Nacional

ruralesNula participación de varones; gran inequidad en uso del tiempo

ANGÉLICA JOCELYN SOTO ESPINOSA

Cimacnoticias | México, DF.

En las zonas rurales e indígenas de México, las mujeres realizan casi el 100 por ciento del trabajo del hogar y, en comparación con las que viven en zonas urbanas, ellas dedican nueve horas más a todas las actividades no remuneradas debido a que no acceden a servicios básicos (como agua potable) y de salud, además de que carecen de artículos que faciliten estas tareas. 

Hoy 22 de julio se conmemora el Día Internacional del Trabajo Doméstico No Remunerado, que se constituyó en 1983 durante el Segundo Encuentro Feminista de América Latina y el Caribe, realizado en Perú, y con el que se llamó a todas las mujeres a no realizar ningún trabajo del hogar para “hacer visible lo invisible”. A este movimiento se le llamó “Brazos caídos”.

En el libro “Uso del tiempo y trabajo no remunerado en México” –editado en 2014 por El Colegio de México, el Instituto Nacional de las Mujeres y ONU-Mujeres– se aportan datos que demuestran la desigualdad en el uso de tiempo entre las comunidades rurales y las urbanas, y la población indígena y no indígena.

Las mujeres rurales (14 millones en México) tienen una tasa de participación en “el trabajo doméstico” de 97.2 por ciento, frente al 84 por ciento de sus pares varones, y al 95 por ciento de las mujeres urbanas.

Por distribución de horas semanales, las mujeres del campo destinan 34 horas con 28 minutos al trabajo del hogar, lo que contrasta con las siete horas y 31 minutos que emplean los varones rurales, y las 28 que destinan las mujeres en las ciudades.

No obstante, estas cifras no consideran el tiempo que se destina para las tareas de cuidado, las voluntarias y el conjunto de actividades que suman el trabajo no remunerado.

En total, las mujeres rurales usan 46.44 horas para el trabajo no remunerado, lo que les deja sólo 8.68 horas para participar en el mercado laboral. En contraste, las mujeres urbanas dedican 17.22 horas para trabajar por una paga, y 37.65 horas para el trabajo no remunerado.

Edith Pacheco Gómez Muñoz y Nelson Florez –quienes en la investigación sistematizaron estos datos a partir de la Encuesta Nacional del Uso del Tiempo (ENUT) 2009 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi)– observaron que en los contextos menos urbanizados se siguen replicando los estereotipos de la división sexual del trabajo, que se expresan en cargas muy elevadas de “trabajo doméstico” para las mujeres, ya que los varones rurales contribuyen menos que los urbanos al trabajo del hogar.

También destacaron la participación de la población femenina en la elaboración de ropa y tejidos, que son aspectos asociados a la pobreza, así como la mayor carga de trabajo para la alimentación, cuidados de otras personas, la educación y el apoyo emocional y afectivo, mientras que los varones rurales están más presentes “en lo material”.

A esto se agrega que la participación en labores de subsistencia para el consumo en los hogares (recolección de leña, abasto de agua potable, sembrar, recolectar frutas, pescar o cazar) es casi siete veces mayor en los campos que en las ciudades, y en su mayoría las mujeres son quienes realizan estas tareas, asentaron en el estudio Edith Pacheco y Nelson Florez.

En otro apartado de la investigación, Teresa Jácome de Monreal y Marta Mier y Terán señalaron que si bien es “deficiente” la situación en la que vive la población de localidades rurales, hay más desventajas en las comunidades indígenas, donde las condiciones de vivienda, el acceso a los servicios y a la posesión de bienes que facilitan el trabajo del hogar son más precarios.

Las investigadoras también observaron un incremento en las necesidades de cuidado de personas enfermas y adultas mayores entre la población indígena, ya que más de la mitad no está afiliado a servicios de salud.

De las 11 principales actividades no remuneradas que realiza la población rural (indígena y no indígena), ocho las llevan a cabo principalmente mujeres indígenas, a quienes las siguen en algunos rubros las mujeres no indígenas rurales y en otros sus pares varones.

Entre las principales actividades de la población femenina indígena está la preparación de maíz, nixtamal, tortillas y fogón; limpieza de vivienda; cuidado de ropa; elaboración de tejido, ropa y manteles; y tratamiento de la basura.

Asimismo, las indígenas dedican más horas al trabajo voluntario o comunitario –una práctica más cotidiana que en las ciudades– que las mujeres no indígenas y que sus pares varones.

A esta brecha se suman las desigualdades en educación y acceso al mercado del trabajo, que por sexo es mucho mayor que entre la población no indígena, según las investigaciones.

Esto se traduce en que una de cada tres mujeres jóvenes indígenas tenga una tasa de participación en el trabajo remunerado de 17 por ciento, en contraste con 21 por ciento de las mujeres no indígenas y con la mitad de sus pares varones.

Las y los expertos de estos análisis coincidieron en la necesidad de que otros agentes, como el Estado, las asociaciones civiles y las empresas, contribuyan a la prestación de cuidados en las zonas menos urbanizadas.

También observaron la importancia de que las encuestas sobre uso de tiempo y ocupación y empleo consideren, además de los datos de género, indicadores particulares que incluyan las condiciones de la población indígena y rural. 

El Inegi informó ayer en un comunicado que en México ocho de cada 10 personas de 12 años de edad o más dedican parte de su tiempo a alguna actividad del hogar; pero las mujeres realizan 77 por ciento de las horas semanales destinadas a estas tareas no remuneradas, lo que se traduce en un promedio de 20 horas semanales para quehaceres del hogar.

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