Opinión

Amos Oz 001]Efemérides y saldos[

 

Ese Estado, decía, debe ser un claro ejemplo universal de justicia. Sí, incluso con los árabes, si es que prefieren quedarse a vivir entre aquí entre nosotros. Sí, a pesar del daño que nos causan por culpa de los que los instigan y los ponen en contra de nosotros, los trataremos con una generosidad ejemplar, aunque, ciertamente, no será por debilidad.

Amos Oz

 

ALEJANDRO GARCÍA

 

Profi tiene doce años y tres meses y vive en un barrio en las afueras de Jerusalén y ha formado una “peligrosa” organización de defensa de Palestina que llegará a bombardear Londres sin misericordia. La forman tres miembros y realizan gran actividad de acopio de información e inteligencia que les permitirán cobrar el agravio a los ingleses. Él es el cerebro, pero el dirigente es Ben Hur y el ejecutor es Chita Reznik. Lo que no pueden lograr los adultos, lo harán ellos con ingenio, inteligencia y decisión. Es 1947, muy cerca ya de que los británicos emprendan la retirada, pero esto es alto secreto entre los dominadores y aplicadores del toque de queda.

   Un día, en una de sus pesquisas, lo alcanza el horario de obligado retiro de la población a sus casas y tiene que regresar en la oscuridad, por la ruta de los patios traseros, consciente de su transgresión. Es atrapado por la manaza blandengue del teniente Dunlop, un soldado británico un poco torpe, que realiza funciones policiacas y que manifiesta especial interés en el idioma y los textos israelíes.

   Así, en la parte trasera del café, se realizará el intercambio de palabras de la lengua de Profi por las de Dunlop, un cruce de culturas ajeno a dominados y dominadores, un intercambio único, sin una ganancia palpable, aunque Profi, en su perversa y febril  militancia subversiva, piensa que así podrá sacar información privilegiada del enemigo. Es así como se entera de que habrán de irse muy pronto los ingleses y dejarán un Estado para los judíos. El nudo de conflicto que dejaron, ahora lo conocemos. Pero entonces, los otros dos miembros de la organización insurgente lo celan, lo siguen, lo investigan y finalmente le hacen llegar un aviso a través de una pinta y un papelillo: “Profi, vil traidor”.

   Encima de esas actividades de niños inmersos en esa sociedad en acoso y vigilancia, se encuentran las verdaderas actividades de la Resistencia. La noche se llena de tiros, a veces cercanos, otras lejanos, de detonaciones intermitentes y no es raro que los padres de Profi deban guardar a algunos de los heridos o perseguidos y hagan uso de un botiquín para limpiar y curar las heridas. Una noche, el padre les explica que deben guardar una bolsa, camuflarla entre los libros y ante la visita de los soldados ingleses, tienen que esconder lo está a la vista, pero ignoran qué es. Salvada la situación, noches después, desaparecen el bulto y la aprensión. Las bajas humanas aumentan. Los tiros siguen su rumbo ciego en medio de la noche.

   El padre es un hombre duro, resistente a los ingleses, defensor de la permanencia en Palestina, pero abierto a la presencia de los árabes. Es, además, culto, posee una biblioteca maravillosa desde donde realiza un trabajo de corrector y auxiliar de editor, en realidad de conservador del patrimonio cultural de la humanidad, el que se encuentra más allá de la lucha de los bandos. El día de la revisión el padre encanta a los sabuesos con la muestra de libros excelsos y con su vocación que transfiere. La madre, maestra en una escuela de niños sobrevivientes de campos de concentración, hija de judíos sacrificados en Ucrania, protege a Profi de la dureza del padre, a menudo encara al marido para enseñarle espacios donde la convivencia de pare e hijo es más necesaria que la simple regla o el castigo.

   -El que ama no traiciona.

   El centro del relato es la palabra “traidor”, la que le asignan a Profi sus dos correligionarios. A Ben Hur le perdona el extrañamiento, a Chita no, porque no piensa ni discrimina. La extraña doctrina que los une, la arbitraria o intuitiva serie de reglas que los marca, dice que no se puede convivir con el enemigo, que acercarse a él es la primera huella de la traición. Profi no ha entregado nada, no ha dado información, no se ha vendido, no pretende pasarse al otro bando, pero el precio es alto, el desconocimiento. Profi tiene una pantera en el sótano o en el corazón o en la venas. Es la pasión de la vida y de la defensa de los seres queridos, pero poco a poco se entera de que no basta con sentirlo o serlo, de que la pantera será tundida por las exigencias y las ópticas de los otros.

   La pantera tiene otros alimentos y alicientes. Profi es un observador, una especie de francotirador. En una de sus sesiones de auscultación ha podido captar a Yardena, la hermana de Ben Hur, justo cuando se vestía, ha visto, casi sin ver, al frente, esa mancha oscura en el centro del cuerpo, un poco hacia abajo. El recuerdo está allí, como gran anigma. Cuando una noche, sus padres salen de la ciudad y encargan a Profi al cuidado de Yardena, es perceptible una atracción, acentuada por la negación de Ben Hur a pasar la jornada con su ex amigo. La pantera aún no sabe de sus alcances y fuegos, de modo que se encierra con llave en su cuarto y cree oír pasos en la casa, ruidos, susurros, quejidos. No sale a defender a Yardena. No es necesario, por supuesto. Sus padres dudarán entre quedarse callados o tomar alguna medida con respecto a los pulsos secretos de los cuerpos.

   Profi es también un satélite cuya órbita es la extrema del sistema al que pertenece. Tiene iniciativa, propone cambios, inventa formas de defensa, sospecha, acopia información, pero tiene una sensibilidad que le es propicia para interactuar con los elementos del sistema dominante de su misma condición. Cuando es atrapado por Dunlop, sabe que puede huir, internarse en esos corrales. Es más, sabe que puede escapar sin esconderse, pero algo lo llama a seguir en contacto con ese guardián que quiere conocer su idioma y sus textos religiosos. De esta manera, aunque giran en torno a sus soles, no dejan de formar un sistema alternativo, libre de las reglas que los llaman a simplemente a odiarse.

   Una pantera en el sótano (México, 2013, 3ª reimpresión, Fondo de Cultura Económica/ Siruela) de Amos Oz se ubica en el principio de los actuales problemas en torno a Israel. Oz ha tenido que librar una batalla contra la palabra “traidor” por parte de quienes se oponen a un acuerdo que garantice la existencia del Estado Palestino. Y lo mismo ha sido acusado por parte de los radicales israelíes que de los que creen que su postura es comprable o debe mantenerse incondicional del otro lado.

   Por lo demás, el libro es de una agilidad que se agradece y toda la lectura se siente el lector entre esas aguas que lo llevan bien al agua de melón, bien al agua de sandía, como decíamos antes, pero que al final nos pone a salvo de esas decisiones que se pintan tan fácil, pero que en la vida real son tan difíciles de delimitar.

   En último caso, las decisiones de buenos y malos no corresponden a la literatura, los maniqueísmos andan por allí, pero han mostrado sus límites y ruindades. 

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