Sara Lovera/ Palabra de Antígona
El próximo domingo, en las elecciones en 17 entidades del país, nos dirán si conseguimos que el cambio de ley, las sentencias y la organización de las mujeres, al fin, lograrán irrumpir el poder local, a donde llegamos en 1922 pero que se detuvo. Hoy no hemos conseguido más que el siete por ciento de las alcaldías y el 25 por ciento de las bancas en los congresos locales.
Hoy el mandato constitucional para que los partidos políticos pusieran en sus listas de candidaturas al 50 por ciento hombres y 50 por ciento mujeres, nos permite ampliar la mirada. Es el comienzo del verdadero camino: la paridad electoral en la gobernanza de los municipios y los congresos locales.
Por eso es importante la reforma, con la cual no se puede simular, porque esta vez hay sanción. Si los partidos no cumplieron con sus listas de hombres y mujeres al 50 por ciento, se les revocó su inscripción y tuvieron que hacer los cambios. Eso sucedió claramente en algunas entidades; hay otras artimañas, claro que las hay, pero por el volumen de candidaturas su efecto se atempera, sin dejar de tener trascendencia. Lo más importante ha sido la vigilancia de las mujeres, la alerta contra la ilegalidad y los mecanismos de protesta y visibilidad.
Los partidos, sus dirigencias, se han visto en problemas; otros han manipulado la asignación de los sitios para las mujeres, eso sí, pero ojo, por última vez, porque el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) resolvió con una triada de jurisprudencias, prevenir que ello suceda a partir de la elección de 2016 en adelante.
El año próximo habrá elecciones en 12 entidades del país que elegirán gubernaturas, congresos y municipios. O sea la batalla es continuar y asegurar paridad vertical y horizontal en los municipios que, por acuerdo del TEPJE, es obligatoria en 2016, como lo es en la elección del próximo domingo en cuatro entidades: Estado de México, Tabasco, Nuevo León y Querétaro. No es poca cosa.
Me insistirán en varios asuntos. No me gusta el aura victimista y menos si nos quedamos en el tema electoral, me dirán que muchas mujeres fueron enviadas a distritos perdedores o municipios sin importancia; me dirán que en algunos casos, en lugares donde fueron descubiertos los chanchullos, los dirigentes pusieron a quienes quisieron; que siguen siendo dueños de las candidaturas, que luego tratarán de manipular. La diferencia es que ahora las mujeres no se dejan. Esa es la diferencia.
Les cuento que algunas políticas que fueron desestimadas, aunque tienen una larga carrera política y de representación popular, denunciaron que se eligieron a otras mujeres, muchas parientas, para resolver las revocaciones, para sustituir el chanchullo y dijeron más.
Que esas acciones eran bajo sospecha. Claro que sí, es un procedimiento antidemocrático, así se llama, o caciquil, pero no obstante en la tarea de dar seguimiento, no quitar el dedo del renglón, de hacer y decir durante 20 años de cuotas, tenemos que reconocer las dificultades internas, incluso, entre las mujeres que militan por la causa.
Otras muchas militantes partidarias no entienden, son parte del problema y no de la solución. Algunas mujeres no importa el partido al que pertenezcan, son conservadoras: las vi actuar contra el aborto el vienes en Morelos, del PRI, del PAN, de Convergencia Democrática y del Partido Humanista. Nos falta mucho, es cierto.
Pero soy optimista. Eso que sucede es lo de menos. Si pensamos que hemos ido muy aprisa, exitosamente. De 1824 a 1922, hay 98 años, es decir de la primera petición del voto a la sanción jurídica de los derechos ciudadanos en Yucatán, durante el gobierno de Felipe Carrillo Puerto; de 1922 a 1946, apenas fueron 24 años para lograr el voto municipal para todo el país; entre 1946 y 1953, fueron siete años, para el acuerdo del voto universal.
Ver los sucesos desde perspectiva histórica resulta muy interesante y nos ayuda a comprender, y si lo ponemos en la vida de las mujeres tendremos que decir que quienes nacieron en 1922 pudieron disfrutar del derecho a votar y ser votadas, según la reforma constitucional de 1953, y votar por primera vez en elecciones federales en 1955.
Sin embargo, lo cierto es que después del voto universal fuimos muy lentamente, a pequeños pasos: pasamos del 5 al 9, luego al 12 y más adelante retrocedimos al 10 y posteriormente alcanzamos el 16 por ciento en el Congreso; lentamente en los puestos y elecciones locales, tanto que ahora apenas tenemos el 25 por ciento promedio de mujeres en los congresos locales. Y no digamos las gubernaturas, apenas 6 en 60 años.
En Aguascalientes, para vergüenza histórica, nunca ha habido una senadora y apenas tenemos mujeres como primeras concejalas en el siete por ciento de los municipios. ¡Pero ojo! Hay que tomar nota, hay que decirlo: en menos de 10 años pasamos del 3.5 al siete por ciento.
¿Y por qué? Porque no hay que exagerar ni olvidar. El proyecto SUMA, encabezado por Patricia Mercado, financiado por INMUJERES y ONU Mujeres, en los últimos años, fue una acción poco valorada, logró recorrer el país incentivando a gobiernos, partidos y a las mujeres para ampliar con medidas políticas y legislativas la participación de las mujeres en los procesos locales. Desde luego ha habido otras acciones, menos trascendentes, con menos dinero y posibilidades. Esta de SUMA fue fundamental. La pregunta es ¿por qué se abandonó?
O sea nada es por generación espontánea. Y, el gran jalón, apenas hace seis años o un poco más es del Grupo Plural, en el que participan muchas mujeres de SUMA o coincidente con esa organización, mismas que consiguieron poner en evidencia lo de las “juanitas” y la violación de los estatutos por parte de los partidos políticos. Estas acciones del grupo Plural, de sus integrantes, su tesón y su conocimiento fueron determinantes. Hoy en la Cámara de Diputados hay 37.3 por ciento de curules ocupadas por mujeres y subió a más de 30 por ciento en el Senado; impactó cámaras locales y lo de las alcaldías va en crecimiento.
Por eso la paridad no es una entelequia ni mucho menos. Llegar ahí es parte de un proceso con estrategia de mujeres, algunas en ello por más de 25 años, otras herederas de los años treinta y algunas más convencidas y militantes. Inquebrantables, no dogmáticas. Históricamente juntas siempre avanzamos. Algunas sí lo saben.
¿Qué no todo es maravilloso? Por supuesto, claro que sí. Nada es perfecto. Es más no podemos desentendernos de la corrupción, del machismo y del patriarcalismo. De todos modos el reto es que este 7 de junio se rompa la inercia en el poder local.
Si es así. A todas nos toca. A ellas en la gobernanza contribuir a la democracia. A nosotras presionar para hacer realidad la agenda de las mujeres, la agenda de la democracia, de la no violencia, del rescate de las niñas y mujeres del abuso y la trata; de las defensoras de los derechos humanos, de la plenitud de los derechos sexuales y reproductivos, de la interrupción legal del embarazo y de una real cruzada contra el hambre y la pobreza, pasando por defender los derechos laborales y de libre expresión las mexicanas.
Esperamos con ansias el 7 de junio.
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