
Ejidatarios expusieron sus argumentos para decir no a la construcción de la presa
Con lágrimas y voz entrecortada dijo don Javier Sánchez, uno de los ejidatarios, “no queremos ser desplazados. Si nos quitan el río aquí se acaba nuestra vida”, clamor en este municipio de más de 4 mil habitantes, ocupante del primer lugar en pobreza en el estado, mismo que se ubica a 300 kilómetros al noroeste de la capital zacatecana.
Durante más de dos horas se volvieron reiteradas las alusiones en muchas voces a historias que se empalman en el tiempo, que causaron migraciones por el despojo, violencia y pobreza, en las que los más desposeídos se ven obligados a abandonar sus lugares de origen. En esa circunstancia se ven ellos.
Alrededor de 300 habitantes, principalmente ejidatarios, pequeños propietarios y productores están en rebelión contra la construcción de la presa Milpillas que ocupará 126 hectáreas de los ejidos de Atotonilco y El Potrero, en tanto, su presagio, es que por la gran magnitud cortará el río Milpillas-San Andrés y dejará sin agua zonas de cultivo, ganadería y huertas familiares en 14 comunidades río abajo, en perjuicio de miles de pobladores.

Maestro Jaime Valdez

En las obras proyectadas, aseveraron que las cosas se hicieron “al revés”, con una visión desde los escritorios, a escondidas, para garantizarles el agua, más que a la gente de las zonas urbanas, a las mineras y a la planta cervecera Modelo, asentada en Calera, que son las responsables del abatimiento de los mantos acuíferos en Zacatecas, señaló con indignación el maestro lugareño Jaime Valdez.
La gente ya detuvo la maquinaria de la empresa Real del Camino, con la amenaza de embargarla ante notario público, por invasión y daños a sus tierras. También han presentado una denuncia ante el Ministerio Público, el Registro Agrario Nacional y ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CDHEZ) por las presuntas irregularidades en los procedimientos que establecen las leyes, la falsificación de documentos, la intromisión de la Policía Estatal y en general la violación a sus derechos.
EL MIEDO A PERDER EL AGUA Y TODO
El mega proyecto fue concebido desde 2014, con supervisiones de las autoridades para la construcción de la gran presa que almacenaría 64 millones de metros cúbicos. La cortina se alzaría 87 metros y el temor es que la de por sí escasa corriente vea su fin, termine con la vida de flora y fauna, además de sepultar la producción agrícola y pecuaria que representan el sustento de las familias.
Trinidad Ramos, ejidatario

