Manuel Ibarra Santos
La violencia y la pobreza han construido en nuestro Estado un círculo perverso que ha mantenido a Zacatecas en el rezago y en la marginalidad histórica. Por si fuera poco, el INEGI, a través de sus investigaciones recientes, sostiene que en la entidad se localizan los puntos territoriales del país que registran los más elevados indicadores de percepción de inseguridad pública.
Por otra parte, de buenas a primeras, nos encontramos con la lapidaria y desgarradora noticia negativa de que Zacatecas capital se ubica, en el lugar quince, de las cincuenta ciudades más violentas del planeta, según la información proporcionada por el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal.
Dicha institución nos revela que del medio centenar de ciudades más violentas del mundo, el 40 por ciento de ellas se ubican geográficamente en México y una de esas es, lamentablemente, la capital del Estado de Zacatecas que tiene una tasa de 59 homicidios por cada 100 mil habitantes.
La ciudad más violenta del planeta es Celaya, Guanajuato, con una tasa de 105 homicidios por cada 100 mil habitantes.
Pero hay otro dato para aterrar y preocupar, porque en Zacatecas se localiza el epicentro en el país de la percepción de inseguridad pública más elevado.
La Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana, levantada por el INEGI, colocan a Fresnillo, como el municipio número uno, de entre los más 2 mil 400 existentes en la Nación, con el índice de percepción de inseguridad ciudadana más alto. El 94.2 por ciento de la gente del Mineral dice sentirse con miedo e insegura.
Se confirma con eso, que han fracasado en Zacatecas las políticas complacientes con los delincuentes y los violentos, mientras que son exitosas las estrategias de atentar en contra de los ciudadanos de bien.
Estos y otros datos, nos indican que en nuestro Estado tendrá que modificarse de fondo la orientación de las políticas de combate a la violencia criminal, por que las actuales no han servido.
La violencia criminal y la percepción de inseguridad, no solamente están impactando negativamente sobre el crecimiento, el bienestar y el desarrollo, sino que también incide en la destrucción del tejido social y en la descomposición de los pilares de la familia.
Las estrategias anti/crimen han fracasado en su misión para extirpar la violencia criminal en el Estado de Zacatecas y, por lo tanto, se tienen que modificar de raíz.
Con esta realidad, se observa como la violencia criminal ha procreado un círculo vicioso que, junto con la pobreza, obstaculizan el desarrollo y la prosperidad de Zacatecas.
De acuerdo con Instituto para la Economía y la Paz, el costo de la violencia en México asciende a 4.7 billones de pesos anuales, que equivalen a 238 mil millones de dólares anuales y representan el 21 por ciento del Producto Interno Bruto Nacional.
Con esos recursos que se van por el hoyo de la pandemia criminal, bien pudieran servir para abatir y reducir la pobreza, generar condiciones de empleo digno para los jóvenes, mejorar la oferta pública de educación y salud de calidad para la gente.
A los profundos efectos que está dejando la violencia criminal, se suman las repercusiones devastadoras de la crisis sanitaria, que están construyendo una sociedad, con una nueva generación de ciudadanos, altamente traumatizados. Y a todo lo anterior habría que agregar los datos de la pobreza social que azota a nuestro Estado.
Y tenemos que definir a la pobreza, como una de las violencias más brutales que pueda padecer la sociedad zacatecana, porque han faltado históricamente políticas públicas efectivas para combatirla.
Combatir la violencia criminal y la inseguridad es una de las más altas prioridades que tenemos, si es que en verdad deseamos que haya bienestar y prosperidad en Zacatecas.
VIOLENCIA CRIMINAL Y VIOLENCIA REVOLUCIONARIA.
A inicios del siglo XX fue la violencia revolucionaria, la asociada a la Revolución Mexicana de 1910 y a la batalla de la Toma de Zacatecas, del 23 de junio de 1914, la que dejó en nuestro Estado una secuela de destrucción, muerte, hambre y pobreza.
Después de la histórica batalla de Zacatecas tuvieron que pasar más de 60 años para que Zacatecas pudiera superar los profundos estragos y efectos traumáticos de la guerra de 1914 que dejó como saldo miles de muertos y destruida la planta productiva. En consecuencia, también sembró la semilla de la posterior ola masiva de migrantes y de pobreza.
Cien años después, el ciclo de la historia se repite. Ahora no es la violencia revolucionaria, sino la violencia criminal la que hace estragos en la vida de Zacatecas.
A inicios del siglo XXI, es la violencia criminal en Zacatecas, no sólo el mecanismo, sino el motor principal, que está propiciando que se mantengan los altos niveles de pobreza entre la población.
LA INEFICIENCIA GUBERNAMENTAL:
Y es la ineficiencia gubernamental, el factor que ha consolidado la construcción del círculo perverso entre violencia/pobreza, que se debe eliminar.