Opinión

Stefan Zweig 1Alejandro García/ ]Efemérides y saldos[

Tenía que —disculpe usted que lo obligue a examinar esa demencia— calcular como jugador de las blancas cuatro o cinco jugadas con antelación durante este juego en el espacio abstracto de la fantasía y de igual manera como jugador de las negras; es decir, en cierto modo tenía que deducir con anticipación, con dos cerebros, todas las situaciones dadas en el transcurso de la partida con el cerebro blanco y con el cerebro negro. Pero incluso esta autoescisión, no era lo más peligroso de mi abstruso experimento, sino que al estar inventando yo mismo las partidas, de súbito perdí el piso bajo mis pies y caí en el abismo.

Stefan Zweig

Los hombres que formaban parte del proyecto utópico de libertad y tolerancia (en el cual Stefan Zweig no dejó de creer nunca) se habían entregado definitivamente a la furia del desenfreno irracional.

Carlos Herrera de la Fuente

Editorial Mirlo ha entrado con fuerza y diversas opciones a competir en el mercado nacional. Ojalá logré consolidarse en un medio que tiende a convertirse en monopólico y donde las empresas independientes dan una dura batalla para mantenerse. No cuento con los referentes del grupo empresarial, de modo que sólo me baso en su presencia en tiendas de autoservicio y algunas librerías locales. Tengo ante mí el ejemplar de Novela de ajedrez y Amok de Stefan Zweig (México, 2017, 170 pp.) que pertenece a su colección Pocket (número 21). El precio es muy accesible, sobre todo comparado con el de Acantilado para las dos novelas por separado y justo es señalar que Amok no está incluida en el volumen compilatorio Novelas (Acantilado, 2012). Del mismo libro hay una versión de Gandhi, que al parecer sólo cambia la portada y cuyo precio es un poco más alto. Además, debo reconocer que en cuanto he visto esa colección Pocket la memoria me ha traído las portadas de la colección Folio de Gallimard, con la diferencia de que la ilustración es más pequeña en la editorial francesa. Total, que esto amenaza con convertirse en una colección que se busque, a la manera de las tradicionales ediciones de bolsillo de Editora Nacional, Sopena, Austral, Editores Mexicanos Unidos, Cátedra, Losada e incluso los más grandotes (y todavía imprescindibles) de Sepan cuantos…

Tengo a Stefan Zweig por uno de los pilares de mi educación sentimental después de leer y vivir Veinticuatro en la vida de una mujer, libro al que he vuelto varias veces, he a seres queridos y he incluido en diversos cursos, desde mis años tempranos de la docencia en preparatoria hasta la talacha de la licenciatura. Muy tarde me preocupé por saber el destino de este escritor austriaco, a quien diversas fuentes señalan como el más traducido hacia la mitad del siglo XX. Es cierto que su despliegue se da en la década más experimental de la novela del siglo pasado, la de la culminación de las obras de Woolf, Joyce y Proust. También es cierto que los escritores de lengua alemana destacan por su peso: Kafka, Mann, Broch, Musil. Sin embargo, las noveletas de Zweig, precisamente por su levedad dentro de ese mundo de enormes maquinarias, llegan a grupos de lectores que lo leen con avidez, aprovechando la posibilidad de una lectura rápida, ligera y nunca carente de profundidad y referencias al mundo de barbarie alrededor de las dos guerras mundiales, en especial la segunda.

Amok fue publicada en 1922. Refiere un incidente en el puerto de Nápoles, sucedido en el barco Oceanía. Un hombre recorre la nave por las noches, entre Calcuta y la península Itálica, pues su camarote es bastante pequeño e incómodo. Así se encuentra con un personaje que entre cigarro y cigarro, sorbo a sorbo de whisky, con el envolvente paño negro del turno, le cuenta una aventura que vivió por Malasia. Una hermosa mujer y distinguida que fue a pedirle ayuda. Estaba embarazada y su marido regresaría en cosa de días. El hombre, obviamente médico, es poseído por amok, la furia malaya, una especie de locura donde la ira ocupa un lugar preponderante y sujeta a las demás acciones del hombre. En este caso, ella se niega a pagar con su cuerpo el aborto necesario y urgente, y a él más que el cuerpo o la energía sexual, lo domina una fuerza superior. Ella ha ofrecido una cantidad generosa, pero ante el precio que se le exige. Se retira. Esto sólo acalora más al médico. Él ha vivido lejos de la ciudad, ella viene de allí, aunque dentro de la colonia, ella es inglesa, su marido holandés. Ante el desprecio, ella regresa a casa, él la sigue. No es recibido por ella. En un baile de la gobernación, todavía se presenta la hermosa mujer. Es desdeñosa. Las cosas se precipitan, el trabajo sucio también. Manos inexpertas provocan la hemorragia. El médico sólo atestigua el desenlace y acepta enunciar la promesa de que no se sepa la causa de la muerte. Parte en el buque Oceanía, en él van también el viudo y el ataúd. El amok asalta de otro modo: cuando lleguen a Inglaterra el marido pedirá otra autopsia, no se resignará a la que dice que fue un ataque cardíaco. Antes del último desenlace, el hombre ha terminado de contar su historia. Aprovechará que deben cambiar de barco el ataúd para provocar que el continente de la mujer caiga y se pierda en el mar y él se ahogue en las aguas y aparezca su cadáver en algún lugar.

