Sara Lovera
SemMéxico
Creo que la propuesta de la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (Conavim) para hacer cambios en la Alerta de Violencia de Género contra las Mujeres (AVGM) la burocratiza más la que lo que ya existía, al proponer nuevos mecanismos. Es un texto que confunde.
La iniciativa, además, es muy estricta atendiendo los pendientes y la indiferencia de burócratas insensibles. La diputada federal Lorena Villavicencio hace tres propuestas punitivas contra los agentes del ministerio público y los ayuntamientos, y propone se declare la AVGM en el país entero. La iniciativa para crear un mecanismo especial en la Ciudad de México es redundante.
Como dice Rita Segato: la violencia y el feminicidio, más que un problema que sólo se resuelve con leyes e instituciones, es un asunto que viene de un Estado patriarcal capitalista, donde los agentes que promueven la violencia contra las mujeres provienen de la forma jerárquica de la sociedad. Es la explotación y la desigualdad intrínseca del modo de producción. Tiene razón, pero hay que hacer algo mientras podamos modificar al sistema.
Creo que las legisladoras deberían ir al fondo, ir a los dos de los pilares que sostienen y promueven la violencia feminicida. Ir a reformas serias que podrían incidir rápido si se marcan límites a los medios, sin menoscabo de la libertad de expresión. Todavía en las entidades del país hay periódicos impresos y digitales que publican «encueradas» y tienen la desgracia de cosificar a las mujeres, por no hablar de la tendencia cada día mayor de la victimización de las mujeres y la reproducción de estereotipos.
Me canso que con la presión de las feministas podrían lograr diálogos con editores. ¡Claro que sí! Hay que explicarles, y si no le entran hay que reglamentar. Pero nadie lo ha hecho. Es tarea de Olga Sánchez Cordero, la secretaria de Gobernación, y su equipo.
El otro pilar pernicioso es el sistema educativo. Sus maestras y maestros insensibles, ignorantes muchos y muchas y, lo peor, violentos y machos. No hablo de abusadores, que los hay en los dos gremios de estos pilares.
Es tiempo de pensar creativamente; ir por caminos nuevos. No me sirve la denuncia cotidiana y a secas ni la conmiseración hacia a las afectadas que viven la violencia en toda la gama perversa. Ellas, nosotras, necesitamos cambios reales en el uso cotidiano del discurso patriarcal, empezando por dejar de hablar desde lo binario.
¿Cómo fomentar telenovelas cortas programadas sobre la experiencia de las mujeres y de muchos hombres que han dejado huellas centrales? Las que se han hecho, como las del canal 11, por lo menos, están mal producidas y se quedan en el intento de que los conceptos comunican lo que no pueden las palabras. ¡Claro que las palabras pueden!
Por eso no puede decir la ley violencia estructural ni igualdad sustantiva. Son dos conceptos, uno que explica históricamente la violencia; el otro es un concepto aspiracional. Sería muy interesante que nuestras legisladoras tomaran un curso de semiótica y de literatura. Lo que no se conecta con las otras personas no comunica.
Yo creo que la AVGM debe ajustarse a lo que hoy dice la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (LGAMVLV) o lo que dijo de origen. Creo que es menester hacer efectivos los sistemas de Prevención, Atención, Sanción y Erradicación de la Violencia y los convenios de los gobiernos federal y estatales.
También ajustar a los medios a lo que dice la Constitución y que obligadamente informen o, de otro modo, cumplan con el derecho de las mexicanas a ser informadas.
Urge, por tanto —y para eso es la paridad— que las mujeres del poder tomen decisiones y empiecen a modificar conductas y, por supuesto, logren el cese de la impunidad y que busquen se asegure una vida sin violencia para toda la población mexicana.
¿Por qué no un buen reglamento para las y los maestros? Un poquito de ética en la locución mexicana y buenas series en Netflix y todas las redes sociales. Un diccionario de términos no sexista; por favor, no una guía sino un diccionario que traduzca las palabras usadas para denigrar o humillar. Un diccionario para las escuelas. También he pensado en que se debe acordar con las y los empresarios de todo tipo para que hablen del valor de las mujeres y el sentido filosófico del buen vivir.
Así no tendríamos tantos parches en la ley que, por cierto, pocas personas conocen y más pocas respetan o se sitúan en sus ejes. Ni las ni los abogados saben. En fin, sueños de una guajira.
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