]Efemérides y saldos[
Pero el viejo Rey era un hombre sabio y un adivino y disfrutaba poco a poco con sus poderes, que le dejaban abrumado de melancolía y más solo que antes. En los sueños atormentados del Rey se le reveló la Hermosa Doncella: la cual era aún una niña, todavía no una mujer, al cuidado de su anciana abuela, una bella niña rubia y resplandeciente, y pura de corazón como ninguna otra doncella del reino.
Joyce Carol Oates
ALEJANDRO GARCÍA
La novelista norteamericana Joyce Carol Oates (1938) pertenece a esa brillante generación de escritores nacidos en la década de los años 30: Donald Barthelme (1931), John Updike (1932), Philip Roth (1933), Don DeLillo (1936), con quienes se asocia de manera reiterada. El espectro aumenta si agregamos a algunos que no pertenecen a esa tradición que no sé si sea correcto llamar del noreste americano (nacen en Nueva York la primera y el cuarto, en Pensilvania el segundo y el tercero, y en Nueva Jersey el quinto): Richard Brautigan (Tacoma, Wahington, 1935), John Kennedy Toole (Nueva Orleans, 1937). Después de la muerte de Updike en 2009, los nombres de los tres sobrevivientes han aparecido en las listas para el Premio Nobel. He escrito brillante, pues les ha tocado la renovación temática después de la longeva “Generación Perdida” y la renovación estilística de un inglés que a menudo es confundido con la lengua del imperio y nada más. No es fácil brillar entre tan brillantes escritores, no es fácil brillar entre luchas tan recias. ¿Opacidad que brilla? ¿Acercamiento a ámbitos que son sectores medios o escenarios fuera de los reflectores? Claro que la brillantez en literatura suele ser diferente, incluso peleada con lo que tiene que ver con lo aceptado socialmente.
La producción de Oates es de más de cien títulos y sólo en años recientes, más a partir de la promoción de La hija del sepulturero (1913), ha llegado a amplios círculos de lectores. Oates no es una autora fácil, como ninguno de sus compañeros de ruta. En España Alfaguara ha publicado sus novelas y relatos. Desde la cantidad de páginas es posible saber de los contrastes en su narrativa. Una hermosa doncella (Madrid, 2011, Alfaguara, 213 pp.) está muy cerca de la novela corta (la edición española es generosa: pasta dura, inicio de capítulos sólo en páginas impares, interlineado y caja generosos), lo afirma así el que el relato tenga un solo asunto y los personajes principales sean dos. El tiempo en que transcurre la historia es corto, así como su espacio. No lo es así la temática, donde el asunto anecdótico se puede ligar a otros niveles de significación.
Katya Spivak es una chica de 16 años. Durante el verano sale de Vineland, Nueva Jersey, y se contrata como cuidadora de niños en Bayhead Harbor. Ahora cuida a Tricia Engelhardt de tres años y a un bebé de diez meses. Pasea por Ocean Avenue. Contempla los escaparates y se detiene a admirar los costosos (inalcanzables) modelos de Prim Rose Lane Lingerie & Nightwear. Una voz le pregunta cuál escogería:
Katya estaba observando una camiseta de encaje rojo y unas bragas a juego ?de seda, sexis, ridículamente caras? que llevaba puestas un elegante maniquí rubio y delgado con un rostro bello y vulgar pero lo que señaló fue un camisón de muselina blanca con un ribete de satén, de estilo victoriano, en un maniquí que representaba una chica de trenzas.
Se ha dado el encuentro con Markus Kidder, de 68 años. Bayhead Harbor es un buen espacio para Katya, pero el encuentro con Markus la adentrará en un territorio de mayor confort y sorpresa. Será también una inmersión laberíntica. Kidder es un escritor de historias infantiles. Le regala uno de sus libros ilustrados a Tricia, quien se encanta con él y reitera su deseo de oírlo, pero también el pudiente Markus le pide a Katya que modele, que le permita hacer el cuadro único y la trata bien, lo que acentúa los ecos de malos ratos en Vineland y de la permanente desconfianza de sus patrones: ella que cuida cada centavo y mantener su estado de patrona, él que linda a cada momento en el acoso y retrocede ante la vigilancia de la esposa.
