*No existe relación entre celibato y abuso sexual infantil, dice
*Acostumbrarse a vivir en un ambiente de violencia, preocupante
*Trabajo sacerdotal silencioso en apoyo a víctimas de la inseguridad
ANGEL AMADOR SANCHEZ
Sigifredo Noriega Barceló, obispo de la diócesis de Zacatecas, rechaza que exista relación entre celibato y abuso sexual a infantes.
Admite que el celibato tiene sus pros y contras; en cuento a los casos de sacerdotes pederastas, reconoce sin rodeos ni matices que han sido vergonzantes y abominables.
Sin embargo, afirma que la Iglesia católica, de las instituciones actuales, es la que más medidas toma en contra de la pederastia y las afronta“con gran valentía”, aunque “todavía faltan dar muchos pasos”, sobre todo preventivos entre los candidatos al sacerdocio.
Refiere que antes no había un protocolo para enfrentar los casos de pederastia que se dieron y que -acepta- se pueden seguir dando. Ahora “ya tenemos reglas muy precisas, porque no sabíamos, no estábamos preparados, hoy en día sí”.
El obispo señala que el mandato para todos los episcopados en el mundo es muy claro: cero tolerancia a la pederastia.
“El papa Francisco está en total sintonía con el papa Benedicto XVI, a quien le tocó afrontar más directamente los casos de pederastia; son cuestiones que no admiten términos medios”.
Noriega Barceló, especialista en Teología Moral, originario de Granados, Sonora (12 de octubre de 1951), aficionado al beisbol, fue ordenado sacerdote en su terruño el 7 de octubre de 1976 y años después nombrado obispo de Zacatecas por el ahora papa emérito Benedicto XVI, el 2 de agosto de 2012.
En la cabina de Radio Zacatecas (97.9 FM), en el programa Los Periodistas, el líder de los católicos zacatecanos asegura que el celibato es vigente y niega que tenga relación con la pederastia.
“El celibato es una ley interna de la Iglesia. Tiene sus ventajas y desventajas, ¡claro que sí! Si hacemos un análisis de cuándo empezó el celibato, hace mil 500 años, el balance es positivo. Hay casos, pero son cuestiones personales, individuales, que suponen otro tipo de problemas previos, los cuales empiezan en casa; no se saben con exactitud las razones”.
Y completa: “no sé si vaya a cambiar el celibato dentro de 50 o 100 años, pero por lo pronto sigue estando vigente. Lo apoyo, quizá lo que pueda modificarse después, el siguiente paso no es quitarlo, sino ordenar a casados, quizá. No digo que mañana ni dentro de 5 años, pero puede ser. Siempre ha habido personas que piensan diferente en esto y es natural. El celibato es totalmente libre, nadie te obliga, es igual para casarte, nadie te obliga”.
Explica que las opiniones profesionales, esto es, expertos que han estudiado más a fondo el por qué de la pederastia, no la vinculan con el celibato. Además, el obispo señala que esta práctica ha sido común en todas las culturas.
-Sí, nada más que en el caso de la Iglesia católica cobra otra dimensión diferente, es un lastre muy pesado, se le cuestiona al entrevistado.
-Sí, no se trata de restarle importancia. Los estudios más profundos que se han hecho sobre celibato y pederastia, especialmente en Estados Unidos, no ven relación, porque el abuso sexual infantil es ocasionado por otras situaciones. Y qué curioso, ordinariamente el sacerdote pederasta ha sufrido una experiencia parecida, tiende a repetirse.
A pregunta expresa, reafirma que la Iglesia está adoptando medidas, como el cese de sacerdotes pederastas, lo que “pasa es que no se difunde; hay casos más mediáticos y preferimos no litigar en los medios”.
VIOLENCIA E INSEGURIDAD
En otro tema, el obispo Noriega Barceló indica que la violencia y la inseguridad que priva en Zacatecas y la mayor parte del país, están a la vista de todos. Recuerda que los obispos mexicanos, hace 2 años, hicieron una reflexión acerca de esta realidad, a la que calificaron de muy compleja y que requiere entendimiento para luego buscar soluciones.
