No basta prohibirla en la ley, se deben cambiar roles culturales
ANAIZ ZAMORA MÁRQUEZ
Cimacnoticias | México, DF.
No hay un nivel en la escalada de dolor y sufrimiento que pueda describir lo que padecen las niñas –en su mayoría de origen africano– sometidas a la Mutilación Genital Femenina (MGF), práctica que se basa en creencias religiosas y morales para garantizar la virginidad y fidelidad de las mujeres, y se sostiene por la falta de educación de la población africana y el lucro económico que se obtiene de ella.
Al recibir el doctorado Honoris Causa de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Olayinka Koso-Thomas, doctora nigeriana que trabaja para abolir la MGF, ofreció una conferencia magistral en Ciudad Universitaria en esta ciudad, para exponer cómo esta práctica quirúrgica deja secuelas físicas y mentales “irreversibles”, que a su vez incrementan los índices de muerte materna y neonatal.
Por tres décadas, Koso-Thomas ha dedicado su trabajo a abolir esta práctica que al año afecta a dos millones de niñas en el mundo, y que aunque en algunos países está prohibida por la legislación, se sigue ejerciendo como una forma de pertenencia a la comunidad y una forma de control del cuerpo femenino.
El trabajo de la también ginecóloga se ha enfocado al continente africano y especialmente en Sierra Leona (occidente de África).
Olayinka Koso-Thomas explicó que la mutilación genital no es la única forma de discriminación y violencia contra las africanas, pues muchas de ellas se ven obligadas a estar en matrimonios arreglados desde su infancia, por lo que desde niñas se les alimenta de una manera especial para que “engorden y lleguen a una talla adecuada para el matrimonio”; algunas más son obligadas a la servidumbre para cubrir deudas de su familia.
Pero muchas más se ven obligadas a la MGF, en la cual se cortan órganos sexuales femeninos, como el clítoris, los labios mayores y menores, y en algunos países se hace mediante un cierre vaginal de la vulva, dejando sólo un pequeño orificio para que pase la orina y la sangre menstrual, lo que representa “una conspiración para negarles (a las mujeres) sus derechos y mantenerlas sujetas a todos los niveles de subordinación y servidumbre”, dijo la experta.
La también conocida como ablación genital se realiza antes de la pubertad. En Sierra Leona se lleva a cabo un ritual conocido como “iniciación”, y se realiza por los integrantes de una “sociedad secreta” altamente respetada dentro de la comunidad. Este ritual tiene un costo para las familias de las niñas, que a su vez aseguran que la “dote” (paga que se da cuando una niña se casa) sea mayor, pues “se paga más” por una esposa circuncidada.
Expuso que la MGF se realiza para asegurar la virginidad de la niña, y además para garantizar que una vez que se case no será “infiel” a su esposo, pues se le retiran todos los órganos responsables del placer sexual.
Aunque ésta es en realidad una operación quirúrgica (pues se remueven partes del cuerpo), en la mayoría de los casos se lleva a cabo por mujeres sin formación médica y en condiciones insalubres, por lo que es común que se presenten infecciones y hemorragias.
“No hay una escala de dolor que pueda describir el trauma por el que pasan estas niñas”, advirtió la especialista.
Abundó que hay graves consecuencias médicas derivadas de esta práctica que incluyen dolor, sangrado incontrolable, dolor al orinar y al menstruar, así como ruptura del útero y fístulas, y en casos más extremos la muerte.
“El daño causado es irreversible; las funciones del clítoris no se pueden reponer jamás, por lo que se condena a las mujeres a nunca sentir placer al tener relaciones sexuales y en muchos de los casos a enfrentar un grave riesgo al ser madres”, añadió la experta.
Al momento del parto lo que ayuda a las mujeres a expulsar el producto son los labios menores y mayores (que en algunos casos son retirados), por lo que cuando las mujeres deben parir sin estos órganos el proceso se vuelve complicado, lo que deriva en la muerte de las mujeres o de los recién nacidos, a quienes se les acaba el oxigeno al no poder ser expulsados fácilmente.
A decir de Koso-Thomas, la práctica se perpetúa a través del desconocimiento y falta de educación de la población africana y especialmente de las mujeres, pues incluso dentro de las comunidades no se alcanza a comprender que la MGF está relacionada con las complicaciones gineco-obstétricas.
“Es sólo cuando algunas mujeres llegan a estudiar que comprenden que lo que les hicieron estuvo mal y es irreparable”, dijo la especialista al señalar que las niñas africanas de estas comunidades pocas veces tienen oportunidad de ir a la escuela, por lo que aceptan que se les realice la MGF, y al mismo tiempo lo viven como una forma de pertenencia a sus comunidades.
Finalmente, enfatizó en que se requiere ampliar los esfuerzos para erradicar la práctica, toda vez que no basta con prohibirlo en la legislación, si no se toma en cuenta todo el contexto que hace posible su realización.
Es de mencionar que por su activismo Olayinka Koso-Thomas ha recibido amenazas de muerte, y en repetidas ocasiones ha sido víctima de ataques.
Ana Buquet Corleto, directora del Programa Universitario de Estudios de Género (PUEG), expuso que la UNAM otorgó el doctorado Honoris Causa como un reconocimiento a Koso-Thomas por su trayectoria, y como una toma de postura de la Universidad en contra de la violencia hacia las mujeres.