Opinión

altaAlejandro García/ ]Efemérides y saldos[

Bordonea en su mente una pregunta retórica que se hace Jean Valjean al principio de “Los miserables” y que él no ha dejado de hacerse desde que Olga murió —“¿Puede acaso el destino ser malo como un ser inteligente, y llegar a ser monstruoso como el corazón humano?— y mientras piensa lo mismo que piensa cada mañana al despertar desde entonces: que no ha encontrado a quienes mataron a su madre, pero encontrará a quienes mataron a su esposa.

Javier Cercas

Cercas se reinventa “en cierto modo”, lo hace sin duda, pero su Melchor Marín es portador innegable del ADN de sus héroes defectivos.

Dómingo Ródenas de Moya

“Terra Alta” (México, 2019, Planeta, 375 pp.) ha obtenido el Premio Planeta 2019. La novela inicia con el cierre de jornada nocturna del agente Melchor Marín. En lugar de descanso tendrá que enfrentarse al asesinato de una pareja de pudientes ancianos horriblemente mutilados y el de una empleada de ellos, en el cuarto contiguo. Deberá resolver los enigmas de esos crímenes que pese a lo excesivo de sangre, deja pocas pistas. En su búsqueda, permitirá asomarse al lector a su propio pasado.

   La entrada es vertiginosa apenas a unas páginas de la primera letra. El bocado es atractivo y no cuesta tragarlo y degustarlo o vomitarlo como cuando los policías entran y sueltan la entraña viva al ver esos cuerpos machacados y salpicados con líquidos de sus propias tripas y sangre. Pero todo está todavía dentro de la cáscara de ciertos esquemas, el de la novela policiaca: tres asesinatos; el de la novela realista, de un pasado pobre y pendenciero: la infancia y la juventud carcelaria de Marín, convertido en agente del orden que huye de sus hazañas; el de la novela psicológica, de un hombre que quiere purgar sus penas con una vida ejemplar de esposo y padre, en un pueblo pequeño del este español. En la historia de los absolutos en que solemos acomodar nuestros relatos, suelen esconderse los adjetivos. El perfil que avanza a imponerse es el del género policíaco.

   Los dos bultos sanguinolentos son los dos cadáveres meticulosamente torturados y mutilados de un hombre y una mujer. Les han sacado los ojos, les han arrancado las uñas, los dientes y las orejas, les han cortado los pezones, les han abierto el vientre en canal y luego han descuajado sus tripas y las han esparcido alrededor.

   La historia tiene tres vertientes: los primeros años de Marín en la delincuencia, con una madre que se dedica a la prostitución. Él cae a prisión y allí se encuentra con un personaje que lo enseña a leer. No le proporciona compañía o protección, simplemente propicia que lea. Y Marín aprende a hacerlo y se deslumbra con "Los miserables” de Victor Hugo, especialmente con Jean Valjean y con su eterno perseguidor Javert. Habrá otros libros que le gusten, pero sólo éste provocará su relectura y su vuelta una y otra vez.

   En prisión es defendido por el abogado Domingo Vivales, que después mantendrá un estrecho contacto con él. En ese periodo la madre es asesinada y el caso se cierra con rapidez, dada la poca importancia de la víctima. Marín decide convertirse en policía y lo consigue. Podrá de esa manera estar más cerca de los instrumentos adecuados para saber la verdad. Después de varios pasos de ciego, consigue dar con una prostituta que vio a su madre antes de abordar el auto que seguramente cargaba a sus asesinos. Pero ella no tiene más información. El muro es demasiado alto para ser brincado y no promete, de todas maneras, tener la verdad al alcance.

   “Nadie”, me dijo. Una panda de niños bien que han salido a divertirse con el coche de papá. No me fío”. Eso fue lo que me dijo. Con esas palabras: me acuerdo como si acabara de decírmelo. Por eso me extrañó tanto que luego se subiera al coche. Y creo que por eso tuve un mal presentimiento.

   En un atentado terrorista musulmán, Marín suprime a algunos de sus militantes y los jefes, después de elogiar su acto de valentía, le recomiendan salga de escenas muy visibles. Es así que llega a Terra Alta.

   Ciudad de pocos habitantes, tranquila, el nuevo espacio le brinda a Marín un salto cualitativo al conocer a Olga, quien lo enseña a leer de otra manera. Si antes la lectura fue una tabla de salvación para salir del crimen, de la violencia, del odio, ahora le permite una actualización, una entrada al mundo. Y de esta manera le es posible entender a Perec y su sentido lúdico del universo. Antes, la lectura le fortalecía la soledad, ahora le permite buscar la compañía y encontrar en ella la satisfacción a necesidades vitales e indagar en nuevas experiencias a través de esos mundos inventados y construidos por la palabra.

