaron el celular para impedir que pudiera hacer alguna llamada de auxilio. No era la primera vez, los mismos tienen una demanda por un hecho similar ocurrido meses antes en Andalucía.
   Es un caso más, de muchos, con la diferencia que este ha tenido mucha repercusión, para mala suerte de ellos. Un caso más de violencia ejercida con naturalidad hacia mujeres, ellos dicen explícitamente que lo ocurrido es normal, y así, claro, como es habitual en una sociedad machista, encuentran apoyos de una buena parte de la sociedad que les defiende. 
   Partiendo por sus novias, sus familias y amistades hasta acabar en uno de los magistrados que les juzgó y que allí vio una orgía; pasando por gente que la culpabiliza a ella, los medios que hicieron de esto espectáculo revictimizando a la chica, las instituciones que no dieron de baja a uno de ellos como guardia civil y a otro como militar, y les siguen pagando un 75% del sueldo, e inclusive pasando por personajes de la política que dicen respaldar a las instituciones judiciales. Ellos encuentran apoyo en todos los niveles. El corporativismo del machismo es pues transversal.
   Pero además está esa población, principalmente masculina, que como padre, hermano, novio, amigo o simplemente persona rechaza un acto tan brutal pero que a lo mucho lo expresa en la intimidad de sus allegados y luego mira a otro lado, porque es un asunto que no va con ellos. 
   Pero sí que va. Sí que va. Va porque es una cuestión de género. De un género que tiene privilegios en relación al otro (u otros si incluimos a las personas LGTBI) y cuyas consecuencias son estas sentencias y todo ese tipo de apoyos, ya sean justificaciones o respaldo moral, económico, institucional y finalmente judicial que hombres violadores o violentos reciben. Todos estos acuden en defensa del agresor. 
   Una muestra clara es que cada vez que se realiza una manifestación en la calle en rechazo a la violencia machista, los hombres consideran que es una manifestación de mujeres, como cosa de ellas. Pocos, contados varones participan activamente. Mientras que cuando se trata de demandas sociales (como si el rechazo a la violencia no lo fuera) sí que están presentes.
   En los medios, los artículos de opinión, por ejemplo, están plagados de política, de análisis de la situación económica, de temas culturales, de fútbol, pero con visión de género sólo escriben algunas de las pocas mujeres que aparecen; salvo alguna vez que algún varón dice algo, parecería, para quedar bien. 
  ¿Dónde están los hombres? La violencia es asunto de hombres. ¡Hombre, es problema tuyo! A muchos esto les incomoda, ¡no hay que generalizar!, exclaman, pero de los privilegios sí que gozan y los mantienen. Están cómodos, ajenos a algo que ocurre cada día y en todas partes y es así que también son parte de “la manada”. A ver si de una vez hacen algo.


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