Opinión

salud mental famManuel Ibarra Santos

              Luego de más de un año de confinamiento en casa por parte de los alumnos del sistema educativo, obligados por los efectos de la crisis sanitaria, ahora el principal azote que afecta a niños, niñas y adolescentes, es el incremento exponencial de enfermedades psicológicas y emocionales. Será difícil que se soporte otro período prolongado de paro escolar, sin que se pueda evitar que estalle una crisis de dimensiones inconmensurables

              A los problemas de deterioro, estancamiento y retroceso en los procesos de enseñanza-aprendizaje de calidad, que se han registrado en el transcurso del último y más reciente año, se le agrega este fenómeno adicional de efectos traumatizantes, de tipo emocional, en la población escolar.

              Adquieren por ese motivo, una adecuada justificación, las voces de quienes han formulado la propuesta de retornar a clases presenciales en el mediano plazo, por razones de salud colectiva, entre ellas la de la profesora Delfina Gómez Álvarez, Secretaria de Educación Pública.

El Instituto Nacional de Salud Pública revela que entre la población infantil mexicana se incrementó en más de un 60 por ciento, en este periodo de crisis pandémica, el estrés, miedo, angustia, depresión, preocupación y tristeza.

Y un niño contantemente estresado no estará, nunca, en condiciones plenas de aprendizaje e incluso, se le pueden inhibir capacidades y habilidades importantes para su desarrollo futuro, lo afirman estudios realizados por el Instituto Nacional de Psiquiatría “Juan Ramón de la Fuente”.

El aumento tan impresionante de estrés en la psicología infantil no tiene antecedente alguno y, sólo puede ser comparado, con el que se generó durante y después de la Segunda Guerra Mundial.

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) reporta que, en muchos países evaluados, entre ellos México, al menos 7 de cada 10 niños sufren de angustia, miedo, ansiedad y depresión, producto del coronavirus.

Si no se toman medidas adecuadas en materia de prevención y atención de los problemas de salud mental, entonces estaremos forjando una generación profundamente traumatizada. Y el tiempo pasa, sin que se observen acciones de parte de la autoridad educativa.

En Zacatecas serán miles de niños, niñas y adolescentes marcados por la herencia de las enfermedades y desajustes mentales propiciados por el coronavirus.

Al respecto, podemos plantearnos una pregunta: ¿Qué se ha hecho en Zacatecas para conocer con precisión y atender los problemas emocionales, provocados por el confinamiento derivado por el covid-19? Seguramente nada. Y eso es fatal y desastroso. Pero hay otros efectos negativos, tampoco atendidos.

La UNICEF relata que, en México, resultado de varios estudios e investigaciones, se reporta que el 78 por ciento de personas encuestadas en el país, han tenido problemas serios para continuar con la educación de niños, niñas y adolescentes, por diferentes razones.

En el mes de diciembre del 2020, la Secretaría de Educación Pública, a través de su Dirección de Gestión Escolar, realizó una encuesta en un segmento de 300 mil maestros, de las 32 entidades federativas, y el 46 por ciento de ellos coincidieron en manifestar que los procesos de enseñanza – aprendizaje, a través de dispositivos tecnológicos a distancia, en el primer año del confinamiento, se estancaron, se deterioraron y peor aún retrocedieron.

En nuestro país, entre el 15 y 20 por ciento del total alumnos inscritos en el sistema educativo, abandonaron sus estudios, porque sus familias no tuvieron recursos para adquirir computadoras o enlazarse a internet, según datos de la propia SEP.

Ahora son muchos los dilemas que se presentan en el horizonte de la educación pública. Por razones de salud pública, será pertinente que millones de alumnos en el país y miles en Zacatecas, retornen a clases. Para eso, es importante planificar con responsabilidad el regreso y evitar las improvisaciones.

Pero urgente resulta también detener el deterioro y retroceso en los procesos de enseñanza-aprendizaje de calidad, que hoy se experimenta en México y Zacatecas.

Poner de pie al sistema educativo, es uno de los más grandes desafíos que tiene Zacatecas, si se desean trazar políticas eficientes para estimular el desarrollo.

             

UNA SOCIEDAD DOLIDA

              Previamente a la crisis sanitaria, se registraba la existencia de una sociedad furiosa por los malos gobiernos, ante la corrupción, la desigualdad, la injusticia y la pobreza. El resentimiento, irritación y malestar colectivos se sumaban al coctel explosivo, producto de los malos resultados aportados por el modelo deshonesto de la democracia mexicana.

              Ahora, además de contar con una sociedad furiosa, también se le agrega la presencia de un pueblo dolido y traumatizado por los males emocionales, generados por la crisis del coronavirus, que afectan de manera especial a niños, niñas y adolescentes.

              Los problemas que afectan a la educación pública en Zacatecas son, por esas razones, multidimensionales y más graves, que antes de la pandemia del covid-19.

              ZACATECAS Y LOS APRENDIZAJES:

              En Zacatecas, lo menos que puede esperarse, es que se haya aprendido de esta experiencia traumática e iniciar un renovado itinerario de re/construcción del sistema educativo.

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