Javier Carrasco Solís* / Presunción de Inocencia
El domingo estalló la celebración por el resultado que obtuvo México contra Alemania, un momento histórico por haberle ganado al campeón del mundo. Pero hoy tenemos mayores motivos para celebrar: Se cumplen diez años de la reforma constitucional que estableció el sistema acusatorio y dos de la entrada en vigor del Código Nacional de Procedimientos Penales.
Se trata de la reforma más trascendental del sistema de justicia penal y tenemos la obligación de continuar con su consolidación.
Hace una década muchas personas opinaban que esta reforma era un sueño difícil de alcanzar ―algunas decían que aquel era un sistema de Primer Mundo, pero no para México―. Ahora es una realidad, como lo es el que México le haya ganado a Alemania en un Mundial, lo que muchxs también dudaban. Los sueños, por difíciles que parezcan, podemos alcanzarlos con esfuerzo, dedicación y sacrificios.
Dicha reforma es equiparable a un ser humano de diez años de edad, requiere de cuidado y guía constantes de las personas e instituciones responsables. Está en proceso de consolidación, es muy joven aún, no podemos abandonarla ni desilusionarnos por no ver todos sus frutos de inmediato; como un ser humano, requiere de años de crecimiento y aprendizaje. Los frutos de este proceso, de este sueño, los verán y disfrutarán en toda su plenitud las nuevas generaciones.
No podemos bajar la guardia. Centrada en derechos humanos de personas víctimas e imputadas, esta reforma no es popular porque impone mayores exigencias en la investigación y la preparación de instituciones, operadorxs, litigantes y académicxs, encontrando por ello resistencias e intentos de contrarreforma.
Se ha avanzado en un sinfín de aspectos procesales: En las audiencias están presentes lxs jueces y las partes (en el sistema tradicional no ocurría así); salvo en los casos de «prisión preventiva oficiosa», se da un debate sobre la imposición de medidas cautelares, aparte de que existe la supervisión de éstas; testigos, peritxs y policías acuden ante el tribunal para explicar hechos y peritajes en el marco del juicio oral; los procesos son más ágiles, y existen los mecanismos alternativos.
Hace una década muchas personas opinaban que esta reforma era un sueño difícil de alcanzar. Ahora es una realidad, como lo es el que México le haya ganado a Alemania en un Mundial
Pero, como se ha dicho, aún hay múltiples aspectos pendientes para la consolidación del sistema, por lo cual debemos exigir su avance y mejora; evaluaciones objetivas para lograr reformas complementarias basadas en datos y no en suposiciones; investigaciones sólidas y veraces; fiscalías, defensorías y tribunales independientes; y un verdadero proceso de selección y permanencia de operadorxs basado en perfil de competencias y resultados. Además, hemos de evitar la normalización de la corrupción y las prácticas viciadas del sistema tradicional que se han filtrado al actual, tergiversando la reforma.
Insistimos en que se trata de un proceso en curso, que, por cierto, no resolverá la crisis de violencia, para lo cual el Estado debe activar otros mecanismos, sistemas y políticas. Tampoco todos los problemas que el sistema de justicia penal había venido acumulando durante décadas. Teniendo como un ser humano la edad de 10 años, si no lo guiamos por los objetivos y metas deseados, no crecerá para darnos una Justicia de calidad.
Es nuestra responsabilidad continuar con su construcción, lo que incluye la formación basada en ética y principios de nuevas generaciones de profesionistas que intervienen en el sistema acusatorio.
¡Tenemos la responsabilidad histórica de lograr de conseguir en los próximos diez años un sistema fortalecido, asumámosla! Así como México venció a Alemania en la cancha, derrotemos las inercias que mantienen estancada la justicia penal.
* Es director ejecutivo del Instituto de Justicia Procesal Penal.