Opinión

Joselo G. RamosAlejandro García/ ]Efemérides y saldos[

Todos mostraban los mismos aires cabizbajos que yo, pues fueron rechazados. Saqué la tarjeta de mi bolsillo y la hice pedazos, vi caer un trozo que decía: amé, y otro que decía: nombre.

Joselo G. Ramos

Algunas veces leemos de un modo lógico, en ocasiones con los ojos, otras con la imaginación, otras con una pequeña parte de la mente, otras del modo en que queremos, otras del modo en que quiere el libro, y en otras con todas las fibras de nuestro ser.

Orhan Pamuk

¿Cómo nos enfrenamos a un texto?, ¿cómo nos disponemos a cruzar la distancia de la primera a la última página? Javier Blasco señala que Cervantes pide un lector des-ocupado, libre de prejuicios, de una moral destazadora, presto a la ligereza, al goce y a algún tipo de aventura. Habrá quien empuñe lápiz y se disponga a subrayar, corregir, anotar. Habrá quien se deje cortejar por la textualidad y de pronto esté en medio de una escena de gran peligro o a punto de participar en un lance de ridículo o en una incursión a la plaza pública donde viva el carnaval.

     Yo suelo hacer caso a Blasco y me dispongo a seguir el texto, a dejarme seducir por él. Cuando éste no es capaz de moverme, suele caer a mi lado y dejarme dormir sin riesgos de conciencia. En cambio, una vez que me ha señalado los retos esenciales y que me permite caminar con él y por él, puedo asumir posturas variadas, como las que señala el escritor turco Orhan Pamuk.

     "Mal viento" es un libro de Joselo G. Ramos (Zacatecas, Zac., 1990). Consta de diez narraciones, divididas en dos secciones: “Nonato y anónimo” y “Los inocentes” y “Mal viento”. El cuento que da título al volumen inicia la segunda sección. La primera incluye un cuento que replica su nombre. En las otras dos habrá que buscar algo que relacione sus constituyentes con el subconjunto. Desde luego, en las tres se puede buscar una correlación que sale de la lectura de la totalidad y de sus integrantes.

     Todavía el párrafo anterior puede ser producto de un examen superficial del libro, sin haberlo leído. Debo dar un paso adelante. “Nonato y anónimo” cuenta la historia del mesías, hijo de Josa y Mario. El pueblo celebra la llegada, ha habido señales claras y la fecha está indicada. No puede ser más que él. Los padres aceptan la intervención de los vecinos para que elija un nombre, el nombre, y escogen Lucio, como el padre de Mario.

     Yo, lector, comienzo de inmediato a confrontar mi memoria con lo que aquí sucede y voy al viejo mito, parte mi patrimonio nemotécnico, y al actual mito del nacimiento de Cristo. Por más que se me diga, no es cómoda la experiencia, altera lo que ha costado sangre y pedagogía fijar, a otros habrá que de plano no les cuadre y lo ataquen o tengan una reacción donde la literatura no puede escapar a la moral y por lo tanto debe sancionarse. Ramos no sólo recrea el mito, lo tuerce, lo altera desde antes del nacimiento. Ese acto, que marca otra Fundación, que es menos ortodoxo que el dominante, le llevará a Lucio y a sus padres al exilio. Lucio no es el verdadero Mesías? ¿Dónde se perdió? El mundo narrativo de "Mal viento"y de Joselo G. Ramos arranca.

            Las personas que tomaron la delantera, competían para pedir la placenta, confiados en que la ingesta del órgano curaría la enfermedad terminal de sus familiares o amigos.

     Detrás del mesías está la dura vida de sus padres: Josa, un tiempo mejor conocida por Flora Marón, nacida de monja y cirquero (así fuera el empresario). Huye a tiempo de la muerte y del maltrato. Un día tiene que disponer de la vida de una infante, en parte por envidia de aquella vitalidad, en parte porque para dos mujeres es todavía más difícil sobrevivir o acaso para que aquella inocencia no se contaminara. Mario en cambio tuvo que luchar siempre por despejar su vida. Desde el principio hubo una mano que lo obligó a nacer en el sitio, y no en el tiempo, adecuado. Parecía tener todo resuelto con una mujer de presencia discreta, Josa lo obligó a vivir con ella. Después de eso se ponen de acuerdo, les tocará la rifa del tigre.

