Manuel Ibarra Santos
Inició esta semana el ciclo escolar 2019/2020 en el Estado, con el retorno de más de 500 mil alumnos a las aulas, coincidente con la terminación del tercer año del mandato de Alejandro Tello y en la antesala de comenzar el penúltimo de su administración, con un sistema educativo zacatecano colocado en los últimos lugares de eficiencia (en la posición 26 del ranking nacional), según datos de la propia Secretaría de Educación Pública.
En la víspera del comienzo de las actividades de este ciclo escolar, Alejandro Tello estuvo en las aulas de formación de cuadros de su partido, frente al pizarrón, tirando línea sobre su “vehemente” deseo para que el PRI retorne pronto al control de la presidencia de la República y retenga el poder en Zacatecas en el 2021, en beneficio de él y del grupo de interés que representa. Resulta esto una desproporción y un desafío.
Qué mandatario estatal demanda, primero, apoyo para el pago de la nómina magisterial, pero por otro lado expresa su deseo público de que en la presidencia de la república esté un priísta. Sí, es el de Zacatecas, en una falta de respeto a López Obrador.
Por lo pronto, los datos matematizados duros cuestionan el trabajo en materia educativa realizados en la entidad, donde sólo se han dedicado a administrar los programas federales.
Con la variable de eficiencia escolar la SEP mide al menos dos indicadores de importancia: primero, el número de alumnos inscritos en la educación básica y su contrastación con el porcentaje de los que egresan de la enseñanza superior; y segundo, la capacidad de atender la demanda de alumnos por cada nivel escolar.
La Secretaría de Educación Pública luego de cruzar información cuantitativa, otorga al sistema educativo zacatecano el lugar número 26 en eficiencia, sólo antes de Michoacán (27), San Luis Potosí (28), Veracruz (29), Guerrero (30), Chiapas (31) y Oaxaca (32).
Los Estados cuyos sistemas educativos ocupan los primeros lugares en eficiencia son los siguientes: Ciudad de México (1), Querétaro (2), Aguascalientes (3), Nuevo León (4), Tamaulipas (5), Hidalgo (6), Yucatán (7), Colima (8), Baja California (9), Baja California Sur (10) y Coahuila (11).
La educación es un componente esencial para construir los cimientos y los pilares del desarrollo. Este derecho (el de educación), no está plenamente garantizado en Zacatecas. Las cifras así lo revelan e ilustran. El autodenominado “gobernador de la educación” parece que no ha cumplido sus ofrecimientos.
LOS REZAGOS EN CALIDAD Y CANTIDAD.
La cobertura de servicios en preescolar en Zacatecas es del 84.5%; en secundaria asciende al 96.2%, cuando la nacional es del 96.9%. Sin embargo, en este nivel, la eficiencia terminal en el Estado es del 80.5 por ciento, cuando el promedio en el país es del 85.5%.
La oferta de servicios de enseñanza primaria es el única que registra en la entidad una cobertura del 100 por ciento. Pero la eficiencia terminal en dicho nivel es del 95.6%, cuando la nacional es superior (95.7%). Por este motivo miles de niños no culminan su educación primaria.
En educación media superior los datos también nos ubican con profundos rezagos. La cobertura en Zacatecas es del 74.2%, en contraste con la nacional que es del 78.5%. La eficiencia terminal en el bachillerato zacatecano es del 64.6%. En el país asciende al 67.2%. El 14 por ciento de los jóvenes en la entidad abandonan sus estudios por circunstancias diversas. En promedio en México, este indicador es del 12.9%.
La cobertura en educación superior en Zacatecas es apenas del 34% del segmento de población en edad de cursar una licenciatura; en el país es en promedio del 38%. La eficiencia terminal en nuestra entidad alcanza con dificultades el 50% cuando en Estados vecinos, como Aguascalientes es del 90 por ciento.
Por otra parte, la oferta de licenciaturas en Zacatecas está marcada por inercias que perpetúan una serie de carreras altamente obsoletas, que no alientan la innovación y el desarrollo.
LOS COMPROMISO DE FINAL DE SEXENIO.
Estos datos obligan a Alejandro Tello a relanzar sus políticas de educación para los próximos años de su administración, a fin de mejorar los resultados. Hay que evitar que este sea un quinquenio perdido en educación.