Filomeno Pinedo Rojas
El respaldo de la dirección nacional del Partido del Trabajo (PT) al candidato de Morena en Coahuila, a 36 horas de que terminen las campañas, ya no tiene ningún efecto en el resultado de las elecciones del próximo domingo 4 de junio. Lo más seguro es que el PRI ganará la gubernatura porque supo mantener divido el voto de las fuerzas de la cuarta transformación hasta el último momento.
Así, se perdió la oportunidad de que el movimiento lopezobradorista, arrebatara dos de los tres estados que aún gobierna el vetusto PRI, en alianza con el PAN y el PRD, partidos que permanecen firmemente aliados desde el sexenio de Enrique Peña Nieto, cuando juntos aprobaron las “reformas estructurales”. Los otros dos estados son Durango, retenido por esta coalición en las elecciones del 2021 y el Estado de México en proceso electoral, donde la coalición Morena-PT y Verde muy seguramente arrollarán a la alianza encabezada por el PRI.
Los llamados a la unidad por parte del dirigente de Morena Mario Delgado, fueron desoídos con sobrada arrogancia por parte del candidato del PT, Ricardo Mejía Berdeja, y no fue hasta que con foro nacional, desde la mañanera, el presidente Andrés Manuel López Obrador se deslindó de este personaje que se presentaba como de la 4t, prohibiéndole utilizar su nombre e imagen en la campaña, como lo venía haciendo, cuando la dirigencia nacional petista le retiró su respaldo.
De cualquier forma, el próximo domingo el priismo sufrirá un golpe casi de muerte, puesto que al perder el Estado de México, la columna vertebral que lo mantenía en pie para la disputa por la nación en el 2024 ya no estará más y el impacto repercutirá negativamente también en sus aliados PAN y PRD.
Lo ocurrido en Coahuila, donde el ex subsecretario de seguridad Mejía Berdeja, al competir en la encuesta interna de Morena para definir la candidatura a la gubernatura, perdió contra el senador Armando Guadiana y en su frustración de perdedor se refugió en el PT que lo postuló como su candidato rompiendo las fuerzas de la cuarta transformación obradorista, posibilitando el triunfo del candidato del PRI, debe servir de lección de cara al proceso del 2024 cuando se jugará la continuidad de la reconstrucción del país a favor de las grandes mayorías que por décadas estuvieron excluidos por el gobierno neoliberal de los oligarcas impuestos desde el sexenio salinista, en contra del denominado gobierno neoliberal caracterizado por la corrupción y el saqueo.