Lucía Lagunes Huerta
Cimacnoticias
Construimos una nueva geografía política en nuestro país, no sólo por los espacios ganados por los partidos políticos, sino por las nuevas mujeres políticas que llegan a las gubernaturas en esta contienda electoral. Su presencia fortalece los principios de pluralidad e igualdad como pilares de la democracia.
De entrada hay que decir que México tendrá siete gobernadoras de manera simultánea, situación que no había ocurrido en la historia de México tras 68 años de voto femenino y 42 años de la primera gobernadora electa en el estado de Colima, en 1979.
Después de la jornada electoral de este 6 de junio de 2021, cinco gobernadoras se suman a la gobernanta de la Ciudad de México, a la de Baja California, a la de Tlaxcala, a la de Colima, a la de Chihuahua y a la de Guerrero. Seguimos a la expectativa de lo que pasará en Campeche, donde se podría sumar una mujer más. En total serían seis gobernadoras, de 15 ejecutivos estatales electos, el pasado domingo.
La importancia no sólo está en el número de mujeres que llegan a gobernadoras, sino en la ruptura de la excepción que se tenía en nuestro país en los cargos ejecutivos estatales. Hasta ahora íbamos contando gobernadoras de una en una, por lo que la llegada de estas cinco o seis titulares a los poderes ejecutivos estatales al mismo tiempo ratifica que la #ParidadenTodo, que tantos nos costó lograr a las mujeres, llegó para quedarse y que los argumentos que se pusieron hace años para impedir este avance de la igualdad se caen con los hechos.
En el pasado se decía que las mujeres no garantizaban votos, por lo tanto, no se ponían en cargos de elección, mucho menos si se trataba de gubernaturas; el pretexto siempre fue una excusa machista que ponían las dirigencias partidarias para NO reconocer el derecho de las mujeres a ser electas.
Todas las gobernadoras que ganaron el domingo pasado lograron más del 40 por ciento del voto ciudadano; en casos como Tlaxcala, que fue el más alto en votaciones entre las seis gobernadoras, se llegó al 49 por ciento del voto. Con el paso del tiempo los mitos fueron cambiando; y hoy, cayendo por su propio peso.
Otro mito fue que las mujeres sólo podrían dirigir poblaciones pequeñas; sin embargo, las siete gobernadoras electas este 2021 tendrán bajo su responsabilidad 16 por ciento de la población total del país y gobernarán sobre 22.9 por ciento del territorio nacional.
Las nuevas gobernadoras, sin duda, enfrentarán grandes retos provocados por la desigualdad, principalmente de género y acceso a los goces de los derechos de las poblaciones, uno de ellos, el educativo, ya que en promedio sus entidades no rebasan la educación media superior. Estas mujeres gobernarán sobre entidades cuya riqueza se basa en el comercio, servicios, minería y petróleo, estos últimos básicamente en Campeche, y nadie tuvo que preparar un plan de emergencia para ello. Recordáremos que todavía en 2018 algunos periodistas preguntaban si México estaba preparado para que fuera gobernado por una mujer. Por eso traigo a colación esto, porque también la lectura periodística al respecto está cambiando, hasta ahora no hemos encontrado estas preguntas hechas a las candidatas.
La reflexión con colegas sobre los derechos políticos de las mujeres y su tratamiento periodístico también está dando frutos, lo que también es un signo de cambio y de cómo se ha ido naturalizando la idea de las mujeres en los espacios de poder.
Dejar de ser la excepción y normalizar la presencia de las mujeres como dirigentas políticas robustece los principios de pluralidad e igualdad como pilares de la democracia, y que las elecciones democráticas siguen siendo las vías para los cambios y el avance pacífico. Por eso hay que celebrar el triunfo de la paridad. Hemos ganado el número, que sin duda es muy importante, ahora se hace urgente garantizar la transformación de las agendas políticas para hacer de los Derechos Humanos de las mujeres el eje fundamental en las estrategias de gobierno.
Hasta ahora se sigue creyendo que abordar de manera prioritaria las condiciones de desigualdad que afecta al 52 por ciento de la población es una reducción, una particularidad. Esta mirada niega que las mujeres somos más de la mitad de la población que está presente en todos los espacios de la vida y fuentes de transformación total. Otros terrenos que habrá que seguir, sin duda, son la conformación de los Congresos tanto federal como estatal y las presidencias municipales, pero esa es otra historia que pronto abordaremos aquí.