Opinión

Adso Espinosa 001Alejandro García / ]Efemérides y saldos

―¿Qué caricias tan hermosas― pensó el joven.

El tapiz de su cerebro fue golpeado una y otra vez por mil y una imágenes tan efímeras como el abrir y cerrar de los ojos. Sufría un éxtasis enervante. Los dedos de Narciso sintieron unas plumas, abrió los ojos y la imagen lo espantó demasiado que soltó a Voleur. Entonces, él cayó en el abismo, vio hacia arriba y la blancura le ayudó a percibir la forma del desconocido: era un individuo que volaba con unas alas blanquísimas y muy parecidas a las de un caradrio.

Adso E. Gutiérrez Espinoza 

Las historias se fabulan por medio de un lenguaje que se torna claro, sencillo y directo, pero que constantemente es alterado por la palabra poética inductiva, por la metaforización de la creación literaria. Tal prosa poética representa uno de los hallazgos de la escritura, pues posibilita a los lectores la entrada a los territorios de las emociones y los afectos humanos que se activan por medio de la estimulación de todos los sentidos.

Claudia Liliana González

I. Inasibilidad

Es difícil encontrar una cartografía para caminar este libro, “Dum Spiro Spero y otros cuentos” (México, 2020, Eternos malabares/ El Colegio de Morelos, 99 pp. Breve, medible en líneas y en tramas, es en cambio un rizoma, un laberinto o una madriguera. Cálida madriguera que, como dijera mi célebre mentor Wenceslao Caratuza, deviene en alevosa trampa o a la inversa: trampa que se convierte en madriguera.

     Tal vez convendría lanzar el primer perdigonazo y aseverar que si, como sucede en “El ciego entre la maleza” (segundo cuento de esta colección de siete) la relación con la madre envenena la vida del personaje (ojo: no hablo de culpables), la madriguera ya es de por sí trampa y todo nos llevaría a un proceso en donde lo que viene no es futuro sino una corrupción adherida al hombre.

     Empezaría por señalar la extensión de las narraciones: dos breves y contundentes, plenas de imágenes y de sugerencias, dos de extensión media como para leerse en diez minutos o en esos doce que algunos pedagogos señalaban como el límite de la atención plena del auditor o lector y tres de largo aliento, que yo identificaría como de extensión estadounidense, alrededor de veinte cuartillas, pienso sobre todo en el gran maestro John Cheever (algunos mal pensados dirán que tiene que ver con la cantidad de palabras y la paga que representa, lo que no suele ser de peso en nuestro medio).

     En el caso de los textos cortos están unidos por una prosa intensa, cargada de riqueza lingüística y simbólica, que a veces amenaza con convertirse en mítica (la tarea la realizará el lector y para mí en “Caradrio o bajo las sombras de los santos” se logra).

     La relación entre los textos medios me exige una actividad que no quiero realizar. “El curioso sistema de Karin des Merveilles” es un texto que cierra su trama y también su parte simbólica; pero no me sucede lo mismo con “No hay aves en el nido” donde las referencias se me escurren y no me llaman a construir mi propia interpretación. Creo que allí los nombres estorban y distraen para esta cartografía que intento aunque el universo simbólico sin duda se relaciona con las temáticas del libro, como la ciudad o la herencia. 

II. La ambigüedad y la escalada

En los textos de mayor cuartillaje encuentro una gradación: el texto más realista “El ciego entre la maleza”, el relato donde la trama se acompaña de símbolos e incluso de cierto sistema de pensamiento representado por la geometría y la experiencia total en “Dum spiro spero”. Agregaría a esta gradación el texto intermedio “Karin des Merveilles”.

     Arturo es un profesional del sexo y lo va desempeñar con su abogado, mientras recorre su vida y pone al tanto de la misma al lector. El hombre piensa, examina, mientras llega el momento del encuentro y el desencuentro: se tocarán, pero Arturo es inasible, lo prueba su pensamiento, y también la unión física se romperá ante la llegada del mundo del orden.

     En “La geometría de las pasiones”: líneas, círculos, triángulos se resuelven principalmente en dos planos: una pareja que visita al narrador, cuyos nombres no son relevantes: T y S.,  tampoco lo es el sexo. Son tres y ya, sin importar si el triángulo se cierra o si la hipotenusa trata con los catetos por separado. Lo importante es que recupera el evento y la experiencia y lo relaciona con L. Aquí sí parece titilar el amor, pero ya no está, es mera evocación.

     En “Dum spiro spero” “Mientras respiro espero”, espero como esperanza, pero también espero como las incidencias que atraviesan mi vida, la experiencia que marca, el éxtasis que hiere, el reconocimiento que es epifanía, la ruptura con la persona amada o con el médico, el pleito conmigo mismo, misme, misma, con el otro, con la ciudad.

