Más de 200 millones de mujeres y niñas vivas actualmente han sido objeto de la ablación en los 30 países de África, Oriente Medio y Asia donde se concentra esta práctica
Un nuevo estudio de UNICEF, cuya publicación coincide con el Día Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina, denunció que alrededor de una de cada cuatro niñas y mujeres víctimas de la mutilación genital femenina; es decir, 52 millones en todo el mundo la sufrieron por parte del personal sanitario.
La proporción de afectadas por la ablación a través de servicios médicos es el doble de alta en las adolescentes de 15 a 19 años con un 34 %, en comparación al 16 % de víctimas de 45 a 59 años.
«La mutilación autorizada por personal médico sigue siendo una mutilación. Los profesionales sanitarios cualificados que practican la ablación violan los derechos fundamentales, la integridad física y la salud de las niñas», dijo la directora ejecutiva de UNICEF, Henrietta Fore. «La medicalización de la práctica no la hace más segura, moral o defendible».
UNICEF destaca que el incremento de la mutilación genital femenina se debe a la creencia errónea de que los peligros de realizarla son de salud, y no una violación fundamental de los derechos de la niña.
No se evita el peligro, se crean problemas de salud
Añadió que realizar esta práctica no evita el peligro que representa para la mujer, «ya que sigue eliminando y dañando los tejidos sanos y normales e interfiere con las funciones naturales del cuerpo de una niña».
El Fondo de la ONU destacó que la ablación genital femenina realizada en centros sanitaros, ya sea en una clínica pública o privada, en el hogar o en otro lugar es extremadamente común en Egipto y Sudán, donde casi 8 de cada 10 niñas fueron víctimas de esta mutilación por el personal médico.
Muestra de ello fue la repulsa internacional y la condena por parte de las Naciones Unidas, y del propio Gobierno, que provocó la reciente muerte de una niña de 12 años el mes pasado en Egipto. La nación africana prohibió la práctica en 2008 e incrementó la pena por dicha actividad en 2016.
Según el nuevo análisis, en las dos últimas décadas se ha duplicado la cantidad de niñas y mujeres que desean que cese la práctica, especialmente entre las adolescentes en los países con alta tasa de prevalencia.
«La mutilación genital femenina tiene su origen en las desigualdades de género, y el primer paso para finalizarla es cambiar la mentalidad de la gente», dijo Fore. «Estamos progresando. Las actitudes cambian. Los comportamientos cambian. Y, en general, se mutila a menos niñas».
UNICEF recordó que esta práctica pone en peligro la salud de las mujeres y las niñas y tiene consecuencias físicas, psicológicas y sociales a largo plazo.
Pese a disminuir su prevalencia en todo el mundo desde hace tres décadas, en los 31 países de los que se dispone de información, al menos 200 millones de niñas y mujeres fueron sometidas a la mutilación genital y 68 millones de niñas corren el riesgo de sufrirla en 2030. Sólo en 2020, más de cuatro millones de niñas en todo el mundo corren el riesgo de ser sometidas a la ablación.
Los costos de la mutilación genital superan los 1000 millones anuales
Por su parte, la Organización Mundial de la Salud indicó que, de atenderse todas las necesidades médicas derivadas de la mutilación genital femenina, los costos sanitarios de su tratamiento ascenderían a 1400 millones de dólares anuales en todo el mundo. El costo individual para cada país se acercaría al 10 % de todo su gasto promedio anual en salud; en algunos países, esta cifra se eleva hasta el 30 %.
Con motivo del Día Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina, la OMS lanzó una herramienta interactiva en línea que sirve para calcular el costo sanitrario actual y futuro de la atención a las mujeres que viven con afectaciones causadas por la mutilación genital femenina.
La aplicación demuestra que, de abandonarse esta práctica en la actualidad, el ahorro de costos sanitarios sería superior al 60% en el año 2050.
Algunos datos y cifras:
La mutilación genital femenina comprende todos los procedimientos que, de forma intencional y por motivos no médicos, alteran o lesionan los órganos genitales femeninos.
Estos procedimientos no aportan ningún beneficio a la salud de las mujeres y niñas.
Pueden producir hemorragias graves y problemas urinarios, y más tarde pueden causar quistes, infecciones, complicaciones del parto y aumento del riesgo de muerte del recién nacido.
Más de 200 millones de mujeres y niñas vivas actualmente han sido objeto de la ablación en los 30 países de África, Oriente Medio y Asia donde se concentra esta práctica.
En la mayoría de los casos se practica en la infancia, en algún momento entre la lactancia y los 15 años. La mutilación genital femenina es una violación de los derechos humanos de las mujeres y niñas.
¿Beneficios para la salud? Ninguno. ¡Solo daños!
Según la Organización Mundial de la Salud, en términos generales, los riesgos aumentan a medida que lo hace la gravedad del procedimiento.
Las complicaciones inmediatas pueden incluir: dolor intenso, hemorragia, inflamación de los tejidos genitales, fiebre, infecciones como el tétanos, problemas urinarios, lesiones de los tejidos genitales vecinos, estado de choque, muerte.
Las consecuencias a largo plazo pueden ser:
Infecciones urinarias (micción dolorosa, infecciones del tracto urinario) problemas vaginales (leucorrea, prurito, vaginosis bacteriana y otras infecciones).
Problemas menstruales (menstruaciones dolorosas, tránsito difícil de la sangre menstrual, etc.).
Tejido y queloide cicatriciales.
Problemas sexuales (coito doloroso, menor satisfacción, etc.).
Mayor riesgo de complicaciones en el parto (parto difícil, hemorragia, cesárea, necesidad de reanimación del bebé, etc.) y de mortalidad neonatal.
Necesidad de nuevas intervenciones quirúrgicas, por ejemplo cuando después de haber sellado o estrechado la abertura vaginal hay que practicar un corte para ensanchar la abertura y hacer posible el coito y el parto (desinfibulación).
En ocasiones la zona genital es cosida repetidas veces, incluso después de que la mujer dé a luz, con lo que esta se ve sometida a aperturas y cierres sucesivos, cosa que acrecienta los riesgos tanto inmediatos como a largo plazo.
Trastornos psicológicos (depresión, ansiedad, trastorno de estrés postraumático, escasa autoestima, etc.).