Todo conjura para que el encuentro adquiera otras dimensiones: el inicio del ritual y de la trascendencia mítica. La madre de Katya se ha metido en líos. Le ha llamado desde Atlantic City. Le urgen 300 dólares para salvar el pellejo: juego, trago y amores desconsiderados. Las otras dos hijas ya de plano no le responden las llamadas teléfónicas. Su tabla de salvación es Katya. La patrona no le podrá prestar eso como adelanto de salario, seguro lo que quiere es escaparse. Será Markus Kidder quien lo haga, sin preguntar el destino del dinero. Conforme modele irá pagando su tarea y algo tiene de dificultad o calidad porque la cantidad sube. También, un día, le lleva de regalo la prenda gracias a la cual se conocieron, pero no le entrega la que ella dijo, le entrega la camiseta de encaje rojo y las bragas (para nosotros sería más intenso decir pantaletas) de seda. Hay un ingrediente más, el maltrato íntimo, Katya ha tenido que ver con su primo Roy Mraz, sólo que es un mal chico. Peor, además de gustarle los tatuajes es un violento y de malos sentimientos y le gustan los encierros. Nada que se merezca la chica. El mundo de donde viene no presenta muchas alternativas, incluso las malas escasean o se van. ¿Habrá que aferrarse a una de ellas? La madre le espanta al primo, pero cuando se las ve duras, cuando debe decirle algo que la ablande, sugiere que Roy está listo para la chica.
El modelaje pasa para el lector por las etapas necesarias y dignas de un victimario y una víctima, de un cazador y una presa. Posa con su prenda regalada, se desnuda, pero cada vez es mayor la cantidad que le otorga. No hay motivo de queja, pero el malogrado lector sabe que las cosas en la vida no se regalan, que las buenas noticias no duran.
El desenlace natural cambia, suspende los prejuicios del lector, aquí Joyce Carol Oates se juega su prestigio como escritora y arriesga, porque de Vineland viene el primo Roy. Y tiene ganas de tocarla y en una de esas de tenerla para sí. Es la prueba, porque el conocimiento del viejo, la experiencia del modelaje, de la comida, de la palabra, los nuevos rituales han cambiado su perspectiva. Aún y con todo esto se deja convencer, guiar, hacer una visita al viejo y dejar a Roy que se exceda y tome lo que le venga en gana. Y viene uno que otro golpe de convencimiento. El pacto y la felicidad entre la joven y el viejo se pierden. La óptica de la patrona parece imponerse: no se les puede dar confianza, no tiene remedio. Huyen, dando a Markus por muerto.
Es entonces que aparece el desenlace verdadero. Markus, después de una penosa convalecencia espera a Katya y la recibe. Es como si el último acto hubiera permitido el final del retrato y otorgado la pieza necesaria para la ceremonia final. La ha estado anhelando. Es “Una hermosa doncella”, la que vendrá a acompañarlo en su partida, previo matrimonio: el contacto con la inocencia, la pureza y la sensualidad. Todo está preparado para la ceremonia. Markus partirá con su compañera que le otorga la juventud deseada para iniciar la travesía y Katya podrá disponer de su futuro a partir de la fortuna que le ha dejado su pareja. El mundo quedará con sus limitantes y ruindades, con sus actos de violencia surgidos de la insatisfacción. De modo que esta novela de Oates es un extraño caso de ceremonia dramática en donde los personajes llevan adelante sus deseos. En tan átono escenario, sólo una pequeña tendrá la gracia y la redención.
En las novelas de largo aliento Oates asocia los encuentros y desencuentros a otros encuentros y desencuentros o a una línea histórica que se enriquece entre familia, entre naciones, entre clases, incluso entre artes, en las novelas más cortas el encuentro y el desencuentro se resuelve solo, aunque casi siempre dialoga con el rito y con el mito y eso las torna plurisignificativas.