Opinión

Agua potable a todo el mundoMANUELA DUQUE CANO

 

Mujeres, niños  y niñas de muchos lugares del mundo dedican cuatro horas de su día para recoger agua y abastecer a su familia. Esta situación aún forma parte de la vida de cerca de 750 millones de personas que no tienen garantizado el acceso a este recurso.

El acceso al agua potable ha sido en parte uno de los logros de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, pero todavía es un elemento necesario por escaso en la vida de muchas personas. Las Naciones Unidas afirman que un 89% de la población mundial tiene acceso en fuentes de agua seguras. Esto supone un aumento del 24 % con respecto al año 2000 y equivale a que 2.400 millones de personas hayan accedido al agua potable en los últimos 15 años.

El último informe de 2014 de la Organización Mundial de la Salud y Unicef sostiene que en África existen cerca de 370 millones de personas que aún no tienen agua potable y calcula que 1.400 niños menores de cinco años mueren a diario por enfermedades diarreicas relacionadas con la falta de este recurso. Así como por el cólera, la hepatitis  o la fiebre tifoidea que son algunas de las dolencias más frecuentes en regiones africanas donde el agua es escasa y de mala calidad.

Níger es uno de los países donde la falta de acceso universal y seguro a fuentes de agua potable y servicios de saneamiento e higiene limita los derechos de niños y niñas. El 50% de la población permanece sin agua potable y tan sólo un 4% de quienes viven en zonas rurales tiene acceso a saneamiento.

Josefina Maestu de la ONU afirma que “la vida no solo cambia por tener acceso al agua sino por lograr que llegue en buen estado”. De igual forma, la experta de la OMS en Ginebra, Nathalie André, recalca que el agua, el saneamiento y la higiene deben ir juntos, “en muchos países, aunque ya tengan agua y letrinas, luego no se lavan las manos y se llevan la contaminación consigo”.

UNICEF cuenta con programas de Agua, Saneamiento e Higiene en más de 100 países, mediante la aplicación de nuevas técnicas como la perforación de pozos con técnicas eficientes y la puesta en marcha de planes de salubridad del agua en comunidades donde se suministra agua potable a las familias de las zonas más apartadas.

Bangladesh ha implementado un método para captar agua de lluvia para bombearla a acuíferos poco profundos que permite el suministro de agua a cerca de 1 millón de personas. Así mismo, en República Democrática del Congo han implantado el modelo de “aldeas saludables” por el que medio millón de personas obtuvieron acceso en 2014 a fuentes de agua potable y servicios de saneamiento mejorados en sus comunidades.

Mientras que en países de occidente las personas dedican una media de 4000 horas al año para ver, leer, navegar o utilizar los medios de comunicación, en países africanos mujeres y niños caminan 40.000 millones de horas todos los años para abastecerse de agua. La escasez de agua y los problemas que esto conlleva no es un problema aislado por más lejano que pueda parecer.

La Organización Mundial de la Salud establece que la cantidad mínima para cubrir las necesidades básicas es de 50 litros de agua al día. En países como España la media es de 140 litros y en Mozambique hay zonas en las que la población sobrevive con 10 litros diarios. Hacer un uso racional de este bien escaso y evitar la contaminación de zonas hídricas es una de las medidas individuales por las que puede optar cada persona para beneficiar al planeta. Sin embargo, garantizar la disponibilidad de agua, su ordenación sostenible y su saneamiento es responsabilidad de los gobiernos que una vez más se comprometerán ante los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible impuestos para el 2030. Otros 15 años más de lucha por un mundo más equitativo y justo, donde derechos como la sanidad, la educación o la alimentación pasen de ser sueños para convertirse en realidades.

 

Artículo del Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS)

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