   —Ésta también me ha gustado —dijo—. Pero ahora preferiría que me recomendaras una novela del siglo veinte que no parezca del diecinueve (…) volvió con un libro de Perec: “La vida. Instrucciones de uso”.

   Pero hay algo que sucede en Terra Alta, algo que rompe la rutina: el asesinato de los dueños de Gráficos Adell, con notable saña. Este acontecimiento rompe la empatía y la natural convivencia del matrimonio y de la hija. Marín no lo sabe, pues vivirá las jornadas con lo acumulado como producto de ese feliz encuentro. Al igual que en el asesinato de su madre, el caso se cierra pronto, pero Marín sabe que frente a ellos está la evidencia y la posibilidad de encontrar a los culpables. Su compañero el caporal Salom y su relación con el yerno de Adell, Albert Ferrer, le dan la punta de la hebra que lo llevará a resolver el caso. Además del papel de los locales y próximos, aparece por allí un español con años de residencia en México que tenía sus añejas cuentas con Adell.

   La aventura de Marín se interrumpe cuando su esposa Olga es atropellada por un auto. Muere. Tendrá que llegar a la conclusión de que eso es consecuencia de su terquedad en llegar al fondo del asunto de los Adell. Resuelto el caso, se da un paralelismo entre Valjean y su hija y Marín y la suya, las dos llevan el nombre de Cossette, el destino les permite conservarlas en el desenlace, Marín regresa con ella a Terra Alta.

   Javier Cercas, oriundo de Cáceres, 1962, es un narrador muy hábil, de largo aliento y buen arquitecto de tramas. No es excepción en “Terra alta”. El premio Planeta es el más alto en el estímulo económico que otorga. Llama la atención que no se haya premiado una gran obra, que sean más bien productos de descanso o de realimentación dentro de las producciones. Esto sucede incluso en el caso de Ana María Matute, pero también en los de Vargas Llosa y Camilo José Cela. Es claro que en algunos casos el premio será lo mejor o lo más destacado o vendido de un autor, pero no creo equivocarme si señalo que no marca rumbo o, lo deseable, hito, en la novelística española. En el caso de Cercas, creo que abona a asentar esa tradición: la novela es rápida, convincente, pero los elementos constantes del género o de los géneros que tratan no alcanzan a romperse.

  Frente a Soldados de Salamina, Anatomía de un instante, Las leyes de la frontera, El impostor, donde Cercas no sólo se faja con los adjetivos de la novela, con los subgéneros, sino que también juega con la Historia, sobre todo a partir de la posible muerte de Rafael Sánchez-Mazas, en el primer caso, esta novela galardonada no se escapa de sus propias condicionantes, si acaso llega a alcanzarlas. Sin embargo, están para protegerla la línea de la influencia de “Los miserables” y de la lectura. El ir a las novelas hace de Marín un ser diferente. La lectura con Olga lo estetiza, es la otra línea protectora, lo hace dúctil, lo reconstruye. El asesinato de los ancianos, que nunca encuentra apoyo en sus trabajadores o muestras de rechazo, permite ir al resentimiento del yerno y la complicidad del policía-amigo y a una vieja deuda del propietario con alguien que sólo aparece hasta el final de la trama.

   El homenaje a Victor Hugo, que en años recientes también recibió uno de Vargas Llosa, es a la vez un homenaje a la narrativa de los siglos diecinueve y veinte y a su función de lectores a la par que de la literatura, del mundo y de sus complejidades. Los personajes de Cercas son defectivos, no presentan todas sus realizaciones posibles ni dentro de la gramática de la existencia, ni dentro de la gramática del texto. Marín crece en un mundo hostil y él lo hostiliza, desarrolla su soledad y convive con la madre sin llenar con eso la soledad. Cuando encuentra en prisión a un practicante de lectura y escritura, merodea ese mundo que le es ajeno y termina por entrar a él, sin renunciar a su soledad o sin posibilidad de erradicarla. Cuando encuentra en Olga una lectora más ligera y amplía de miras, se deja querer e invadir por ese mundo que le había sido negado. El tratar de resolver el cruel asesinato de los ancianos le arrebata a su única cómplice, lo que significa el regreso a la soledad. Claro, podrá contar con Cossette, pero nunca será posible volver a algunos momentos ideales.   

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Guadalupe