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ecofeminismEcofeminismo: es una práctica política y una filosofía; revertir el papel de víctimas que se ha dado a las mujeres y representarlas como vectores del cambio

Gloria López

SemMéxico/AmecoPress, Madrid. Tanto en la COP25 como en el conjunto de actos, talleres, conferencias y movilizaciones que se han organizado coincidiendo con su celebración en Madrid (Cumbre Social por el Clima) la perspectiva de las mujeres en la lucha contra el cambio climático ha ocupado un lugar importante y ha contado con la participación de muchas jóvenes.

Que las mujeres se ven afectadas en mayor medida por las consecuencias del cambio climático es algo que viene denunciándose desde hace años. Tampoco es nuevo un movimiento que pretende que veamos la degradación ambiental y la desigualdad de género como dos caras de una misma moneda: el ecofeminismo.

Varios foros han propuesto una reflexión sobre la sostenibilidad de la vida con perspectiva de género. El 7 de diciembre, Marta Pascual, de Feministas por el Clima, coordinó un taller titulado ‘Ecofeminismo para principiantes’, que contó con una amplia participación. Allí explicaba que el ecofeminismo es una “práctica política y una filosofía” que defiende que “la destrucción de la tierra y el sometimiento de las mujeres y de los pueblos del sur, son prácticas profundamente relacionadas”. Por tanto, “la lucha contra esas prácticas puede hacerse conjuntamente”. “Necesitamos luchar contra esta cultura de la devastación, de la jerarquía y de la apropiación”, aseguró, para añadir que “muchas mujeres del mundo lo están haciendo de manera muy valiente, poniendo sus cuerpos y sus vidas en riesgo”.

Pero, a pesar de que las mujeres son las más afectadas por el cambio climático, son también las que menos representación tienen en los órganos de poder desde los que se lucha contra este fenómeno. Si bien en Naciones Unidas reconocen el principio de paridad en la conformación de los órganos de decisión, vemos que esto no se refleja en las COP, marcadas todavía por una masculinización de los espacios de decisión. Por eso son muy importantes los esfuerzos realizados en distintos ámbitos para incluir la participación de las mujeres en el diseño e implementación de propuestas orientadas a “salvar el planeta”.

El martes la COP25 acogió el panel «Mujeres liderando acciones por el clima», que contó con la participación de diversas expertas que argumentaron la necesidad de aunar las luchas contra el cambio climático y contra la desigualdad entre mujeres y hombres. De hecho, según Bridget Burns, directora de Women’s Environment and Development Organisation (WEDO), «el cambio climático es un elemento que exacerba las desigualdades». La feminista y activista medioambiental aseguró que «no hemos llegado a ver los efectos positivos de los principios feministas de una economía del cuidado».

Dorah Marema, experta en género y cambio climático, enfatizó que «la mayoría de la población afectada por el cambio climático en África son mujeres» y defendió la importancia de integrar un «necesario enfoque interseccional» al afrontar problemas como el recurso del agua.

Las reflexiones y enfoques que aúnan la lucha medioambiental con la perspectiva de género incorpora a las mujeres como sujetos activos y plantea así el objetivo de «revertir el papel de víctimas que se ha dado a las mujeres y representarlas como vectores del cambio», en palabras de Dina Garzón Pacheco, integrante de Xenergia, Cooperativa Mujeres con Energía y Coordinadora de la Red Ecofeminista.

Alicia Puleo, una de las más importantes referentes del Ecofeminismo en el estado español, abogó por una «nueva mirada sobre la naturaleza» y defendió que es «el momento de reivindicar los cuidados como plenamente humanos, valiosos e imprescindibles». Puleo criticó los ataques a Greta Thunberg, -la izquierda le reprocha un discurso blando y la derecha de su absentismo escolar- como parte de la misoginia que atraviesa el sistema patriarcal.

Y es que efectivamente, para el ecofeminismo la conexión entre ambas formas de dominación (degradación de la naturaleza y la opresión de las mujeres) tienen una raíz común: una estructura de poder patriarcal-capitalista.

“Para resolver la crisis climática se están basando en los mismos valores que la han creado”

Es necesario reclamar y fomentar la participación activa de las mujeres y proponer nuevas políticas –climáticas y de desarrollo– que contribuyan a transformar las estructuras sociales, productivas, económicas e institucionales de modo que fomenten la igualdad de oportunidades y el desarrollo sostenible. Lo dice la ONU: luchar contra el Cambio climático pasa por conseguir la igualdad de las mujeres, entre otras cosas.

