Cultura

DSC00213Zacatecas. En la Ciudadela del Arte se recordó a los infantes muertos el pasado 29 de julio en accidente vial

 

Profundamente conmovidos hombres, mujeres,  niñas y niños, propios y turistas que visitan esta sencilla  ofrenda  de Día de las Ánimas en Ciudadela del Arte, la cual está compuesta  principalmente de frutas, dulces, galletas, figuras de azúcar,  pan de ánima, y  juguetes de madera,  en torno a las fotografías  de los “Angelitos”  que perecieron en un lamentable accidente el 29 de Julio de 2015, en  el semidesierto zacatecano perteneciente al  municipio de  Mazapil.  

Los “Angelitos” a quienes se recuerda especialmente  en dicha ofrenda son: Edgar Aza Herrera, Gerardo Leonel Aguayo, Víctor Emmanuel Mendoza Herrera, Ángel Mateo Elizondo Montelongo, Sergio Pérez Briones y Francisco Javier Rodríguez Briones,  a quienes sus padres amigos y familiares los extrañan con nostalgia  y donde  los zacatecanos se solidarizan en esta festividad muy mexicana.

Susana Palacios, Subdirectora de Culturas Populares del Instituto Zacatecano de Cultura (IZC) Ramón López Velarde,  explicó,  que es importante distinguir que el día de las Ánimas es 1 de Noviembre, conocido también como Día de Todos los Santos  en la religión católica,   a los niños se les considera almas, ánimas que no transitan  por el purgatorio sino que van directo  al cielo, por ello el altar lo conforman elementos diferentes al de los  Muertos adultos. 

Enfatizó, ante los integrantes del Jurado  del  Jurado que acudieron a fin de calificarla, que  en torno a las fotografías  se colocan los  alimentos y objetos afines a los “muertos chiquitos” cuando  vivían; así, tenemos frutas, bebidas tales como jugos, galletas marías,  bombón, animalitos  paletas y dulces que más gustaban a los infantes fallecidos.

Asimismo,  Palacios, informó que las imágenes están flanqueadas por figurillas de azúcar conocidas como calaveritas, ángeles de delicada factura   y el “Pan de Ánima”;  los panes forman parte importante de la ofrenda con la figura de los “muertos chiquitos”;  importantes elementos azúcar y panadería que enriquecieron a las ofrendas prehispánicas  durante la época de la Colonia.

De igual forma, en esta ofrenda dijo,  encontramos de manera significativa “caballitos de madera” montados  de  flores  amarillas de cepachuchitl,  de galletas, juguetes,  maíz, golosinas  especialmente para los llamados "angelitos";   y en diferentes niveles  sobre manteles que simulan nubes, la infaltable cruz con  velas y veladoras alrededor,   un vistoso y aromático  Arco de flores entrada al  más allá,  aunado al sahúma del  incienso  en una ceremonia de raíces prehispánicas y cristianas.

Inundaron el patio central donde se colocó la ofrenda,  muchos pétalos   de “cempasúchil” nombre que tiene su origen en el náhuatl de cempohualxochitl cuyo concepto es veinte flor  o  “cempohualli” que significa veinte y que tradicionalmente se decía que sus 20  pétalos guardaban el calor del sol e iluminaban el camino a los difuntos.

De esta manera,  en el Centro Cultural Ciudadela del Arte, se rindió  honor a los infantes, a sus deudos,  entre el dolor de la pérdida y el orgullo de presentar el magnífico altar,  se ofreció a las y los visitantes un delicioso atole de masa en tres sabores: piloncillo/canela, amaranto, anís y  pan  de ánima con sabor a Michoacán.

 

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