Manuel Ibarra Santos
La crisis multidimensional que padecemos (de salud, de violencia criminal, de inseguridad, económica, de escasez de empleo y emocional), ha producido ya en nuestro entorno <desde hace tiempo>, una sociedad dolida, enferma, furiosa, cansada y abandonada. Y esa circunstancia, representa un riesgo y un peligro para el desarrollo de Zacatecas.
Y sí, asistimos a un escenario donde se ha configurado la radiografía de una sociedad con muchos padecimientos, dolores y enfermedades, con la acumulación de un fuerte malestar (hartazgo) colectivo, que puede resultar explosivo si no se atiende a fondo el problema. Algunos podrán decir "que no pasa nada", porque el pueblo aguanta todo. Se equivocan.
El malestar y la furia colectiva ha crecido en nuestros días, por la consolidación de los actos de injusticia social en todos los ámbitos: las muertes violentas, la mortalidad por causas evitables como el de la pandemia, la violencia asfixiante, las agresiones colectivas reiteradas producidas por los cuerpos de seguridad del Estado, la carencia de defensa de los derechos ciudadanos, la realidad del hambre y las limitaciones en la existencia de alimentos para las familias, así como la profundización de la pobreza y la miseria.
Tan sólo dos elementos (de varios) nos pueden dar cuenta de que la nuestra es una sociedad enferma, que experimenta fuertes padecimientos: 1).-La angustia, depresión y el estrés colectivos aumentaron casi en un 70 por ciento; y 2).-Los suicidios, sobre todo en segmentos poblacionales de jóvenes y adultos mayores, se incrementaron exponencialmente, provocados por la crisis multifactorial que se sufre (Fuente: Asociación Siquiátrica Mexicana).
Zacatecas es es hoy en día (según la misma fuente) la entidad que ocupa el lugar número nueve (9) en el contexto nacional, con una de las más elevadas tasas de suicidios, sólo superado por Chihuahua, Aguascalientes, Sonora, Coahuila, San Luis Potosí, Guanajuato y Campeche.
Pero la sociedad no sólo muestra signos de dolor, trastornos, cansancio y enfermedad. También se siente huérfana y abandonada, porque las instituciones públicas no atienden sus principales demandas y las élites políticas actúan muy alejadas del sentimiento de la gente. Y ante eso, todavía se le agregan, en forma insensata, mayor cantidad de tensiones.
La clase política ha operado frente a los fuertes dolores, padecimientos y crisis de la gente, con insensibilidad, con soberbia y con insolencia. Cada vez más crece la distancia y la desconfianza entre la sociedad y el poder, producto del hartazgo y los múltiples agravios.
El dolor, la incertidumbre y la presencia de la muerte, es lo que ha construido el entorno donde se desenvuelven cotidianamente en la actualidad las familias y las nuevas generaciones de niños, niñas, adolescentes y jóvenes. Eso tiene que revertirse.
Lo menos que se puede hacer por parte de los representantes del Estado/Gobierno, es realizar el esfuerzo para crear un nuevo entorno, más amable y cordial, menos hostil y violento, para los integrantes de la sociedad.
Persisten patologías colectivas que han agudizado los niveles de dolor y enfermedad de la sociedad. Mencionemos algunas de ellas: 1).-La corrupción y la impunidad que todavía se desempolvan y narran con absoluto cinismo en los espacios públicos; 2).-Los actos de desbordada violencia criminal; 3).-La crisis económica y 4).-La falta de confianza de la sociedad en sus autoridades.
Frente a este contexto de profunda crisis, habría que apostarle a que se recupere en la práctica, el ejercicio de las virtudes políticas, jurídicas y democráticas. No es mucho pedir.
LA SOCIEDAD DOLIDA:
Hoy como nunca cobra actualidad el extraordinario libro titulado La Sociedad Dolida: El Malestar Ciudadano (2018), autoría de Juan Ramón de la Fuente ( doctor psiquiatra, docente/investigador y ex-rector de la UNAM) en donde se presenta, en 34 excepcionales ensayos (176 páginas), el diagnóstico de los males, padecimientos y enfermedades que aquejan a la sociedad mexicana. Este texto muestra una radiografía psicosocial de México.
Se describen en él, además, las patologías colectivas de la República (la corrupción, la impunidad y el autoritarismo) que como un látigo fustigan la vida de los mexicanos.
EL MÉXICO BRONCO:
Si muchos políticos piensan que el "México Bronco" está en el sepulcro y que pueden hacer lo que quieran con la voluntad de la sociedad, a la mejor se equivocan. Quizá ante el hartazgo que se vive, puede despertar y dar un zarpazo que aumentaría la violencia que hoy se sufre.
Son tantas las tensiones y las agresiones que se cargan sobre las espaldas de la sociedad, que bien pudiera despertar el "México bronco", para cobrar las afrentas y los agravios del maltrato que ha recibido durante décadas y años.