Sin embargo, este enfoque no es el que está primando en la COP25. Lo explicó ayer Gisela Torrents en la V Asamblea Plenaria de la Cumbre Social por el Clima, celebrada en la Universidad Complutense de Madrid, en la que participaron numerosas organizaciones ecofeministas.

La crisis climática es producto de una visión productivista de la naturaleza, socialmente vinculada a valores masculinos. Es una crisis cuyas consecuencias afectan más a las mujeres, tanto en el norte como en el sur del planeta. Frente a esto, no solo es que falten mujeres en Naciones Unidas, en la COP (curiosamente solo están mayormente representadas en las ONGs que participan) y en general en los espacios de decisión para afrontar el cambio climático, sino que “para resolver la crisis climática se están basando en los mismos valores que la han creado”, esto es, “competencia entre países, el valor del dinero, la demostración de quién es más fuerte y tiene más poder”.

“La solución tiene que ver con trabajar en un cambio de paradigma que ponga la vida en el centro e incluya el principio femenino como motor de cambio y solución a la crisis climática”, defendió Gisela Torrents.

Ese nuevo paradigma fue desarrollado, con distintos matices y apoyadas en diferentes experiencias, por las mujeres que ayer expusieron su visión y propuestas en la V Asamblea Plenaria de la Cumbre Social por el Clima: la Red Ecofeminista, la Plataforma Feministas por el Clima, Madres por el Clima, Red de Apoyo al Pueblo Mapuche, Modatima, Amigas de la Tierra, AVAM (Asociación de mujeres artistas de Madrid), Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas, Marcha Mundial de las Mujeres y Laura Zúñiga Cáceres (hija de la activista hondureña Berta Cáceres), entre otras.

Todas valoraron la fuerza del “trabajo en red” y la necesidad de una “mirada interseccional”, es decir, “el cambio de modelo solo se puede afrontar desde una mirada que contemple las diferencias de raza, de etnia, de origen, de clase y también la desigualdad de género”, explicaron desde la Red Ecofemnista, enfatizando el planteamiento de “cambio radical”.

Las voces latinoamericanas pusieron nombre a las denuncias. Empezando por el extractivismo de las transnacionales que están destruyendo el planeta y cuyas acciones golpean de manera especial los cuerpos de las mujeres. “Existen más de 300 empresas españolas en territorio mapuche que están destruyendo el ecosistema”, dijo Nelida Molina, exhortando a “denunciarlas desde aquí”.

Ese es otro de los objetivos fundamentales del ecofeminismo: visibilizar movimientos de resistencia de mujeres en toda la Tierra que plantan cara a negocios extractivistas de muchos tipos y al orden patriarcal que las ningunea y hace recaer sobre ellas los principales daños de la destrucción. Laura Zúñiga Cáceres es una de estas mujeres. Su potente discurso pudo escucharse ayer en la asamblea, compartiendo una crítica al “capitalismo verde” y abogando por profundizar e ir a la raíz del sistema y de sus abusos: golpes de Estado que se han ido produciendo en distintos países de Latinoamérica, respondiendo a los intereses de las transnacionales; extractivismo y militarización y en definitiva, legitimización de la violencia patriarcal sobre los cuerpos de las mujeres. Es un verdadero “feminicidio capitalista”, dijo Mafalda Galdames Castro, secretaria general de la Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas de Chile, y “nosotras somos las guardianas de las semillas en el mundo”.

Pluralidad y luchas globales

Las activistas resaltaron la pluralidad y el valor de las luchas globales que las mujeres están encabezando y que se articulan como verdadera alternativa. Desde Feministas por el Clima explicaron la intención de crear una red de organizaciones que contribuya a crear teoría feminista y a coordinar acciones conjuntas -8M y movilizaciones por el clima previstas para el mes de abril-. También la Marcha Mundial de las Mujeres tiene prevista la quinta acción internacional para el 2020: comenzará el 8 de marzo y durará hasta el 17 octubre. Son lo que Laura Zúñiga Cáceres llama “acciones globales, resistencia de los pueblos”.

El ecofeminismo defiende la fuerza de la inteligencia colectiva para modificar el modelo de desarrollo vigente, basado en una razón meramente instrumental y que acarrea la destrucción del ecosistema global. Las reivindicaciones que se han hecho desde el colectivo, en el marco de la cumbre del COP25, implican un decrecimiento, realizado de forma feminista, empática y según los principios de la ecojusticia. La economía feminista y la ecológica defienden que el valor debe estar en la posibilidad de que toda la humanidad tenga una vida digna en un medio natural sano; en ese modelo, la universalización de los cuidados es una pieza angular.

Las mujeres como sujetos activos y diversos y feminismo y ecologismo en alianza: claves en la lucha contra el cambio climático.

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