Miles de maestros salieron a las calles en Zacatecas en una manifestación que, en su origen, debía centrarse en demandas laborales legítimas. Sin embargo, la marcha rápidamente se convirtió en un escaparate político donde figuras del PRI y el PAN vieron la oportunidad perfecta para golpear al gobierno estatal, aún cuando en el pasado poco o nada hicieron por el magisterio. En esta lucha de poder, los docentes han sido usados como carne de cañón en una batalla que poco tiene que ver con sus verdaderos intereses.
Políticos al acecho: el PRI y el PAN sacan tajada
Carlos Peña Badillo, del PRI, no tardó en salir a respaldar “absolutamente” a los maestros en su protesta. Un gesto que podría parecer genuino si no fuera porque su partido ha sido el principal impulsor de reformas que han golpeado al magisterio, como la reforma educativa del 2013, que los mismos sindicatos combatieron. Ahora, con la conveniencia de la oposición, el PRI se presenta como el gran defensor del SNTE, en un acto de hipocresía política difícil de ignorar.
Por otro lado, la presidenta estatal del PAN, Verónica Alamillo, celebró la marcha con un discurso triunfalista en redes sociales, destacando la “unidad” y la “lucha histórica” de los docentes. Miguel Varela, alcalde panista de Zacatecas, fue aún más directo y utilizó la protesta para alimentar su narrativa contra el gobierno estatal, argumentando que hay dinero para el segundo piso, pero no para pagarle a los maestros.
Estos políticos no han propuesto una sola solución concreta ni han mostrado interés en la educación más allá de su conveniencia electoral. La estrategia es clara: apropiarse del malestar del magisterio y convertirlo en un arma política.
Sindicatos en el juego del chantaje
La Sección 34 del SNTE tampoco es ajena a este juego. Las becas que exigen no forman parte del contrato colectivo, sino que son apoyos extraordinarios que dependen de la disponibilidad presupuestaria. En 2024, el gobierno estatal ofreció todas las condiciones para su gestión, pero la dirigencia sindical simplemente no cumplió con los trámites en tiempo y forma.
Peor aún, en lugar de usar el recurso correctamente, el sindicato decidió destinar 2.5 millones de pesos a bonos para maestros de Educación Física y dejó sin ejercer el millón restante, que terminó regresando a las arcas estatales. Ahora exigen que el gobierno les otorgue nuevamente un recurso que ellos mismos dejaron perder.
Este no es un movimiento en defensa de la educación. Es una estrategia de presión donde los líderes sindicales buscan mantener privilegios y recursos, sin asumir responsabilidad por sus propios errores administrativos.
De la protesta al sabotaje: el bloqueo de obras
Tras la marcha, un grupo de maestros no encontró mejor manera de hacer presión que bloqueando las obras del segundo piso vial, alineándose directamente con la postura del PAN y del PRI, que desde hace meses han intentado frenar el proyecto.
Aquí es donde la incongruencia se hace evidente: exigen más dinero para la educación mientras afectan obras públicas que también forman parte del desarrollo del estado. ¿Cómo se justifica este tipo de acciones cuando sus propias omisiones administrativas fueron las que les impidieron acceder a los recursos en primer lugar?
La lucha magisterial secuestrada por la política
Es legítimo que los docentes exijan mejores condiciones laborales, pero es innegable que su lucha ha sido secuestrada por políticos oportunistas y por sindicatos que utilizan la educación como moneda de cambio.
Los actores que hoy se presentan como los grandes aliados del magisterio son los mismos que han impulsado reformas que han perjudicado a los docentes en el pasado. El SNTE, en lugar de asumir su responsabilidad por la mala gestión de recursos, prefiere encabezar protestas que solo benefician a quienes buscan desgastar al gobierno estatal.
Mientras los buitres de la política se dan un festín con esta marcha, la educación sigue siendo la gran olvidada.