Violeta del Anáhuac /Isabel Ortega Morales
SemMéxico
Sin ninguna sorpresa que no haya abierto en el juego el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, la ex secretaria de Gobernación, Luisa María Alcalde Luján, rindió protesta como presidenta del partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), llevando en la tercera posición al hijo de AMLO, de su mismo nombre y a un guerrerense, Arturo Martínez Núñez, sobrino de uno de los fundadores de ese partido en Guerrero, César Núñez Ramos.
Sin que existiera ninguna expresión de ¡oh, que sorpresa!, se determinó que el espacio de coordinación de organización esté a cargo de Andrés Manuel López, hijo, para tener los hilos de la organización política nacional, y así estar con el control del proceso federal del 2027 que mantendrán las actuales dirigencias que se renovarán posterior a esa elección, cuando el hijo de AMLO tenga el control y pueda determinar en quién recaerá su estructura para la sucesión de la presidenta Claudia Sheinbaum.
Lo que si vimos como acción sorprendente es que quienes se han pronunciado contra el control del PRI en el poder, ahora están con el control del nuevo partido que sustituye al tricolor en busca de la permanencia justamente en el poder y hacer así la dictadura perfecta.
Esa de la que habló el premiado escritor Mario Vargas Llosa al decir: “En México no hay más dictadura que la del PRI y no hay más peligro de anarquía que el que provoca la antinatura prolongación de su monopolio político”.
Mientras el laureado Octavio Paz reflexionaba que el PRI era un partido hegemónico, surgido de una revolución, a diferencia de Francia o Rusia, alertaba en esa participación en una mesa redonda moderada por Enrique Krauze en 2012 “el partido hegemónico… está en crisis, en vías de desaparecer, si no se transforma. El Dilema para el PRI es muy claro: o se transforma y se democratiza, o bien desaparece”.
Esa hegemonía como supremacía, dio en ese momento apertura a la oposición que mantenía un papel ajeno a las decisiones del poder. A diferencia de este momento en el que ese dominio anula la participación y busca la subordinación, alejándose de ese término y acercándose más al concepto dictatorial.
La presencia del hijo de AMLO en la estructura de decisión de Morena, la del propio AMLO en un manipuleo hasta grosero de la figura de la presidenta Electa Claudia Sheinbaum nos muestra que se están atreviendo hasta lo que parecía sorprendente fuera posible.
Ahora solo falta encontrar en esa estructura la representación del grupo del ejército en la toma de decisiones, algo que mantuvo como presencia, pero no como notable participación el PRI, quizá sea lo más sorprende para encontrar que el perfil del control político absoluto está en marcha y cobijado por quienes se mostraban intelectuales en su pensamiento libertador, todo conseguido en los primeros diez años de Morena como partido.