Opinión
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JESÚS MARIANO MARTÍN GARCÍA

 

La ONU ha decidido cancelar la labor del Programa Mundial de Alimentos (PMA) a los refugiados en Siria por falta de fondos. Cerca de dos millones de personas se verán afectadas por esta medida. Sorprende que con la violencia de los conflictos que hay  en la zona, el fin de las ayudas se deba a temas económicos. Poner fin al abastecimiento de alimentos a los refugiados puede salir por un precio todavía mayor. “La suspensión de las ayudas alimentarias del PMA expone la salud y la seguridad de estos refugiados y puede causar tensiones, inestabilidad e inseguridad en los ciudadanos de los países que los acogen”, señala Erthain Cousin, director ejecutivo del PMA.

La falta de financiación se agudiza con la llegada del invierno en Oriente Medio. A la falta de alimentos hay que sumar las precarias condiciones de higiene de los desplazados. El PMA necesita cerca de 64 millones de dólares para cubrir las necesidades de los refugiados en el mes de diciembre. Pero los países no están por la labor de ayudar. La Comisión Europea ha prometido una ayuda de 5,5 millones de euros para el PMA. Noruega, país que no forma parte de la Unión Europea, ha propuesto una ayuda de 8 millones de euros, cifra superior a la de la institución europea.

El presupuesto de la ONU para 2014 ha sido de 16.400 millones de dólares. A la vista de la situación, se antoja un presupuesto muy bajo para la gran cantidad de problemas y conflictos que existen en el mundo. El 80% del presupuesto total de la ONU se utiliza para cubrir las necesidades de los afectados en conflictos armados. La aparición de otros conflictos como las luchas en Ucrania, la expansión del Estado Islámico o el brote de ébola en el oeste de África han dificultado más si cabe la labor que desarrolla la ONU en todo el mundo.

Nadie puede negar la labor que desarrolla esta organización en los países que más lo necesitan. Pero las misiones, campañas y programas de la ONU suelen ser muy costosas. Las grandes potencias estatales son las principales fuentes de financiación de Naciones Unidas. El presupuesto del que dispone la ONU se ha incrementado año tras año. También se ha incrementado el número de conflictos armados, la expansión de enfermedades para las que no se trató de dar cura, y cada vez hay más personas que viven bajo el umbral de la pobreza.

Produce rubor y escandaliza la escasa preocupación de los 193 estados miembros de la ONU para dar solución a los problemas que tienen lugar en el mundo en la actualidad. El caso más destacado es el de Estados Unidos. El país que preside Barack Obama aporta un 28% de la financiación para las operaciones de paz que desarrolla Naciones Unidas. El total de financiación de estas operaciones se cifra en 7.000 millones de dólares. Según la ONU, esto supone un gasto del 1% de los gastos militares a nivel global. Esta cifra choca con el presupuesto que Estados Unidos destina a su departamento de Defensa. El país norteamericano destina casi 600.000 millones de euros de su presupuesto en gasto militar.

El ejemplo de Estados Unidos pone de relieve que es casi más importante mantener la paz con armas que ayudar a los afectados por conflictos como el de Siria o por el crecimiento del Estado Islámico. De hecho, muchas de las víctimas en el conflicto sirio y en la lucha contra el Estado Islámico son civiles y niños. Además, casi 2 millones de personas se han visto obligadas a abandonar sus casas desde 2011 para alejarse del drama de la guerra.

La ayuda humanitaria debería ser uno de los principales pilares para los estados en el siglo XXI. Se persiguen unos Objetivos de Desarrollo del Milenio que precisan de fondos y recursos para que se puedan realizar.  Mientras los presupuestos se destinen más a gastos militares que a la ayuda a quien más lo necesita, la ONU no podrá desempeñar su labor y la situación se agravará en esas regiones.

 

Artículo del Centro de Colaboraciones Solidarias

Twitter: @JMM37

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