Loreto Ordaz, titular de la Procuraduría Agraria
Ahí, las representantes populares reconocieron que las versiones encontradas sobre la situación que prevalece se pasean por los corrillos del poder político, medios de información y grupos de opinión pública, por lo que fue necesario acudir para escuchar de la propia voz qué ocurre en el lugar y qué es lo que los ejidatarios quieren.
“CASTIGOS” E INTIMIDACIÓN
Hombres y mujeres vencieron su temor y tomaron el micrófono. Se rebelaron en contra de la imposición de la presa, lloraron, se encolerizaron, aplaudieron la defensa de su patrimonio y corearon un “no a la presa”. Se quejaron de ocho días sin energía eléctrica y agua potable en sus hogares, “estamos castigados”, aseguraron.
Varios, ya fueron intimidados y confesaron que tienen miedo. Denunciaron a operadores de la Secretaría del Agua y Medio Ambiente (SAMA) que, aseguraron, se manejan con engaños y mentiras vendiéndoles espejitos “como si fuéramos tontos”. Mencionaron que levantaron firmas de los alumnos de todas las escuelas. ¿A ver cómo para qué?, interrogaron. Les ofrecen becas, despensas, apoyos, pero no los han convencido.
Algunos ejidatarios de El Potrero ya cedieron, reconocen, los indemnizaron, pero ¿qué puede hacer la gente con unos miles de pesos para su futuro, tal vez vivir un tiempo, y después qué?, planteó otro de los afectados, quien señaló que inicialmente querían pagarles 5 mil pesos por hectárea.
Por separado, el residente regional de la Procuraduría Agraria, Loreto Ordaz, informó que el último acuerdo es de 50 mil pesos por hectárea, aunque desconoció cuántos ejidatarios ya han aceptado y recibido el dinero.
Amelia de la Rosa, habitante de Atotonilco
Dicen mujeres como Amelia de la Rosa que de por sí el agua es poca, pero cada año siembran cebolla, tomate, chile, ajo, cacahuate, camote; don José Trinidad Ramos, dice tener sus “animalitos”, ganado menor, que bebe agua del río y escasea mucho por las sequías recurrentes, ahora con la presa, “todo se acabaría”.
Los relatos siguen ilustrando una historia de tres años plagada de anarquía. Atañe a omisiones y procedimientos erráticos, atropellados, como si quisieran burlar, apresurar, imponer, de acuerdo con declarantes como la de Jaime Valdez, quien es maestro de la escuela Telesecundaria, y aseguró fue amenazado de despido por oponerse al proyecto.
Hay mujeres que se acercan a los reporteros para quejarse porque ya no pueden lavar en el río. La ropa se enmugra, quién sabe qué sustancias le estarán echando. “Nos han hecho mal”.
VARIAS COMUNIDADES DESAPARECERÍAN, SEGÚN VALDEZ
Si se hace la presa, prácticamente desaparecería el municipio de Jiménez del Teúl, ya que solo podrían sobrevivir cuatro comunidades. Otras, como La Luz, Carretas, Mesquite Blanco, Nogacha, La Laguna, Luis Moya, San Cipriano, entre otras, desaparecerían por la pérdida del río, del agua.
Los señalamientos de los declarantes van en contra los abusos la Secretaría SAMA, la Comisión Nacional del Agua (Conagua), la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), la Procuraduría Agraria, el Ayuntamiento y cuantas más autoridades que han pasado por alto a los ejidos como primera instancia para “dar permiso”.
DEVASTADOR, IMPACTO AMBIENTAL
Desde hace semanas el agua del río se tornó de color gris cemento y es que aproximadamente dos kilómetros arriba del río, sobre este punto de Atotonilco, ya estarían trabajando algunas máquinas en la limpieza y excavación.
El ecólogo Carlos Carrillo, en el lugar de los hechos, pregunta dónde está el estudio de impacto ambiental, quién lo conoce, si existe. Afirma que centenares de especies de flora y fauna se ven amenazadas, algunas que están en peligro de extinción perderían su hábitat; mencionó algunas variedades de magueyes, así como aves, peces y hasta mamíferos que morirían o emigrarían, algunas que son especies endémicas, precisó.
Temen que el río se agote con la presa
Planeado entre los años de 2014 y 2016, el Sistema Milpillas, consistente en presa y acueducto, está previsto para construirse a lo largo de cinco años a partir de 2017. Su costo es de más de 6 mil millones de pesos. Solo el ducto abarcaría 167 kilómetros.
La cortina de la presa se ubicará a dos kilómetros sobre el lecho del río, agua arriba, con una altura de 87.5 metros de alto por 270 de largo, aproximadamente, de acuerdo con SAMA.
La cortina permitirá almacenar 67 millones de metros cúbicos agua del río, que se potabilizarán y enviarán al corredor Fresnillo, Enrique Estrada, Calera, y la zona metropolitana, que abarca Zacatecas, Guadalupe, Vetagrande y Morelos.
Pareja de adultos mayores en Atotonilco
Existe una concesión por parte de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) para un uso de 42.3 millones de metros cúbicos, y quedarán disponibles 24.7 millones de metros cúbicos para lo que se requiera en la zona donde se construirá la presa, según el documento oficial.
Conagua licitará y ejecutará la presa. En tanto que Gobierno del Estado licitará y ejecutará el acueducto.
Uno de los apartados consigna que “los ejidatarios de esta zona no se quedarán sin agua río abajo, puesto que la presa solo retendrá 15 por ciento del flujo total de la cuenca, lo cual significa que seguirá escurriendo el agua cortina abajo y, por ley, se debe respetar 10 por ciento del escurrimiento como gasto ecológico”. No obstante, los ejidatarios están incrédulos, debido a que “de por sí, el agua es poca y no alcanzará para el llenado de la presa”.
Hasta el momento, la información oficial de SAMA es que el proyecto avanza e incluso ya está licitada y asignada la mayor parte de las obras, documentación que puede consultarse en el sitio oficial, sin embargo, en los últimos días la empresa Camino Real tuvo que retirar la maquinaria del ejido Atotonilco debido al conflicto con los ejidatarios y las medidas legales que anunciaron.