En términos generales, dice, es algo muy preocupante, no sólo por las víctimas, sino por el riesgo de que los mexicanos se acostumbren a vivir en un ambiente de violencia, ya que esto tiene consecuencias y efectos muy graves, porque mete el miedo, un miedo paralizante, y esto impide crecer, enfrentar la pobreza, detiene el desarrollo.
“Las personas se encierran o huyen, no invierten y, por tanto, no hay trabajo. Es un problema que afecta a todo el mundo. Como iglesia nos preocupa porque es la misma gente, son los mismos bautizados que están en el campo, en la ciudad, y desgraciadamente muchas veces, también, entre los malosos, como decimos”.
Rememora que antes de llegar a Zacatecas, cuando se alistaba a dejar la diócesis de Ensenada, Baja California, recibía información muy negativa de la entidad, lo que considera injusto porque no es la única donde hay ese tipo de flagelos.
“Cuando llegué a Ensenada, en 2007, Baja California estaba peor que Zacatecas, allá empezó este gran problema, se fue afrontando y bajó la intensidad hasta términos manejables, se puede decir. Claro que el ideal es vivir todo mundo en paz; el fin del Estado es la convivencia pacífica y el desarrollo de las personas”.
La información sobre lo que sucedía al lugar que llegaría, dice el obispo, lo impactó y le infundió miedo. “Me dije, ¡ah, caray!, entonces no se puede salir en Zacatecas”.
Y agrega: “era un panorama alarmante que casi invitaba a no venir; creo que es la imagen que se tiene aún de la entidad entre muchas personas. Los comentarios que me hacían algunos amigos en Ensenada, era que iba un lugar en el que tal vez me matarían al día siguiente de que llegara. Así, tan fuerte”.
Sin embargo, al llegar observó que si bien había problemas, no eran de la magnitud advertida. Dice que viaja por las carreteras y que nunca lo han amenazado directamente, sólo una extorsión por teléfono, de esas llamadas que tienen su origen en otros lugares.
Informa que casi recorrió ya los 35 municipios que corresponden, en Zacatecas, a la diócesis, más los que están en el norte de Jalisco y el oriente de San Luis Potosí.
“La violencia no es tan alarmante aquí, tal vez me tocaron tiempos en que ha disminuido y se ha ido afrontando. Los sacerdotes platican que tuvieron problemas hace tres o cuatro años, cuando se inició todo esto. En los últimos seis meses, sólo un caso: el de un sacerdote al que le robaron un automóvil”.
Durante sus visitas pastorales, comenta, ha tenido mucho trato con personas que tienen hijos secuestrados. En varios lugares, sobre todo en el área de Fresnillo y en Guadalupe, la gente acude a la Iglesia, afectada por el dolor de perder al hijo, al esposo, al papá o al hermano.
“¿Qué hacemos? Lo que está en nuestras manos es acompañar a las víctimas, mediante la escucha, del apoyo espiritual que es lo nuestro, que no va solo, sino con respaldo sicológico, moral, de acompañamiento cercano a la familia. En momentos tan dolorosos, lo que espera la gente es la confianza, alguien que dé confianza, alguien que escuche. No puede uno suplir a los que se llevaron, desgraciadamente, pero sí aliviar el dolor”.
Esa es la instrucción para los sacerdotes en cada una de las 118 parroquias o vicarías que hay en la diócesis; es un trabajo silencioso al que no se le da publicidad, ni la quieren, indica el prelado.
“Para el sacerdote, mi admiración y agradecimiento porque es el que está ahí en el lugar de los hechos, el que está trabajando en lo oculto. Son situaciones de conciencia, porque la gente acude”.
En sus recorridos y estancia en la capital de Zacatecas no usa guardias de seguridad porque, dice, no quiere enviar un mensaje de miedo.
