GUILLERMO GARCÍA GONZÁLEZ*
Remedios Varo (1913-1963), pintora de rigor vertiginoso, recrea en su obra la sensibilidad de los sentidos a través de la fijeza de la imagen, firme en sus trazos de la línea y color. Labor perseverante, calculado y razonado de su mundo fantástico.
Enaltece la figura humana, al igual, utiliza el automatismo, del surrealismo; chorreados, manchas, pulsiones de color cuya presencia física no puede eludir el énfasis. Incursiona, imaginariamente, en las iluminaciones celestiales o infernales del Medievo, Renacentista en sus aspiraciones de perfección clásica.
Remedios Varo es una creadora de transfiguraciones: magos, clarividentes, brujas y vampiros. Maniobra la alteración o disfunción de las funciones de los objetos. Una silla se convierte de improviso en un espejo, pero sin abandonar su esencia de silla. Provoca en el espectador un interés y desconcierto, muestra de la libertad del artista y el humor de las insospechadas transformaciones.
Todo objeto se animaliza, así como toda ánima adquiere la gestualidad petrificante de los objetos. Los límites entre naturaleza y creación del hombre se borran: vemos arborescencias transformándose en bóvedas, arquitecturas en paisajes, muebles en vestimentas, patas de muebles en patas de cangrejo. El infinito vegetal en desbordes; cortes, quiebres o detalles proyectándose.
La pintora logró trasponer su imaginación que ha trascendido los cincuenta años de su muerte. Simbolismos son en esencia de raíces metafísicas, más que psicológicas. Sus expresiones son atributos universales, que valoramos íntimamente y que la autora lleva a su expresión más acabada. En la obra de la artista, se aprecia una concordancia contundente entre estos símbolos primarios y plásticos.
Remedios Varo nació en Anglés, España, realizó estudios de pintura en la Academia de San Fernando. De ahí pasó a París, donde conoció a Bretón, MaxErnst, Tanguy, Miro y Dali, los máximos exponentes del surrealismo.
Para muchos artistas el surrealismo reveló una nueva fuente de inspiración: el reino del subconsciente, y se manifestó en dos aspectos: el de las experiencias creadoras automáticas y la temática de imaginación inspirado en el mundo de los sueños. El automatismo tenía por objeto asegurar la libre creación. El mundo onírico ofrecía nuevos campos de experimentación artística de orden afectiva.
En 1941, la artista llega a México con su esposo, el poeta Benjamin Peret, y en 1954 presenta sus primeras obras, cuyo éxito culmina, tras numerosas distinciones.
La primera vez que México envió obra de Remedios Varo al extranjero fue, en 1961. Con Lilia Carrillo, Manuel Felguérez y otros, estuvo en la sección mexicana de la VI Bienal de Tokio, Japón. Tanto la obra de Remedios Varo, Frida Kahlo, Leonora Carrington tienen un sitio estelar dentro del movimiento plástico mexicano contemporáneo.
*Periodista