     Entre la vida de los padres está la de Julia, la mujer que tiene a las piedras por hijos. Ella misma ejerce el oficio de partera, cuando sabe que nunca será madre de carne humana. Y llega un momento en que manos acostumbradas a ver surgir la vida de entre las piernas de muchachas adoloridas, tiene que renunciar, porque lo único que recibe es niños muertos.

     El último cuento de esta sección es “La salida de Burkanas”. Un hombre se dedica a beber en una cantina del pueblo, mientras es observado por los lugareños con curiosidad. Entre trago y trago va perdiendo la prudencia, hasta que se refiere a dios con palabras que no son del gusto de los otros.

     ─Y qué si no le temo a su perro dios…

     Tal vez es lo que querían, el pretexto para darle una lección al invasor. La violación multitudinaria se da. Sin piedad. Mientras va saliendo de Burkanas, se va encontrando a los fieles que asisten a la iglesia, acompañados de la piedad y de sus familias, la prueba de tal fe ha quedado sembrada en la cantina.

     A lo largo de esta sección se percibe un tiempo mítico, un tiempo de los inicios de algo, puede ser una ciudad, una dinastía, un pueblo, una religión, o simplemente una tira de la memoria. Está ese tiempo que pudo ser cualquiera, pero que se existe por encima o por debajo, o a los lados de nosotros sin que lo percibamos en todas sus manifestaciones. Y está también la ciudad, Burkana, dibujada, a veces apenas enunciada, como referencia que atrapa, que aglutina, que dicta, y que a la vez ordena, somete, expulsa, viola.

     “Mal viento” es el cuento más provocador a nivel formal. Se puede leer en unos segundos el cuerpo del texto, pero va acompañado de notas al pie que son historias paralelas o toboganes de algunos personajes que sólo son mencionados en el texto. Arriba lo dominante es el frío, la soledad, la dureza de la naturaleza, la dureza del cuerpo hecha costumbre y costra. El hombre quema un libro para calentar un poco su cuerpo, las notas llegan a desatar las pasiones, el instinto, cuando de Mariela Siraín se trata.

                Toda ella era intimidante para mis ojos de adolescente fascinado por descubrir la masturbación. Mariela era una amenaza hasta para algunos profesores del colegio…

     En la segunda sección es difícil saber quiénes son los inocentes. El grupo encuentra a quien delinca por ellos y no se conmueve cuando el otro es atrapado, al contrario, lo deja caer en desgracia. El niño es una presencia que disloca la vida del narrador, pero apenas ve que algo se conmueve en el otro, se aleja y se esconde. El narrador de “Mal viento” se agota en una líneas, pero su vida es profunda, sus referencias o notas a pie nos lleva a una riqueza vital que seduce al lector emocionado por la brevedad de la cáscara y lo suculento de la pulpa.

     En el apartado “Mal viento” las visiones de tiempo cero o de cercanía con personajes partidos o escenarios ambivalentes, cambia a la irrupción del mundo exterior. Por lo menos en “Elecciones” e “Hijo de tu patria madre” es el requerimiento externo el que se impone. Romper la privacidad para sacar a una familia por la fuerza a fin de votar el candidato “indicado”, da al traste con todos los lemas de la democracia y pone sobre aviso del regreso de formas bárbaras de imponer el voto. Y en el otro es curiosamente la brecha democrática, a través de los partidos, la que puede producir el ascenso más asombroso de un hombre de pocos recursos hasta las más encumbradas posiciones de otra nación, la más poderosa.

     “La autoridad del calzado” habla de la confrontación en la calle. Un grupo de jóvenes quiere dominar a uno imbatible. Lo intentan, fracasan y uno de ellos de plano ni se acerca, pese a que carga una pistola. Lo descubren y organizan un asalto a balazos desde una azotea. Cuando están a punto de tirar, porque el fortachón ha salido a tender su ropa, sale la madre y le pone de golpes y chanclazos, porque no ha echado correctamente agua a la taza del baño, sin que el animalote le responda y sí gimotee.