Resume que la situación de Zacatecas es muy diferente a la de Michoacán o Guerrero, a la de hace dos años en Tamaulipas, Nuevo León y a la de hace seis años en Baja California. Ha variado, por eso no se puede hablar de un solo tipo de violencia; hay muchas modalidades, existen demasiadas causas de la inseguridad, puntualiza.
Sigifredo Noriega considera que en el combate a la violencia e inseguridad, todos pueden aportar algo. Las autoridades del Estado tienen su obligación, en los tres niveles de gobierno y con todas las instituciones; los ciudadanos también tienen su obligación, aunque lamenta que éstos no se inmiscuyan más en la búsqueda de soluciones.
“El problema es complejo y afecta a todos, por lo cual la solución tenemos que buscarla entre todos. Los ciudadanos tienen que hacer lo suyo, la Iglesia como institución, aún respetable y escuchable para la mayor parte de la gente, tiene, asimismo, su responsabilidad”.
Apunta que la Iglesia analiza y revisa qué ha dejado de hacer y qué no está haciendo bien.
“Todos tenemos una responsabilidad y todos hemos fallado de alguna manera, por comisión u omisión. Todos, todos. Es muy difícil individualizar las responsabilidades, aunque de manera ordinaria las ponemos en los funcionarios públicos porque son los más visibles”.
Existe un cambio de época y cuando esto ocurre se trastocan los valores que sostienen la convivencia social. Y aquí está la gran aportación del cristianismo en la historia de la humanidad, que por muchos siglos dio consistencia y solidez a los valores que sostienen y animan a la esperanza, sintetiza.
NORMAL, UNA FE DISTINTA
En términos nominales, comenta el obispo, Zacatecas es aún el estado con mayor número de católicos, más que en Guanajuato, según el Censo de 2010 del Instituto Nacional de Geografía e Informática (Inegi).
No obstante, remarca que en un mundo plural hay ideas plurales, y se congratula que haya distintas visiones en la búsqueda de solución a los problemas.
Pero pone los puntos sobre las íes:
“Así como existe la libertad de expresión, no me extraña que haya libertad de creencias. Se me hace tan normal que las personas tengan otro tipo de fe, no me asusta. Lo que me asusta mucho más es la indiferencia religiosa o la doble moral; aquéllo lo tomo dentro de la normalidad en una sociedad plural”.
Y es preocupante, agrega, porque hoy de la indiferencia religiosa se ha pasado a la indiferencia moral y ética. “¡Ya todo nos vale y da lo mismo!”, exclama.
Antes de pasar a otro tema, el obispo se da tiempo para relatar su afición por el beisbol y, entre risas, comentar que ahora se habla de novias virtuales cuando “antes decíamos amores platónicos”. Más serio, pero sin solemnidad, afirma que no tuvo tiempo de tener novia, pues a los 13 años de edad ingresó al seminario.
Refiere que no votará en las elecciones del próximo 7 de julio, debido a que no alcanzó a actualizar su credencial electoral, ya que se le exige mínimo seis meses de residencia.
“Como iglesia no podemos inclinarnos a favor de ningún partido; la iglesia como institución va más allá, es apartidista. El papel es motivar a que el ciudadano participe, que vote”.
De su relación con el gobernador Miguel Alonso Reyes expresa que es de respeto, cordial, de colaboración en los campos donde pueden hacerlo.
Relación que no está exenta de críticas hacia la autoridad; por ejemplo, reitera que el Festival Cultural interfiere en las celebraciones religiosas de Semana Santa, la más importante de la Iglesia en el año. Además, recrimina, la Procesión del Silencio es lo único religioso que queda en el festival.
“Me puse de acuerdo con los canónigos y le hicimos una carta al gobernador, al director del Instituto Zacatecano de Cultura y al alcalde, para exponer nuestra inconformidad y molestia”.
Espera que el año próximo, la parte gubernamental tome en cuenta sus opiniones.
