Opinión

JoyceR2Alejandro García / ]Efemérides y saldos[

Leer desde ahí quiere decir leer como si el libro no estuviera nunca terminado. Ningún libro lo está por más logrado que aparezca. No existe el libro cerrado y perfecto: la terminación en el sentido artesanal, lleva a buscar en el revés los lugares de construcción y a plantear de otro modo el problema del sentido. Manuel Puig contaba que cada vez que se ponía a leer una novela, empezaba a reescribirla.

Ricardo Piglia

En su libro "El último lector" Ricardo Piglia nos regala un ensayo sobre la construcción de "Ulises" por James Joyce. Entre muchas cosas importantes que allí dice quiero destacar dos.

     La primera es la de la importancia de seguir los pasos del autor para tratar de entender (leer en alguna de su dimensiones) una obra y la de la importancia de una palabra que se repite a lo largo del texto y que el traductor debe decidir si se conserva o no en su transparencia: en este caso se trata de la palabra papa. Es una papa la que Bloom lleva por las calles de Dublín. Así como es una palabra “metempsicosis” la que le pide su esposa que le explique en su significado, dado que ha aparecido en su más reciente y no concluida lectura y que puede aportar una de las grandes alas para la interpretación de esa gigantesca obra. Pero yo sólo me voy a ocupar de la palabra papa que carga Bloom ese día.

     En la primera y ya clásica traducción al español de la obra, debida a J. Salas Subirat las dos primeras apariciones es traducida como zanahoria, tonto. Después, al revisarse los bolsillos la papa aparece y Salas Subirat la consigna como zanahoria. Más adelante, aparece la papa y su correlación, pero el traductor sigue ignorándola aunque señala lo otro: su utilidad para la reuma.

     Y por fin, en alguna parte aparece la papa entre los remedios de la madre de Bloom para curar la reuma, pero el traductor ha hecho su trabajo estratégico de acuerdo a su propia batalla. La papa se correlaciona no sólo con esa labor curativa que cree la gente de Dublín sino con su papel de alimento fundamental de las clases más pobres de Irlanda. Y me atrevo a afirmar que de Europa, pues son papas las que asa la abuela del futuro Tambor de Hojalata en la Alemania de Günter Grass. Una palabra de traducción fácil se le complica al traductor por la sintaxis gramatical y de la propia (específica) obra y por la distancia con el mundo del que escribe “Ulises”.

     El otro asunto de Joyce tiene que ver con la relación de su héroe Bloom y la obra que lo envuelve con el Ulises de la “Odisea” de Homero y del lejano mundo griego. Es cada vez más evidente que la preocupación y el tema estaban en Joyce y en gran parte se quedó con él, de allí que tuvieran que agregarse esquemas de la obra de acuerdo a los cantos y sucedidos de la obra clásica.

     Lo interesante es cómo se impregna James Joyce de las aventuras de Odiseo y cómo va construyendo su propio universo, de acuerdo a su mundo de convenciones y de intentos de ruptura, algunos de estos le ganaron buena fama de sucio e inmoral. Alguna vez me he obsesionado yo con lo que explica Vassilis Vassilikos de cómo el resentimiento con su padre, el reencuentro y la muerte, lo llevaron a transformar su interior lamento en el monólogo de la viuda de Lambrakis, el político griego que es asesinado al salir de una reunión por fuerzas de corte fascista y como lo intimista se trasmuta en una novela política que quizás por ello a mí en lo personal me sigue pareciendo única. Así, en el caso de Joyce el legado tremendo de Homero, el peso de los siglos y de las clasificaciones, es poco a poco disminuido y asimilado en una obra que impone sus propias reglas y sus condiciones de lectura.

     La guerra de la traducción es de palabra a palabra, de frase a frase a frase, de enunciado a enunciado, de tradición a tradición, de asibilidad a inasibilidad, de nebulosidad a transparencia, de transparencia a nebulosidad. La traducción es infinita al leer literatura. También al leer la realidad.

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Guadalupe