Opinión

6L8A7201 2021 04 15 19 42 50 UTCEn México existe el registro de casi 10 mil asociaciones religiosas

Manuel Ibarra Santos

En la cimentación de la cultura de la paz y la no violencia, las organizaciones de la sociedad civil (entre ellas la estructura y fuerza de las Iglesias), habrán de jugar un papel protagónico central y más aún en un Estado como Zacatecas, cuya vena colectiva es en esencia espiritual y religiosa.

     Para combatir y superar los escenarios violentos que hoy nos aquejan, importante es el diseño de estrategias y políticas efectivas que se emprendan desde el aparato de Estado.

     Pero determinante será contar <para aspirar a resultados exitosos>, con la intervención consciente de la comunidad, de la de sociedad civil y, por supuesto, del poder plural de las iglesias.

     En la República Mexicana, según datos oficiales, existe el registro de casi 10 mil asociaciones religiosas, de las cuales aproximadamente el 2 por ciento de ellas se encuentran asentadas en territorio zacatecano.

      Zacatecas es, conforme a los datos del Censo Nacional de Población 2020, uno de las entidades con mayor porcentaje de población católica, disputándole a Guanajuato, uno de los dos primeros lugares en el país.

      Este elemento socio/cultural representa, en los hechos, una fuerza inusitada de cohesión para forjar, frente a los escenarios de violencia criminal, un extraordinario movimiento comunitario en favor de una paz positiva, que tanto reclama nuestra sociedad.

       Es menester reconocer que la defensa pacífica de las víctimas de los delitos, del cuidado de los derechos humanos y de la protección integral de las personas, forma parte de los proyectos de muchas de las grandes tradiciones religiosas.

       Las distintas iglesias y la pluralidad de religiones encierran un gran potencial de promoción de paz y constituye uno de sus principales valores, que hoy en día debiese ser aprovechada para construir alternativas para saltar los escenarios de endémica violencia que envuelven a nuestra sociedad.

       Las cinco grandes religiones de mayor influencia en el mundo (-el cristianismo, judaísmo, hinduismo, budismo e islamismo-), cuentan en sus preceptos sagrados con el compromiso de promover la paz, el bienestar, la justicia y el desarrollo humano pleno.

       Hoy, es tiempo de que las iglesias, en un fructífero diálogo plural interreligioso, construyan de la mano del Estado (y sus diferentes niveles de gobierno), una agenda amplia por la promoción de la cultura de la paz y la no violencia. Existen condiciones concretas para avanzar en esa dirección.

       Es inequívoco, que las Iglesias pueden llevar a cabo una aportación irrenunciable (ahora más que nunca) por y para la construcción de una sociedad más pacífica y justa.

       Las Iglesias tienen una enorme virtud: llegar con sus prédicas al corazón del seno familiar y desde ahí, influir en la mente de los seres humanos (mujeres, hombres, infantes, adolescentes y jóvenes), para crear una fuerte cultura de la paz y la no violencia.

       Aunque es evidente que la responsabilidad mayor recae en la función del Estado, de procurar un entorno de convivencia armónica, de protección de la cultura de la legalidad, de combate a la impunidad, función ésta última que tiene el Poder Judicial y que, en la actualidad, no se cumple lamentablemente.

       Prevenir el delito y la violencia es una responsabilidad compartida de los tres poderes constitucionales y de la participación decidida y consciente de las organizaciones de la sociedad civil, entre ellas las Iglesias.

       ¿Debemos preguntarnos al respecto, qué labor realizan en materia de prevención, en estos momentos los otros Poderes Constitucionales en la entidad, para reducir los indicadores delictivos y de violencia social?

            EL DIÁLOGO INTERRELIGIOSO.

     A finales de la semana pasada, tuve la oportunidad de reunirme con el presidente de la Alianza de Pastores y del Consejo Interreligioso del Estado, Dery Herrera, de quien escuché la expresión de tener absoluta disposición de emprender y privilegiar un gran diálogo plural entre Iglesias y el Estado, con el objetivo de crear una agenda por la paz y la no violencia en Zacatecas.

       Dicho Consejo Interreligioso congrega a los representantes de todas las Iglesias que existen en el Estado de Zacatecas, integrado con la finalidad de propiciar un diálogo fructífero entre las diversas religiones.

       En esta encrucijada que vive nuestra entidad por la pandemia de la violencia, las Iglesias bien pueden desarrollar una gran labor de acompañamiento y orientación para con las familias, los niños, niñas, adolescentes y jóvenes, para que no se sientan solos, que no haya confusión y producto de eso, distraigan sus horizontes de vida.

       Coincidimos en este encuentro en que la educación en valores es un excepcional componente (como ningún otro), para crear un contexto social de no violencia.

       Y es cierto: si desde las entrañas de la estructura del sistema educativo no se hace la tarea de realizar los ajustes, cambios y reformas necesarias, para formar en valores, a poco o nada se podrá aspirar.

      En la reunión con presidente del Consejo Interreligioso del estado, estuvieron también los maestros Carlos Maya y Alejandro Román, en representación de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y de Sergio Vázquez, por parte de las organizaciones evangélicas.

     Las reuniones podrían continuar para afinar una agenda de trabajo en favor de la no violencia.

LA SOCIEDAD Y LA PAZ.

     En la cimentación de una fuerte cultura de paz y de la no violencia, la sociedad civil tiene un rol trascendente que cumplir.

           

           

           

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