]Efemérides y saldos[
Fidel pidió silencio por señas, antes de recomenzar. Este año, entonces, será el año del Guerrillero Heroico, y la multitud aplaudió, y la multitud bailó. Es el nombre más justo, el tributo de nuestra profunda veneración, de nuestra memoria y de nuestro vínculo con la figura heroica del comandante Ernesto Guevara.
Laura Alcoba
ALEJANDRO GARCÍA
Esta novela habla de la heroicidad. De la fiebre que recorrió el mundo y tuvo su campo de entrenamiento en Cuba para de allí exportar la nueva vida, previa lucha armada en los diversos espacios nacionales. A partir del triunfo sobre la dictadura de Batista (1959), la isla caribeña se convirtió en motivo de libertad y búsqueda de justicia social. Más que por Fidel, dicho valor estuvo abanderado por el Che. Éste es el entorno en que se desarrolla la historia de Los pasajeros del Anna C. de Laura Alcoba (Edhasa, Barcelona, 2012, 285 pp.).
Narrada desde 2010 por Laura, la hija de Soledad y Manuel, desde París, lo mismo entrevista a Regis Debray que desentraña los recuerdos y los dichos sobre la aventura de sus padres entre septiembre de 1966 y mayo de 1968. Apenas en la segunda decena de sus vidas, se enrolarán en un grupo que irá a La Habana a entrenarse para después incendiar el mundo burgués. El periplo es largo: Buenos Aires-París-Praga-La Habana, de ida. Por fin la isla del experimento revolucionario más atractivo del siglo XX. La Habana-Praga-Génova-Santos-Buenos Aires, de vuelta.
Laura cuenta y nos entrega una historia depurada que viene después de revolverse en entre el silencio y el secreto, la mezcla de aquellos tiempos de clandestinidad y sacrificio. Ni siquiera es fácil recuperar los nombres con que viajaron, dos de ida y tres de vuelta, pues Laura nacerá en Cuba, en abril, apenas un mes antes de emprender el regreso a casa. No van solos, forman parte del grupo “Los cinco de La plata”: el Cabezón, el Loco, Dora, Manuel y una Dora que es integrada ante la duda burguesa de Tonio que se queda a vigilar la enfermedad de su padre.
La primera sorpresa es los cubanos que no esperan a ese montón de jovencitos soñadores, sino a un experimentado manejador de explosivos y a un líder sindical insurgente, fraguado en el combate contra la domesticación de las organizaciones obreras de la subdesarrollada sociedad argentina. El sueño ha terminado en su primer acto. Ante la pregunta de si regresan a su mundo cómodo o se preparan para la revolución, optan por esto último.
Después de una preparación más teórica y levemente práctica, separan a mujeres y hombres. Manuel irá al campo y Soledad permanecerá en la Habana, primero como turista y ante el tedio que no llenan los paseos o las lecturas decimonónicas y de literatura latinoamericana contemporánea irá a trabajar a una fábrica de canastas donde resulta un fracaso y luego a un hospital donde se enfrentará a víctimas de quemaduras graves y recibirá la confesión de una mujer que pide le comunique a las autoridades del barrio que ella no es lesbiana y que no ha mantenido relaciones sexuales con Rosita.
Las autoridades médicas ignorarán este dicho y simplemente dirán que o mienten aun cuando sean víctimas o la medicina no tiene nada que ver con el lesbianismo y la intimidad de la gente. En esta segunda sección los guerrilleros reciben una visita en donde Manuel descubre la mirada de un hombre que sospecha ha conocido y que después entenderá que es un Ernesto Che Guevara en proceso de transformación y en tareas previas a su viaje a Bolivia. Esta sección termina cuando se sabe de la muerte del Che y de que no podrán viajar ni a Bolivia ni a tarea insurgente alguna. Y entonces dos grupos, uno muy católico y el de ellos pelean, los argentinos han sacado su violencia como los peces guerreros en una pecera.
El Che es la figura que está detrás de esta novela y también aquellos que siguieron su modelo y sus pasos. Aquí no se habla de los que una vez incorporado como afiche lo llevaron al seno de la sociedad que combatía. Se habla de los que entusiasmados con el cambio optaron por la luchas armada. De los que estuvieron en Cuba, la mayoría cayó baleada por el orden y muchos los sobrevivientes tuvieron que enfrentar la ruina de la Argentina de los soldados tenebrosos, de los Falcon visitadores y de la comedia de las Malvinas.
Soledad se pregunta si no fue durante estas tentativas de representarse al Che como un bailarín de minué cuando la duda comenzó a crecer en ella; si no fue entonces, me dice, que comenzó a intuir en todo aquello una suerte de mal chiste.
El Che cayó y con él todo un proyecto, en lo inmediato la exportación revolucionaria, pero todos esos renglones se han quedado ocultos por el silencio y los personajes que no han muerto acaso hayan exportado su experiencia al contar voluntario o requerido o la pluma de escritoras como Laura Alcoba, nacida en Argentina o asumida como Argentina desde París, donde publica su libros (primero aparecen en Gallimard y luego son traducidos al español. Esta versión pertenece a Leopoldo Brizuela, premio Alfaguara de Novela 2012). Al parecer algo de lo indefinible de la novela alcanza a su autora, ya que en los créditos se dice que nació en 1965, en algunas páginas de internet aparece que es de 1968, lo que correspondería con la fecha de la novela, y en alguna otra se da el año de 1969.
Los pasajeros del Anna C. es una novela ligera en su lectura y con bastante respiración en su diseño editorial (además, en presentación de pasta dura) y nos habla de la relación de Cuba con América, en este caso con Argentina o con algunos de sus habitantes, dada la división que la isla siempre genera.
Y está también ese mito del héroe, en este caso derrotado, porque el héroe vencedor se condena en el sistema, como parece le ha ocurrido a Fidel, pero el héroe muerto tiene seguidores, personas que creen que no ha muerto, fieles que, aceptando el sacrificio, esperan el simple regreso o la resurrección. Y claro, están los héroes anónimos, los que entregaron su vida o una parte crucial de ésta y están en espera de que sus hazañas sean contadas, así la historia parezca reducirlos a la derrota.