La mujer mantiene la esperanza de que normalistas estén vivos
ANGÉLICA JOCELYN SOTO ESPINOSA
Cimacnoticias | México, DF.
Desde noviembre de 2014 la madre de Jhosivani Guerrero de la Cruz, uno de los 43 normalistas desaparecidos en septiembre del año pasado en Iguala, Guerrero, advirtió que no confiaba en el gobierno mexicano y que lo único que la mantenía en pie era la esperanza de que los estudiantes siguieran vivos.
El pasado 16 de septiembre, la procuradora general de la República, Arely Gómez González, informó que el laboratorio de genética forense de la Universidad de Innsbruck, en Austria –que participa en las investigaciones por la desaparición de los normalistas–, había identificado los restos de un segundo normalista, de nombre Jhosivani Guerrero de la Cruz.
En entrevista publicada por esta agencia el 25 de noviembre de 2014, Martina de la Cruz, madre de Jhosivani, señaló con mucho esfuerzo y dolor que su hijo –que ahora tendría 20 años– es estudiante de primer ingreso de la Normal Rural “Raúl Isidro Brugos” de Ayotzinapa, Guerrero.
Entonces, la mujer relató que en Omeapa, localidad guerrerense de donde es originario Jhosivani, había sólo una computadora para toda la población y que su hijo tuvo que esforzarse mucho para concluir sus estudios de bachillerato e ingresar a la Normal.
Las pretensiones de Jhosivani al continuar con su formación profesional eran evitar que emigrara a Estados Unidos, como hicieron su padre y sus hermanos, para no abandonar a su madre, además de ser un profesor interesado verdaderamente en la educación de las y los niños de Omeapa.
Para Martina, una campesina de 54 años, la desaparición forzada de su hijo significó también el desplome de su salud y que tras conocer los hechos terminara en el hospital por varios días y con 10 kilos menos.
Según señaló Martina en noviembre de 2014, ella sostenía una unión muy fuerte con Jhosivani por ser el menor de siete hermanos, al que cuidó con más apego y quien era su principal compañero. Además, años atrás había sorteado el asesinato de su hijo mayor en EU.
El día que Cimacnoticias entrevistó a Martina –a poco más de un mes después de los hechos criminales en los que desaparecieron los normalistas–, la mujer señaló que la posibilidad de que los estudiantes siguieran vivos era lo único que le daba fortaleza y valor para seguir adelante.
En esas fechas, lo último que había informado el entonces titular de la PGR, Jesús Murillo Karam, era que los cuerpos de los estudiantes habían sido calcinados en el basurero de Cocula, también en Guerrero, versión que 11 meses después de los hechos fue refutada por el Grupo Interdisciplinario de Expertas y Expertos Independientes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) –que investiga el caso– por carecer de fundamentos científicos.
A propósito de esa primera versión, la madre de Jhosivani cuestionó entonces: “¿Por qué he de creer en el gobierno si son ellos mismos quienes se llevaron a nuestros hijos?”.
Y advirtió: “Yo sólo creo en las forenses (del Equipo Argentino de Antropología Forense) que nos han dicho que los de las fosas no son los muchachos”. La mujer también dijo que no sabía qué iba a pasar si los normalistas no aparecían con vida, ya que “nosotros somos campesinos, entramos a todos lados y no le tenemos miedo a nada”.
La nueva información que dio la PGR sobre la identificación de este segundo normalista fue puesta en duda por el EAAF, que argumenta que la coincidencia genética entre los supuestos restos de Jhosivani y su madre “no es un resultado identificatorio definitivo”, además de que existen “serias interrogantes” sobre el origen de las muestras analizadas hasta la fecha.