XAVIER CAÑO TAMAYO
Hubo en París el COP21, reunión de todos los países bajo los auspicios de la ONU para tomar medidas contra el cambio climático. El resumen del encuentro es breve: los gobiernos no han tomado ninguna medida concreta para frenar el calentamiento global. Mucho hablar, pero ningún plan ni propuestas que frenen ese cambio. El único resultado es que los países reducirán las emisiones de gases de efecto invernadero… si les da la gana. Inexplicable ausencia de medidas cuando ya no cabe duda de que esos gases son causa del cambio climático. Gases que alcanzaron un nuevo máximo de concentración en la atmósfera en 2013, según la Organización Meteorológica Mundial (OMM). El mayor aumento anual en 30 años. Lo que lleva a la OMM a considerar “urgente una acción internacional contra la aceleración del cambio climático”. Pero ni caso. En el COP21 de París no parecen haberse enterado. Prevalecen los intereses económicos de una minoría por encima de la vida de la gente, de la conservación de la Tierra.
El COP 21 ha ignorado olímpicamente los crecientes fenómenos meteorológicos extremos responsables de la cuasi desaparición de pequeños estados insulares por tempestades, inundación y subida del nivel del mar; la destrucción por esos fenómenos de infraestructuras y servicios (electricidad, agua, atención a emergencias…); la pérdida de ecosistemas marinos y costeros y de medios de vida para muchas poblaciones por esa destrucción; la muy preocupante reducción de la superficie forestal, agua más escasa y la destrucción de la diversidad biológica…
El cambio climático amenaza a todos, aunque los pobres paguen mayor factura. Sequías, incendios, violentas tormentas, huracanes destructores, inundaciones nunca vistas, malas cosechas, subidas del nivel del mar… Cabe recordar a los escépticos Nueva Orleans devastada por el huracán Katrina en 2005, las graves inundaciones de Pakistán en 2010, la mortal sequía de Etiopía en 2011, el estado de Colorado arrasado por incendios forestales en 2012, el destructor tifón Hayan en Filipinas en 2013, en 2014 el pavoroso incendio de Yosemite en California y la ola de frío en el estado de Nueva York, los letales tornados hace unos días en Texas (EEUU) y las enormes inundaciones en el norte de Inglaterra y Escocia estas navidades.
Sin embargo, estamos a tiempo de frenar el calentamiento global, según la científica afirmación de los expertos en clima de la ONU, siempre y cuando se actúe con rapidez y contundencia. Pero no se frenará ni una pizca el cambio climático con los parloteos inútiles de un COP21 incapaz de llegar a acuerdo alguno que merezca tal nombre.
Porque los pretendidos acuerdos de París son humo. No obligan a nadie ni establecen sanciones por incumplir medidas contra el calentamiento ni nada parecido. Por no hacer ni siquiera nombra a los combustibles fósiles, verdaderos ‘malos’ de esta película. Tampoco establece plazos para reducir hasta eliminar el uso de esos combustibles ni propone transición energética alguna del petróleo a energías limpias y renovables. Y, por supuesto, no hace el menor caso a la recomendación de la ciencia de olvidar en el interior de la Tierra, como si no existieran, por lo menos dos tercios de las reservas conocidas de combustibles fósiles.
El COP21 de París ha escondido la cabeza bajo el ala. Pero no frenaremos el calentamiento global con juegos malabares sin ir a la raíz del problema. Y la raíz se llama petróleo. ¿Difícil? Sí, pero no imposible. Vida o muerte.
Abundando en la cuestión, según la OMM y la NASA, 2014 fue el año más caluroso desde 1880, cuando se empezaron a registrar temperaturas. El más caluroso de varios años calurosos en décadas calurosas. “Una tendencia del cambio climático atribuible a las emisiones de gases de efecto invernadero”, asegura Gavin Schmidt, director del Instituto Goddard de Estudios Espaciales de la NASA.
La situación es grave y tan cerca de ser irreversible que hay que empezar a dejar el petróleo y abandonar los combustibles de origen fósil. Como el adicto a la heroína, o el mundo se desengancha del petróleo o muere.
Tiempo de decir basta al petróleo, pero 2015 no es el año en el que se empezó a dejar de depender de los combustibles derivados del carbono. Una vez más, la ciudadanía, los pueblos, han de moverse para lograr otro modelo energético y frenar el cambio climático.
Artículo del Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS)
Twitter: @xcanotamayo