     En esta gradación el texto intermedio “Karin des Merveilles” se alinea con estos tres de mayor tamaño. Y se convierte en el centro del libro o por lo menos en el centro que yo encuentro y que me permite vagabundear con empatía, por fin, en estas páginas.

     Traicionaré el entramado de Adso y me iré más bien a Michel Tournier cuando habla de la esquirla del espejo diablo en el ojo humano y qué el galo toma a su vez del cuento “La reina de las nieves” de Hans Christian Andersen. Para Tournier al entrar ese filo al ojo, este se contamina y ejerce una labor diabólica. En el cuento de Adso el fotógrafo atenta contra esa capacidad demoniaca, y cuando la ha perdido pregunta por el instrumento causante. El método de Merveilles es esa deformación de la realidad o esa apreciación de la misma que le permite captar el mundo y plasmarlo en un papel con el intermedio de la cámara fotográfica. Pero la percepción del mundo del creador es terrible.

No dejé de sentirme como uno de esos críticos vilipendiados o de esos reporteros bobos cuando me imaginé aquí leyendo este comentario y diciéndome: el personaje de Adso pensará que digo estupideces. Qué caray, a todos nos repartió la esquirla, Satanás.

      Me disgusta escuchar los comentarios de los críticos, intelectuales de corbata que aún creen en la inspiración para evitar que el arte sea profanado. Aun no entienden que desde Warhol quedaron mal parados

En realidad todo el texto está atravesado por esta percepción que a veces llega ser bipolar: es el caso de la ciudad, tan amada y tan vista con severidad, la madre protectora y adyuvante de sus primeros escarceos sexuales y que luego se esconde para no ser víctima de sus maltratos, el encuentro con el abuelo y el desencuentro con todos los que esperan su muerte, la búsqueda de apreciadores de su arte y el desprecio con que los califica. El mundo es duro, la madriguera muerde y expulsa o se cierra como trampa para osos, pero aun así “Muriendo espero todavía”.

     Claro el riesgo de este libro es grande: ¿de qué lado irá el lector? ¿Del lado cómodo de la revelación poética o del toque de encuentro con la intercesión de caradrio donde la metamorfosis nos lleva a mejores posiciones dentro de la férrea y darwiniana lucha de la especie? ¿O irá por el lado de los hombres perversos, mal mirantes, despectivos, abyectos que señalan lo abyecto?

     En realidad Pero Grullo es súper sabio: irá y solo eso, en la ciudad donde Prometeo es el guía (¿El Zacatecas de Guardado? ¿La Alejandría de Durrell? ¿El portal de las tortas de Toluca o Puebla? ¿El Buenos Aires de Borges? Irá con ese Prometeo que le ha entregado el fuego y el infierno. Y bien, Adso irá en un momento dado pendiente del lector que lo asará a fuego lento o lo dejará pendiente en la heladera.

III. La pequeñez

Quisiera terminar esta balbuciente cartografía sobre territorio tan inasible y provocador con una referencia a lo pequeño. Edgar Morin habla del holograma, esa pequeña muestra que da parte del sistema o de la organización total: palomillas, hormigas, moscas, arañas. Diré entonces que los dos relatos pequeños, bien valen ya la adquisición del libro, pero también está ese universo transversal o de trasfondo donde una palomilla se lleva al abuelo, o esas hormigas que marcan la vida, el cauce donde se mezclan las emociones de los personajes, las acciones encontradas. Y está la mosca como vuelo y como víctima y la araña como la gran visora, el gran panóptico.

     Todo el libro es la labor de la araña, como red que se construye, pero sobre todo como ojo que mira, interpreta, verbaliza y transforma en varios universos convivientes.

     Muchos creen que la virtud de la araña es tender redes para capturar y almacenar alimentos, pero hay otra que me parece más significativa: observar. Se esconde en lo más alto o en lugar poco visible y mira ocho versiones de un mismo espacio. Quiero creer que perciben ocho veces un mismo espacio y cada uno es distinto, aunque sea una minucia su diferencia”

Con un relato más el libro sería una muestra de la visión en ocho de la araña. Pero también es el libro de la mosca:

     Como la mosca, hemos danzado en trampas colocadas debajo de nuestras cabezas, hemos caído en cuenta sobre nuestros errores ya cuando sus consecuencias han superado nuestras acciones.

Como lector que aquí concluye quisiera recordar que una de las grandes aportaciones de Flaubert a la literatura es la personificación del tedio, el gran reclamo al no cumplimiento de los lemas de realización y progreso. Madame Bovary es una novela de tedio y eso se trasmite al lector.

     De igual manera podría yo decir que Dum Spiro Spero y otro cuentos, y esa es la parte de la venganza, es un libro de provocación y de incomodidad que se trasmite al lector y que nos habla de este mundo que vivimos, pero que a la vez impide en actos como este evitar la felicitación al autor y en cambio susurrarle: por aquí vamos, en esta te metiste y ahora aguantas “la carrilla” y Prometeo no nos es ajeno. 

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