
A lo largo y ancho de EU se han intensificado las protestas contra la deportación indiscriminada emprendida por el Gobierno de EU

El presidente Trump usa mentiras, calumnias, expresiones racistas y clasistas en contra los “latinos” y sus familias
La embestida del gobierno norteamericano contra los migrantes, con especial énfasis en las ciudades santuario de Los Ángeles, Chicago y Nueva York, demuestra la hipótesis de que Donald Trump castiga con saña a los débiles que escoge como “enemigos”, pero se muestra sumiso ante quien le responde con energía y poder como le ocurrió con China, país al que le declaró la guerra arancelaria y terminó retractándose y haciendo el ridículo.
Algo similar puede decirse de su pública riña con Elon Musk, el hombre más rico del mundo hoy por hoy. Están para el circo. Musk, abierto antidemócrata, desde que adquirió la plataforma de Twitter, hoy X, estuvo apoyando a Trump en su campaña, no solo en su red social sino con la donación de 200 millones de dólares. A tal grado mostraban su entendimiento y mutuo respaldo que, cuando Trump tomó posesión como presidente, nombró a Musk jefe del Departamento de Eficiencia Gubernamental.
Todo caminaba bien hasta que comenzaron las diferencias de opinión respecto a temas presupuestales. De las lisonjas mutuas pasaron a los desaires, luego a los insultos y, con dureza, Elon Musk acusó al presidente de Estados Unidos, de aparecer en los archivos no publicados de Jeffrey Epstein, el multimillonario acusado de pedofilia y tráfico de menores. Entonces, Trump enmudeció unas semanas, para luego continuar con eso que parece un grotesco pleito entre pandilleros, con la advertencia a Musk de ser deportado como vil migrante, cosa que no ocurrirá porque éste tiene un gran poder económico.
Lo real es que Trump tampoco ha podido ganar la guerra de aranceles que le declaró a Canadá o su guerra de agresión militar contra Irán, país al que al final terminó bendiciendo y pidiendo un alto al fuego. En realidad, no ha logrado doblegar ni a México como lo ha deseado e intentado varias veces desde tomó posesión, por segunda vez, del cargo de presidente.
Eso sí. Contra los migrantes arremete de manera feroz, como tratando de desquitarse de todos los fracasos que ha tenido en estos escasos 5 meses. Con prepotencia y cinismo, amparándose en una letanía de mentiras, calumnias, expresiones racistas y clasistas se ha lanzado contra los “latinos” y sus familias, con violentas redadas en vecindarios, centros de trabajo, hospitales y supermercados, violando todo derecho humano y provocando una gran incertidumbre. Trump ordenó detener a 3 mil migrantes diarios y completar la meta de mas de 1 millón al año.
Haber regresado a atacar a su “gran enemigo”, los migrantes, utilizando los agentes del servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE), que es una agencia del Departamento de Seguridad Nacional, violando domicilios y derechos, motivó las protestas de migrantes y ciudadanos que ven en Trump un atentado a todo Estado de Derecho. Y una vez logrado su objetivo de provocar la movilización ciudadana, el presidente tuvo el pretexto para sacar a las calles a la Guardia Nacional para someter, castigar y expulsar “hispanos”.
A tal grado llega el desprecio de Donald Trump por los trabajadores migrantes, en especial los procedentes de América Latina, donde el 60 por ciento proceden de México, que logró que la Corte Suprema le permitiera que ponga fin a la ciudadanía, a hijos de migrantes nacidos en 28 estados de EU, con lo que pierden derechos esenciales y también pueden ser expulsados.
Esta es la guerra de Trump que avanza sin mucho tropiezo, apoyada por la Corte, tribunales y fuerzas armadas y que tiene como justificación el racismo (nazismo), enmascarado en argumentos mentirosos de lucha contra los migrantes delincuentes, o contra el tráfico de drogas, pero que en realidad es la persecución de los trabajadores indocumentados, latinos y pobres.