Novela de ajedrez apareció en 1942, un año después del suicidio de Zweig junto con su mujer. También aquí hay un barco y una persona que se entera de las cosas que en él suceden. Es de notar que ese personaje tiene un interés: saber de la personalidad de Mirko Czentovic, campeón mundial de ajedrez, quien es conocido por sus limitadas capacidades verbales. Es incapaz de hablar sin errores en sus mensajes, es lacónico y rústico, de allí que quede la duda de cómo ha sido que se ha encumbrado en tan noble actividad humana. Primero recurre a un jugador de ajedrez de buena relación social quien logra una partida con el campeón, a cambio de 250 dólares. El grupo de interesados consolida un equipo al que el campeón derrota con relativa facilidad. En el segundo encuentro se repite la ruta, sólo que una voz irrumpe en el juego y levanta la posición de los vencidos y los lleva a tablas. Logran captar la atención de Czentovic y, sin renunciar a los 250 dólares, ir a otra partida. En este caso el campeón abandona, pero la voz se ha convertido en el Dr. B. y poco a poco han visto sus compañeros cómo se transforma, expresa la punta de un mundo que ellos no conocen. Había estado preso en un hotel, en manos de los nazis. No lo habían mandado a un campo de concentración porque era dueño de datos financieros y del lugar en que se encontraban algunos capitales de judíos. En una ocasión encontró en un abrigo de los teutones un libro de partidas de ajedrez y lo aprendió de memoria y poco a poco lo pudo reproducir en juegos donde él era blancas y negras. Se obsesionó por conocer el cerebro de cada uno de los contendientes, pero nunca pudo llevarlo a cabo con un oponente real. Después de la derrota de Czentovic, éste casi pide una nueva oportunidad de 250 dólares, pero la pasión del Dr. B. parece cada vez más fuera de control. Y todo indica que su mundo de papel y de soledad le hace ver un juego que Czentovic sigue con su cerebro y lo alcanza y lo derrota justo cuando el otro pensaba que la victoria le pertenecía.

Carlos Herrera de la Fuente escribe una pequeña introducción para el libro. Pone énfasis en los procesos de la locura y en el interés de Zweig por el psicoanálisis freudiano. Tanto B como el médico que regresa de Malasia están poseídos pon una pasión que linda en la locura o están atravesados por ella. Excepcionales en sus cualidades, son atraídos por un vértigo que los hace precipitarse al embudo del caos. Las dos novelas son de vértigo, a la manera de la ya citada Veinticuatro horas en la vida de una mujer y de esas otras que tal vez el curioso lector haya leído. En La novela de ajedrez es claro que hay una interrogante en torno a cómo Czentovic con sus limitantes puede derrotar a sus oponentes, pero en el encuentro aparece que la verdadera barbarie estuvo contra el Dr. B., un hombre de bien, cuidador de intereses financieros que tiene que fijarse a algo para sobrevivir, pero en el intento es derrotado por esas fuerzas oscuras que dominan Alemania. En el caso del médico de Amok es la posesión ante la belleza y el menosprecio de la mujer que ha ido a pedirle ayuda. Eso desata las furias más temibles y eso nos lleva a encontrar los resortes más ocultos del hombre.

Más allá del tema de la locura, La novela de ajedrez nos da la oportunidad de ver el asunto de las limitaciones humanas desde una perspectiva más amplia: las inteligencias múltiples. La fortaleza de Czentovic no está en lo verbal, tampoco lo es para el Dr. B., pues en ella podría estar la resolución de sus enigmas. Pero ellos tienen otras inteligencias que los hacen poderosos. Es relevante en este caso la capacidad del campeón de ajedrez. Sabe lo que piensa el otro, lo sigue, lo entrampa y lo resuelve con lo que hace mejor: gana una partida de ajedrez que el otro consideraba suya. Czentovic resuelve su vida así y se mantiene vivo. El Dr. B. no puede con el mundo que sabe contar, pero no desentrañar.

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