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Cimacnoticias | México, DF

 

Las madres mexicanas tienen la obligación de amar, criar, educar, alimentar, vestir, proteger, procurar y formar a sus hijas e hijos, y como si esto fuera insuficiente, ahora la escritora Sara Sefchovich propone que ellas también se hagan responsables de detener la violencia que generan sus descendientes.

La polémica propuesta es el centro de su más reciente libro “¡Atrévete! Propuesta hereje contra la violencia en México”, de editorial Aguilar, un texto que resulta ser un libro de autoayuda, una propuesta moral y a la vez un ensayo provocador, una filosa crítica y un análisis bien documentado de la violencia, según la reseña de las y los críticos.

A sabiendas de que su idea generaría animadversión, sobre todo de feministas que por décadas han exigido desmitificar el rol de madres, la socióloga decidió publicar este libro que en diciembre pasado se presentó en la ferias Internacional del Libro de Guadalajara, en febrero en la del Palacio de Minería, y ayer en la Casa de las Humanidades de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Las reacciones son varias. Para el escritor Benito Taibo, el texto es una propuesta lógica; para la secretaria de Educación del Distrito Federal, Mara Robles, es un llamado a dialogar con las ciudadanas, y para la feminista Marta Lamas es “preocupante”, porque considera a las mujeres sólo como madres, y para la académica Lucía Melgar es “injusto acusar a las mujeres de no querer cumplir las leyes” (es decir, de no denunciar a sus hijos delincuentes).

En la presentación en la UNAM, la periodista Adriana Malvido, junto con Lamas y Melgar, destacaron el análisis de la escritora respecto a la violencia extrema que vive México, pero criticaron que se proponga a las madres como solución de la delincuencia, ya que esto refuerza el estereotipo de que la mujer es la culpable de las acciones de sus hijas e hijos.

Sara Sefchovich, investigadora del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM que ha destacado por sus análisis de género, aceptó las críticas pero defendió su obra: “La única razón que doy para que las madres pudieran querer detener a sus hijos no es una razón moral y tampoco es una razón de amor”.

Aunque el argumento se centra en el papel preponderante de la familia y de las mujeres dentro de ella, la escritora argumentó: “Mi tesis para decir que las madres, y es donde las identifico con las víctimas, es el hecho de que la madre del delincuente también le puede doler perder a su hijo, porque lo maten, porque lo torturen, porque lo encarcelen, por lo que sea”.

En su libro, Sefchovich dialoga con sus lectores, pero hace un especial cuestionamiento a las mujeres que tienen hijos delincuentes, a aquellas que les dan la bendición antes de que vayan a cometer sus fechorías, a las que reciben los regalos que fueron obtenidos por el robo, a las que alientan el crimen, a las que no denuncian a sus descendientes.  

Ante ello, la feminista Marta Lamas aseguró que es certero señalar que en México la familia solapa la delincuencia, pero discrepó con la autora en su intención de que las madres se encarguen de realizar el saneamiento que necesita el país, porque se entiende que la voluntad y la conciencia de las mujeres podrán hacer todos los cambios, lo cual “no puede ser”.

“Privilegiar la identidad de las mujeres como madres es lo que el discurso ideológico imperante ha hecho”, por ello para Lamas es necesario repensar el papel de la maternidad, sobre todo en un país donde las mujeres son violentadas y donde las familias ya no son lo que fueron hace algunas décadas. 

A su vez, Lucía Melgar dijo que es peligroso retomar la tradición mexicana de una idealización de las madres a las que se adora y a las que al mismo tiempo se maltrata, y es que para la feminista es dejar de lado las relaciones de poder e ignorar el papel de la figura paterna en las responsabilidades familiares.

En opinión de la académica, es injusto imponerles a las madres la responsabilidad de detener la violencia de sus hijas e hijos.

Incluso, invitó a repensar si un pandillero realmente escucha a su madre e imaginar a una mujer que vive en la miseria y que sobrevive gracias a la actividad ilícita de su hijo; pero además preguntarse –convocó Melgar– si ellas pueden denunciar a sus hijos en un sistema de justicia corrupto.

Hubo mucho más críticas, pero Sefchovich concluyó que ante el fracaso de las políticas gubernamentales para hacer frente a la violencia, es necesario empezar a buscar otros caminos y qué mejor que empezar por la familia, y aunque aceptó las opiniones de las feministas, aseguró: “Lo único que ya no podemos aceptar es que ya no haya propuestas”.

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