Opinión

Diario de un incesto
Alejandro García/]Efemérides y saldos[

No sé qué hay de cierto en ello, pero tengo, y siempre he tenido, la impresión de que en realidad mi padre quería matarme, y que yo lo seduje para impedir que lo hiciera. Recurrí a la sensualidad para seguir con vida. Salvé mi vida dándole placer sexual. Y él se hizo adicto a nuestras relaciones sexuales, y a mí me ocurrió lo mismo.

Anónima

Consideremos, por ejemplo, la cuestión de saber por qué hay “un horror universal y terrible al incesto”. Respuesta: no lo hay. En algunas culturas quizá exista horror, pero en otras hay una simple mortificación, en otras más indiferencia, y en unas cuantas un aliento en verdad positivo.

Robin Fox

Cuando Lévi-Strauss escribió que la principal diferencia entre animales y seres humanos radica en la prohibición del incesto. ¿En qué me convierte esta afirmación?

Anónimo

Hace unos meses me encontré en la mesa principal de novedades de la Librería Gandhi, sucursal Aguascalientes, un libro negro de pasta dura, más con la apariencia de uno de esos cuadernos de apuntes o diarios que suelen traer una liga vertical. Es una edición de Malpaso, empresa argentina y española, con buena distribución en México (ofrece la versión ebook sin cargo extra) que está acercando títulos novedosos, algunos literarios, otros ensayos de carácter cultural, económico o sociológico. No traía su clásica (ya) sobrecubierta de media portada (horizontal) ni tenía las dimensiones de la colección, pero sí teñidos (en este caso de negro) los cortes superior, delantero e inferior y se llama Diario de un incesto de Anónimo. Lo vi de frente, al entrar, lo dejé atrás, iba por un libro de cuentos de un autor mexicano. Lo encontré, fui a la zona de ensayo, me encontré que ya no había oferta de películas e iba a la caja cuando volví a verlo, ahora al fondo de mi visión. Me llamó. Lo traje. Quizás como el viejo mueble que Maupassant adjudicó a uno de sus narradores en “La cabellera”.

   La edición original es de Farrar, Straus and Giroux, Nueva York, 2017 y del mismo año la edición española que apenas alcanza las 127 páginas. Habla de la relación incestuosa entre la protagonista y su padre desde los 3 años de edad, hasta los 21. La edición no da más información sobre el libro que el título, pero es posible acceder a notas en internet donde se cuenta cómo la editorial estadounidense verificó la autenticidad y autoría de la persona que señala que quiere preservar el anonimato.

   Mi padre me ataba en el armario y me follaba por la boca hasta que se corría y yo vomitaba el semen. Me veo como una niña gordísima de cinco años […] Sus violaciones son mi secreto. Pero el secreto que encierra ese secreto es que a veces me gustaba. (p. 25)

   El libro es amargo y llega a hastiar un poco, muy probablemente porque golpea los hitos de la moral del lector. Hay momentos en que casi estamos frente a la provocación del Marqués de Sade, no se regatean detalles o situaciones:

   Mi padre retiró la colcha y vio mi cuerpo de veintiún años desnudo. Estaba desnuda y húmeda. Ardía en deseos de tener su polla grande y dura metida profundamente en mi interior” (p. 10).

   En la primera cita la escritora y protagonista está muy cerca del inicio del incesto, en la segunda se refiere a la última vez que tuvo relaciones con su padre y confiesa haber tenido el orgasmo más intenso, el que no nunca tuvo en sus años de casada. Como víctima de un abuso recurrente, la mujer confiesa estar enamorada de su padre, extrañarlo, desearlo. En muchos momentos desafía a la madre, quiere ocupar su lugar, da noticia de la indiferencia y maltrato del padre con ella, la esposa, y las atenciones con la hija. En otros, lo considera como fuente de problemas sin fin. La madre no es afectiva, sabe lo que ocurre y no mueve un dedo para remediarlo.

   De manera que el lector queda atrapado en un doble vínculo: no se puede solidarizar con ella, porque algo dice que se debió hacer algo, pero tampoco se le puede cuestionar porque es una víctima, y entonces aparecen otro tipo de determinantes: lo que la chica nos describe causa desazón, provoca que se nos muevan las glándulas y algunas partes del cuerpo, pero si nos olvidamos de su parte de víctima nos convertimos en victimarios y si cerramos el libro somos simples reproductores de la moral dominante. ¿Y si nada más nos dejamos llevar por la excitación sexual y nos olvidamos de valores y prejuicios?

   En uno de los incidentes, el padre se va a ahorcar, está con una soga al cuello y la niña entra y

   Quería salvarlo. Estaba matándose por mí. Era culpa mía. Con la cara a la altura de su entrepierna, le puse la mano sobre el miembro. No llevaba calzoncillos. Empecé a acariciarlo como lo había visto tantas veces por la noche sobre mi cama. Le pedí que no se hiciera daño. Con la cuerda aún en el cuello, se bajó los pantalones y dejó que le tocara la piel desnuda. Tenía el pene duro y erecto y sus ojos se habían suavizado. Ambos colocamos las manos en su pene. Lo tocamos y lo restregamos allí de pie, al atardecer, hasta que se corrió en su mano” (p. 56).

   Lo ha salvado.