CIBERESPACIO Y TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN
El obispo Noriega Barceló se considera un aprendiz en el manejo de las redes sociales y relata que en su cuenta de Facebook tiene más de 5 mil seguidores; no usa el Twitter por falta de tiempo.
Mantiene, en mayor medida, contacto con jóvenes y dedica una hora todas las noches a contestar correos.
¿Qué le preguntan?
Hay una enorme gama, pero lo que noto en las preguntas es la necesidad de compañía, de alguien que escuche, más que la pregunta, observó que detrás de ésta existe hambre de no estar solo. Qué curioso, la sociedad está muy comunicada, pero cada vez hay más personas solas, responde.
Las interrogantes en el ciberespacio van desde cuestiones prácticas religiosas hasta asuntos de moral, económicos, de relaciones afectivas, ¿me caso o no me caso? También hay reclamos, la mayor parte de las veces por mala atención sacerdotal.
Respecto a la asistencia a los templos (más de 500 en toda la diócesis), informa que los domingos están llenos. Hay un promedio de asistencia de 200 personas por misa. “Sí, vemos los templos llenos, todavía”, aunque el número ha bajado entre semana por el ritmo de trabajo, señala.
A otra pregunta, manifiesta que la Teología de la Liberación, vista en retrospectiva, luego de 40 años, fue un momento muy importante dentro de la Iglesia católica en América Latina. "En aquellos años no sabíamos, tumbábamos instituciones, pero no sabíamos construir nuevas, en todos los campos".
En el campo de la teología pasó lo mismo, sentencia.
Sacaban los manuales de moral en los que se decía todo lo que tenías que hacer y empezar a construir, lo mismo pasó en teología, cómo aplicarla para que influya en el cambio y transformación de la sociedad, añade.
"Y así surgen, como decimos, las teologías adjetivadas: de la liberación, la revolución, negra, indígena… Tuvieron su tiempo, aportaron lo que tenían que aportar, y como es natural lo que empieza tiene sus limitaciones y aquí sí hubo extremismo que se confundió mucho con ideologías, en concreto con el marxismo".
Eso pasó, cae el Muro de Berlín, pasa, pero queda la esencia de la Teología de la Liberación, que es la opción por el pobre; hoy se hace, claro que sí, pero de muchas otras formas porque el concepto de pobreza ha cambiado. No es pobreza solamente material, hay millones de pobres, las periferias de las que habla ahora el papa Francisco.
"El reto que tenemos como Iglesia, no sólo como teología, es apoyar al prójimo más vulnerable y pobre. La lucha en favor de los pobres, de parte de la Iglesia, no se ha perdido", enfatiza.
VOCACIÓN SACERDOTAL
En Zacatecas, comenta a una pregunta más, se ha conservado el número de sacerdotes, hay una buena cantidad de seminaristas, alrededor de 160 iniciaron el presente curso escolar, es “muy buen número, a nivel nacional quizá sea el quinto o sexto seminario, en integrantes”.
A escala nacional, recuerda el entrevistado, la crisis fuerte sucedió en las décadas de los 70 y 80 del siglo pasado, después del Concilio Vaticano Segundo, luego del movimiento de los 60 que a todo mundo puso en revolución, ahí dio un bajón.
En Europa es diferente la situación, ha disminuido mucho; en Estados Unidos se ha conservado el número, aunque sí hay crisis fuerte de vocación, porque el mundo católico en el vecino país del norte es de migrantes. En Centro y Suramérica se ha levantado.
En México ha repuntado, aproximadamente 2.5 por ciento. La crisis de los 70 y 80 “nos llevó a tocar fondo y por eso hay un vacío de sacerdotes, alrededor de los 40 años. Por una parte entró menos gente y, por la otra, muchos sacerdotes dejaron el ministerio”.
Aquí en Zacatecas, concluye Sigifredo Noriega Barceló, hay bastantes buenos grupos, próximamente 12 diáconos serán ordenados sacerdotes, una “inyección muy importante, ¡Dios mío de mi vida!, ni los que ordené en Ensenada en cinco años y medio”.