“Es una ambivalencia de sentimientos”, señala la especialista María Dolores Pérez Bravo, pero se ha idealizado
Berenice Chavarría Tenorio
Cimac Noticias
Ciudad de México.- Haga lo que haga, una madre siempre recibirá la crítica social. Si no amamantan, son “malas madres”; pero si amamantan a sus hijas e hijos hasta los cinco años, también lo son, refiere la doctora María Dolores Pérez Bravo, profesora de la Universidad Autónoma de Madrid. En ese sentido surge la pregunta: ¿qué significa ser madre, una buena?
El modelo patriarcal de la maternidad consiste en idealizar este momento: plantearlo como un amor incondicional con características que las mujeres deben reunir para “ser buenas madres”.
En palabras de Pérez Bravo, se ha idealizado el convertirse en mamá y se busca presentar a las mujeres como aquellas que se dedican en exclusivo a sus hijas e hijos, que satisfacen las necesidades de ellas o ellos y se vuelcan en el cuidado y la atención. Se ha retratado como madres a aquellas que sacrifican su vida por sus hijas e hijos y son “perfectas”, lo que las hace conseguir felicidad plena.
Sin embargo, esto no está cerca de la realidad, pues la maternidad real “es una ambivalencia de sentimientos. Dentro de lo que significa ser madre no siempre nos sentimos con felicidad plena, sino que nuestras experiencias nos llevan a tener sentimientos contradictorios”, señala María Dolores Pérez.
En ese sentido, la especialista resalta que la maternidad es una construcción social considerada femenina por excelencia en la que se asocia directamente el ser mujer con el hecho de ser mamá.
Al intentar cumplir con el estereotipo de madre perfecta, puede surgir en las mujeres cierta culpabilidad al no responder a dichos ideales. De ahí la importancia de entender la maternidad como una compleja “conjunción de un hecho psicológico, biológico y cultural”.
La maternidad debe verse como libre elección de una faceta, más allá de un “proyecto vital”. Verse como experiencia compleja, heterogénea, diversa y plural que genera ambivalencia de sentimientos.
La doctora añade que maternar no es responsabilidad o tarea única de las mujeres, sino de la colectividad, misma que permitirá vivir esta etapa de manera libre, plena y franca. Por ello es importante que desde los gobiernos se desarrollen políticas públicas de igualdad y protección a la maternidad y lactancia.
A esto debe sumarse apoyo médico que brinde acompañamiento “individualizado, comprensivo y respetuoso a las decisiones maternas”, puntualiza María Dolores Pérez. Por otra parte, no debe dejarse de lado el papel del padre, la familia y las amistades cercanas a la madre, quienes también deben formar parte de una cultura de cuidados y apoyo comunitario para transitar esta etapa.
“Cuando una madre toma una decisión, la toma de acuerdo a la condición en la que vive. No estamos en su piel, lo que tenemos que hacer es apoyarla y, ya que socialmente no facilitamos, que por lo menos a nivel emocional la acompañemos”, sentencia María Dolores Pérez Bravo.
La madre, figura santificada y abandonada
En 2020, había un total de 35 millones 221 mil 314 madres en México, de acuerdo con datos del Censo de Población y Vivienda organizado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) en el mismo año.
En muchos casos, la desigualdad, discriminación y violencia les ha impedido a miles de estas mujeres desenvolverse personal y profesionalmente de forma libre. Como prueba destaca que el embarazo es la principal causa de discriminación laboral, según información del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred).
A esto se suma el proceso de parto y lactancia. En ese sentido, la licencia de maternidad en México es de 12 semanas, mientras que en otros países alcanza incluso las 14.
Sin embargo, al hablar de los padres, la Ley Federal del Trabajo indica que un trabajador en el sector formal tendrá derecho a un “permiso de paternidad por cinco días con goce de sueldo por el nacimiento o adopción de un hijo, mismos que corren a cargo del empleador”.
Ante este panorama, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) destaca que “aún es muy escaso el tiempo que se otorga a los varones para participar en el cuidado de los hijos recién nacidos”, a pesar de que una reforma adecuada podría “ayudar a conciliar las responsabilidades laborales y familiares de madres y padres en el curso de su vida”.
Por ello, el camino a seguir será invertir, crear y transformar políticas de cuidados para solucionar las lagunas al hablar de disponibilidad, acceso y calidad de las licencias y los servicios de cuidados; con ello, se contribuirá a evitar que las mujeres sean quienes sufran los peores estragos por decidir convertirse en madres.