   El hecho de que se trate de una voz anónima provoca en el lector una mayor angustia, porque cuando el emisor tiene nombre y apellido, entonces hacia allá va la pertenencia del caso. Aquí no, qué hacemos con un caso tan duro. La mujer confiesa que muchos años sólo tuvo orgasmos cuando imaginaba la cara del padre. Montserrat Roig cuenta que uno de sus personajes no podía tener orgasmos porque cuando iba a tenerlos aparecía la cara del Caudillo Francisco Franco y cualquier placer era imposible. Algunos jóvenes comparten que cuando están a punto de eyacular, durante un acto sexual, se les suele aparece la cara de la madre que los conmina a ser buenos y permanecer puros. Al contrario del personaje femenino de La hora violeta, que requiere de una recomposición de su personalidad y una distancia de los hechos, de manera que pueda acomodarlos y ejercer una vida sexual plena, la emisora de Diario de un incesto se queja de lo que le ha pasado, plantea el mundo de contradicciones en que a veces se pierde, pero después de todo tiene orgasmos, el problema es que es dentro del incesto. Dentro de ciertos enfoques punitivos del pasado en relación a la mente y a la conducta, esa voz estaría descalificada para sanarse, tendría que pasar a depender de la autoridad médica y de sus métodos. Yo voy mejor a otras preguntas: ¿Con quién nos solidarizamos, a quién le peleamos? ¿Qué hacemos con nuestra indignación o con nuestro rubor? ¿Por qué nuestra conciencia no le da un lugar a este asunto?

   En esto último está la salida. La conciencia es un instrumento que con base en el funcionamiento del cerebro y en la competencia del uso de lenguaje para nombrar el mundo, permite resolver la vida, recuperar, narrar, acomodar, desacomodar. Una de las respuestas de mi conciencia es que se trata de un juego de provocación similar a Sade o a Nabokov, otra es que el mundo entero no es así y que claro que hay casos verdaderamente terribles. ¿Qué podemos decir de una gran sensualidad y capacidad sexual que sólo se vive a través del padre?

   Recuerdo que el creador de las constelaciones familiares Bert Hellinger cuenta el caso de una chica que ha sido abusada por su padre. En la representación de los ancestros y personajes en la vida de la muchacha se empieza a dar un diálogo, por momentos en susurros, por momentos en voz alta, allí el constelador se da cuenta de que la chica estuvo y está enamorada de su padre. Bellinger se juzga incapaz de resolver tan misterio de la naturaleza humana.

   Si lo quiero ver por el lado de la literatura, una mujer que se esconde está planteando áreas de difícil abordaje en nuestra sociedad actual, tratando de llevarnos a conocer otras realidades y otros conflictos ante los cuales la receta o los procedimientos comunes, inclusive los literarios, tienen que pedir renovación o replanteamiento. ¿Será que como ha sucedido con la diversidad sexual, el mundo se encamina a levantar el velo y la prohibición sobre el incesto? Ahora cuesta imaginarlo y creerlo.

   Si el tabú del incesto hace al hombre en el sentido de que lo separa de la naturaleza y del instinto y lo adentra en el mundo de la cultura que está haciéndose y rehaciéndose permanentemente, la sanción sobre Diario de un incesto sería inmediata o por lo menos la fortaleza de que tal evento destruye la cultura y regresa a una naturaleza animal muy lejana. El problema es que la red de discusiones no se da en la naturaleza, sino en la cultura. El incesto está propiciado por la cultura misma. Tiene un arranque animal, al tomar a la niña a los tres años, pero al continuarse a los largo de dieciocho, la cultura cobija el regreso del instinto y lo acompaña de cuestiones culturales como el enamoramiento y el orgasmo, que sería la nominación última del placer práctico. Así que desde la cultura es la naturaleza la que de pronto pregunta por qué sucede eso, es decir, no se trata de un regreso total a lo animal, sino de una práctica precultural que tiene que ser explicada desde la cultura. De la calidad de la respuesta, será el tamaño de la calidad del hombre actual.  

   A cierta altura de mi vuelo por este texto, recordé la estrategia narrativa de Las mil y una noches. La mujer está amenazada, la muerte pende sobre su cabeza. Ella necesita dosificar el relato, e incluye algunas claves de reinicio: He llegado a saber, oh rey afortunado… Así la narradora de Diario de un incesto recibe las visitas y juegos sexuales de su padre, la ha amenazado, la tiene al borde de la muerte, el sexo le permite vivir un día más, He llegado a saber, oh padre infortunado…

   También fue inevitable la relación con Una mujer en Berlín de Anónima. Las mujeres alemanas son violadas una y otra vez por los rusos, sus hombres atestiguan tal abuso, no puede hacer algo que no sea el asesinato clandestino, pero los rusos van y vienen sobre los cuerpos, no hay manera de eliminarlos a todos. Y al final de cuentas, los alemanes verán a las mujeres como prostitutas porque se han dejado abusar. De allí el escudo de Anónima para una dama que trabaja en la cultura de los años de la posguerra.

   También pudiera ser que estuviera detrás de un manejo editorial la voz de un hombre. El abuso de siempre que busca perpetuarse a través del éxito comercial en este caso. Lo sabremos pronto, también sabremos si la obra pervive y logra la aceptación del lector o si se desvanece o queda en una obra de culto.

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