Opinión

mig
Carmen R. Ponce Meléndez/Monedero

Cimacnoticias

Un rasgo sociodemográfico insoslayable de los corredores de migración  es la elevada feminización de la migración laboral. Las mujeres en edades entre los 20 y 44 años sobrepasan a los varones en la migración hacia Estados Unidos y Canadá.

En Estados Unidos las mujeres centroamericanas eran 46.2 por ciento de las personas migrantes en 2010 (Stoney y Batalova, 2013); pero en los corredores intra-regionales superaban 52 por ciento (Morales y otros, 2012), de tal forma que su presencia no puede ser ignorada en ninguno de los corredores que conectan a los diferentes mercados de trabajo.

De acuerdo a la gráfica anterior las mujeres migrantes más jóvenes (23.8 años promedio), provienen de México y América Central, con un participación del 50 por ciento dentro de la migración laboral, es decir 5 de cada 10 personas migrantes por motivos laborales son mujeres.

Por tanto es insoslayable que una de las aristas para atender o pretender resolver esta problemática forzosamente es la económica y laboral. El cambio de la actual política económica que expulsa a las mujeres de sus países de origen por el desempleo y la pobreza. Desde luego la violencia juega un papel preponderante, en especial para las centroamericanas.

Según el estudio realizado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT): “La migración laboral en América Latina y el Caribe. Diagnóstico, Estrategia y Líneas de Trabajo de la OIT en la región”: el corredor laboral de los países de América del Sur a Estados Unidos y a Europa, por ejemplo, se caracteriza por una elevada feminización, pues 54 por ciento de las personas migrantes son mujeres.

En promedio, las mujeres constituyen más de la mitad del total de las personas migrantes identificadas en los países de destino de las subregiones de América del Norte y América del Sur.

En América Central y el Caribe son 50 por ciento y 49 por ciento respectivamente, pero en las demás subregiones sobrepasan ese dato. En todos los países de destino hay una importante participación de las mujeres en las edades activas, pues constituyen 52.8 por ciento de las personas migrantes entre los 20 y 64 años.

En Barbados, Cuba, Curaçao, Martinica y la República Bolivariana de Venezuela, las mujeres superan  entre 57 por ciento y 60 por ciento de las personas migrantes entre las edades señaladasSon hallazgos del estudio de la OIT, que aporta suficientes elementos sustentados en datos duros para que se piense seriamente en una estrategia regional para atender la problemática que está provocando el incremento en la migración femenina y sus características, que ésta obedece a motivos laborales  no sólo para México sino para toda la región, con énfasis en Centroamérica.

Desde luego no desde la perspectiva del Presidente de Estados Unidos, que además de haber iniciado desde su mandato una fuerte hostilidad hacia los y las migrantes y pretende (entre otras cosas), que sean utilizados como moneda de cambio para firmar un acuerdo comercial como el TLCAN, o lo que es peor firmar con México un acuerdo para que la frontera sur se militarice totalmente y se recrudezca la política antimigrante que ya tiene actualmente México. Hacerle el trabajo sucio para que el país no permita el tránsito o estancia de esta creciente población que viene del Sur.

ES UN TEMA QUE ATAÑE A LAS MUJERES

México está hermanado con esa población migrante de nuestro continente por el lenguaje, la cultura, la explotación, la violencia impune, sus malos gobiernos y la pobreza. Por lo mismo no se puede “prestar”, ni mucho menos debe someterse a los intereses de Estados Unidos.

Desde esta mirada es necesario ver lo sucedido en el segundo debate presidencial realizado en el mes de mayo. No hace muchos años era impensable que en un debate presidencial uno de los temas centrales fuera la migración, pero desde una perspectiva regional, no sólo local.

También era difícil plantearse que éste se realizara en la ciudad de Tijuana, Baja California, una ciudad que siempre ha estado en el centro del huracán, sede del Colegio de la Frontera Norte (Colef), cuya especialidad es y ha sido justamente la migración y las relaciones binacionales (México-Estados Unidos).

Precisamente conforme a un estudio del Colef : “debido a condiciones de violencia generalizada en el Triángulo Norte de Centroamérica, el número de solicitudes de refugio en México y de solicitudes de asilo afirmativo (en los puertos de entrada) en la Unión Americana han tendido a dispararse en los últimos años ya que entre el 2013 y el 2015 el número de solicitudes de asilo de ciudadanos de esos tres países pasó de 13 mil 722 a 49 mil 557”.

La conclusión del estudio es por demás importante: “la principal responsabilidad del Estado mexicano con las personas migrantes es garantizar el respeto de sus Derechos Humanos sin importar su estatus migratorio”. Pero desgraciadamente eso no está sucediendo y menos sucederá si México se somete a la voluntad de Trump con la engañifa del TLCAN.

Se criminaliza al migrante como lo hace Trump, el candidato del PRI José Antonio Meade durante el debate presidencial dijo: “mucha de esa migración tiene implícita también delincuencia organizada, mucha de esa migración implica lavado de dinero, implica trata, implica abusos, implica vulnerar también nuestra propia seguridad".

Es más que obvio que estas afirmaciones además de criminalizar a las personas migrantes se  orientan a la justificación de ese tratado de migración o más bien anti-migración con Estados Unidos y su gobernante Trump. Más que protección del Estado estas declaraciones justifican la persecución, el robo, secuesto, y la trata de personas de que son objeto esta población, sean hombres o mujeres. El problema también está en el Suchiate.

La propuesta es darles un trato similar al que reciben en Estados Unidos, es el colmo. Allá los obligan a vivir a salto de mata, pendientes de las deportaciones y sometidos a una sociedad que ha exacerbado su racismo y xenofobia,  al grado de que hablar español implica un grave riesgo de ser atacado o deportado. Sin contar con que son explotadas en trabajos con salarios muy bajos y sin ningun derecho. De ahí que una propuesta como generar un acuerdo interregional –México, Centroamérica y América del Sur-, es fundamental. Fortaler los Consulados de México y convertirlos en procuradurías de defensa de los y las migrantes también es indispensable pero requiere (entre otras cosas), reforzar el exiguo presupuesto que tiene actualmente la Secretaría de Rrelaciones Exteriores.

Al respecto el pasado 13 de mayo Jorde Durand publicó en La Jornada:  “la Secretaría de Relaciones Exteriores que se encarga de los programas de protección de los 50 consulados que existen en Estados Unidos, no tiene presupuesto ni personal suficientes para operarlos adecuadamente”.

La tarea es urgente pero no será muy fácil, habrá que empezarla cuanto antes para lograr la protección de quienes migran. Pero será insuficiente si no se acompaña de una importante modificación de la política económica, la actual provoca mucha pobreza, desempleo y violencia, expulsando a las personas de sus países de origen, donde las mujeres regularmente llevan la peor parte.

* Economista especializada en temas de género

Twitter: @ramonaponce

e-max.it: your social media marketing partner