Opinión

salaprensaROGELIO HERNÁNDEZ LÓPEZ/ MIRADAS DE REPORTERO

 

SemMéxico. Sí parece importante que muchas y muchos colegas metamos la cuchara en dos discusiones no formales en nuestros círculos profesionales que buscan defender la profesión y la categoría social de ser periodista.

Una de estas discusiones, es por periodistas de tiempo completo que acusan a otros que “dejan de ser periodistas quienes trabajan para el Estado” sin importarles que con eso fomenten más el sectarismo que parece secular y que divide;

Otro tema recurrente entre periodistas profesionales, es más dramático: somos cientos los que exigimos se reivindique socialmente al periodista y se le brinde protección integral ante los agravios que siguen multiplicándose, pero nos topamos con varias murallas levantadas por políticos, jueces, agentes de seguridad y otros que vilipendian esta profesión y la hacen más vulnerable.

Creo que estamos obligados a encontrar más rutas para defender al periodista, incluso de  muchos de nuestros pares.

Entre nos

Es muy recurrente en redes sociales, especialmente en Facebook, sentencias de informadores acusando a otros que dejan de ser periodistas, porque trabajan o cobran “igualas” en oficinas de gobierno, o se desempeñan en oficinas de comunicación social privadas o públicas.

Carecen de elemental espíritu de cuerpo esos colegas que desacreditan a otros, ya sea en corrillos o públicamente, señalándolos como voceros oficiosos, chayoteros o, incluso de tener vínculos con algún tipo de delitos. Esos argumentos sirven a terceros para criminalizar a priori y justificar agresiones laborales, profesionales o sociales; eso facilita los ataques violentos que son para acallar a la víctima en la mayoría de los casos.

Como la fatuidad se alimenta de la sobrevaloración por ignorancia, tenemos que canalizar a terrenos más propicios la discusión entre pares sobre lo qué es ser periodista en México. Necesitamos que la academia propicie más actualización profesional y abra más foros, requerimos más medios de nosotros para darnos información sistemática, estudios, análisis y fomentar mucha autocrítica.

Dos medios, por citar, nos pueden ayudar en estos días para esa profesionalización y acercamientos entre pares, por ejemplo: Sala de Prensa, la revista digital que dirige Gerardo Albarrán de Alba y el periódico impreso y digital Unión de Periodistas que está comenzando a editar la Casa de los Derechos de Periodistas.

El punto de partida, para reivindicar así al periodista en México, sería acercarnos a una posición común de la definición de periodista, pero no la que está en los protocolos internacionales ni en la Ley (federal) de protección a personas defensoras de los derechos humanos y periodistas, porque son tan generales como se necesita para reconocer el derecho a la libertad de expresión de todos los ciudadanos.

Necesitamos una definición que perfile bien las características académico profesionales de la esencia del periodista, que es ser reportero. Eso, me parece un inició de la mayor importancia.

Lo dramático

Pero lo más urgente siempre se impondrá a lo importante. Por ejemplo cito el informe semestral de agravios al periodismo que Artículo 19 difundió este jueves 4 de agosto:

“Durante el primer semestre de 2016 se registraron 218 agresiones contra la prensa: 69 de enero a marzo y 149 de abril a junio; esto significa que la violencia contra periodistas aumentó 115% en el segundo trimestre del año. Informe de Artículo 19

Por eso mandó su alerta: “Un periodista ha sido asesinado cada 26 días durante el sexenio de EPN”.

“Por tipo de agresión, las físicas/materiales son las de mayor registro durante el semestre con 46 casos; seguidas de las intimidaciones, con 37; las amenazas, con 35; las privaciones de la libertad (que incluyen a las conocidas como “encapsulamientos” o “retenciones”), con 32; y ataques a medios de comunicación, con 16.

“Por entidad, la Ciudad de México es el primer lugar de agresiones contra la prensa durante el mismo periodo, con 31. Le siguen Veracruz, con 28; Oaxaca, con 27; Guerrero, con 17; y Puebla, con 15.”

Otra vía

Alguna vez le propuse a la Asociación Mexicana del Derecho a la Información (AMEDI) discutir un panorama integral de protección y reivindicación del periodismo con varias medidas, entre otras crear un estatuto del periodista que reconozcan las autoridades políticas, educativas y del trabajo. Tal estatuto, carta, declaración o como quieran llamarla tendría que comenzar por definir al periodista desde el perfil académico profesional, una definición mucho más precisa y acotada que la ley federal de protección.

De lograr un estatuto, perfil o como se llame, con una definición precisa serviría para alimentar el magro perfil que tiene la ley federal del trabajo en su capítulo de salarios mínimos profesionales para obtener  base legal para mejores ingresos; igual serviría para las leyes general de educación y de profesiones para establecer derechos y un marco deontológico compartido.

Más aún, una carta propiciaría la convergencia entre periodistas preocupados en nuestra integridad y la profesión para frentes amplios profesionalizantes y así debilitar ese otro mal que vulnerabiliza: la periodistofagia. Sigamos esas discusiones. Hay rutas.

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