     El libro cierra con “Primavera silenciosa”, la experiencia visual de un jovencito desde un árbol, tal parece que estos personajes de la calle busquen las alturas, no se animen a caminar. Desde allí descubre la relación sexual de una pareja. Los dos se saben observados. La ceremonia es prohibida. Le hacen un atractivo ofrecimiento. El abuelo impide cualquier trato. Se le presentarán todavía alguna vez en ceremonias importantes.

     He dejado para el final “Las muñecas”. Es para mí el texto más logrado, sin que eso quiera decir que los otros hayan fracasado. Todos son de buena estirpe. Lo que sucede es que el libro es duro en su tono general, deja poco espacio para la contemplación siquiera. En este cuento el mundo de los niños ha sido invadido, el espacio donde ellos generaban un universo paralelo al cotidiano les fue arrebatado por las dos mujeres ancianas y un grupo de niñas desprotegidas. Todo el cuento está desarrollado para que los agredidos cansen y expulsen a las invasoras. No lo logran, y no lo logran porque uno a uno son cautivados por la belleza, por el buen trato, por el posible amor de las chiquillas.

                Sólo entonces entendí por qué ninguno de los niños hizo las fechorías prometidas: sufrían, como yo, el miedo a perderlas.

     El mundo en el que viven es violento, sin mucho afecto. El hermano mismo del narrador vive un romance con una de las internas, pero se hace acompañar de una más pequeña que apenas si habla. La cercanía los hará conocerse, entenderse, buscarse, pero será cuando todos se den cuenta de que han traicionado el plan porque se han rendido a sus parejas. Y entonces el narrador tiene que pelear con Claudio. Y todo desaparece, se desvanece, pero no esa doble vuelta de la vida que hace posible el soplo de la ventura en algunas situaciones. En un contexto más terrenal la seducción pertenece a la rara especie de “La tercera expedición”. Aquí viven para contarlo.

     "Mal viento" abre con cuentos riesgosos. Busca un lector paciente y entrón. Cercano a las Fundaciones, acaso conocedor de que ahora ha sido tiempo de ellas, no se mueve del relato marginal, de las situaciones de prueba y de violencia: un no mesías fratricida, un mesías perdido en la matriz, una maternidad pétrea, una madre original infanticida, una sagrada familia en el exilio, unos defensores de Cristo que violan al profanador. Por suerte la tesitura narrativa es de buena factura y nos lleva de sorpresa en sorpresa.

     Después vienen los individuos y el mundo, los laberintos o las bifurcaciones, las ceremonias de vida y muerte, la infancia líquida, el matrimonio lejano y en cautiva punición, la persona que tienes que tocar cuando buscabas a otra.

     Hay en los cuentos de Joselo G. Ramos lo mismo la mirada despiadada que el corazón de alcachofa de la ternura, lo mismo la violencia cruda que el detalle que sonríe o la caricia que pone candela en el corazón del hombre, lo mismo el relato tradicional que la ruptura de la linealidad y el manejo de planos y otras (etéreas) dimensiones.

     Tenemos ahora la posibilidad de conocer la joven voz de un narrador que entra a un área de alta competencia lingüística y literaria, que lo mismo conoce de la virtuosa savia de Horacio Quiroga, Jorge Luis Borges, Juan Rulfo, Julio Cortázar, Amparo Dávila, que la más reciente furia de talentos de Carlos Velázquez, Juan Gerardo Aguilar, Alberto Chinal, Luis Jorge Boone, Antonio Ortuño.

     Joselo G. Ramos pertenece a los narradores sentimentales, para retomar a Pamuk, a los que evitan la ingenuidad, a los que buscan el hueso duro de roer, pues así es el oficio y así es la vida. Nada se regala y para descubrir los grandes misterios hay que llevar el lenguaje a límites y tener claro que la razón y la crítica operan y la conciencia, la conciencia, ayuda a entender el mundo y a responder a sus desafíos.  

     Léalo, amable lector, y téngalo presente, no se arrepentirá.

     (Epílogo del libro “Mal viento” de Joselo G. Ramos, México, 2020, Taberna Libraria, 116 pp.)

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