]Efemérides y saldos[
Tengo que morir dentro de los muros de la cárcel, porque ya no tengo cuarenta y dos años, sino cuarenta y siete, mi querido camarada, y veintiún años es una sentencia de muerte para mí […] Nunca esperé triunfar en mi lucha, pero sentí que era mi deber persistir, consciente de que tarde o temprano la humanidad adoptaría el camino del intercambio de social basado en el amor […] Mi presente y mi futuro son negros, pero estoy seguro de que se abre un futuro brillante para la raza humana.
Ricardo Flores Magón
La ideología revolucionaria aparece como un elemento secundario que los líderes revolucionarios la usaban sólo cuando les convenía o como una presencia latente, cuyo poder no se manifestaba plenamente en los reclamos de las masas campesinas. La Revolución fue experiencia pura.
Claudio Lomnitz
ALEJANDRO GARCÍA
Éste es un libro volcánico y activo, su lava persigue al lector, lo asedia y acaso lo petrifica o lo incendia. El regreso del camarada Ricardo Flores Magón (México, 2016, Era, 718 pp.) de Claudio Lomnitz. Su primera labor es demoler la estatua de Ricardo Flores Magón y dejar circular al hombre. Ésta es una buena operación sobre el lector, cargado de prejuicios y melodramas en torno a los héroes nacionales. El principio parece titubeante o contradictorio desde el título (por algún lado habían que hacerlo atractivo para el comprador), también por el desfile de algunos personajes fundamentales para la historia que aquí se cuenta, para cómo se quiere contar y ver, y para el desarrollo de un movimiento que en muchos aspectos es hoy inaprehensible, al final uno se da cuenta que la estrategia ha funcionado.
En las estribaciones aparecen los solidarios: Ethel Duffy y John Kenneth Turner, autor de México bárbaro (1910), Elizabeth Darling Trowbridge, rica heredera, muy cercana a Ricardo, pero que se casará con un correligionario de éste. En ellos encontramos un apoyo, una pluma poderosa y una fuente de solidaridad y financiamiento. Son además críticos del capitalismo, creen en los derechos de las mujeres y cuestionan el papel de la propiedad privada. Por allí aparece también el legendario socialista Eugene Debs. Forman una extraña fraternidad en las entrañas del monstruo.
Junto a los solidarios están los perseguidos. Los hermanos Jesús, Ricardo y Enrique, hijos de un aliado de Porfirio Díaz quien se olvidó de ser recíproco en afectos y promociones. El padre no era desafecto a crear su propia leyenda, tampoco a inculcar el resentimiento contra un caudillo convertido en longevo dictador y trasmutado ciudadano afrancesado: de la Mixteca a Palacio Nacional y los Campos Elíseos. Esa metamorfosis provocó la persecución y la censura, de modo que de la resistencia en México los vástagos tuvieron que ir a Estados Unidos y mantener una variada resistencia al régimen. Eran parte de la generación del 92, alejada del poder y sin más aspiración que la vana espera.
No sólo es la confluencia de ideas la que provoca un campo de operaciones para los anarquistas mexicanos. Kenneth Turner publica su libro sobre México y denuncia que se vive un régimen de esclavitud similar al que padecieron en los Estados Unidos y señala los casos de la transplantación de los yaquis a Valle Nacional y a la península de Yucatán. Eso era pegarle a la dictadura en una zona muy sensible. No es casual que México bárbaro tuviera que esperar casi medio siglo para ser traducido en México (1955), como si sólo los mexicanos tuviéramos derecho a criticarnos y desnudarnos.
Conforme se acerca la fecha explosiva, 1910, conforme se sienten los efectos de los movimientos de 1906 y 1908 y el trabajo teórico-político y periodístico de los liberales, conforme entran y salen de la cárcel y tienen un equipo solidario de apologistas y de abogados, también se hacen presentes la figura y los objetivos de Francisco I. Madero, la coincidencia y las enormes diferencias, como bien las vio Ricardo Flores Magón. Madero buscaba democracia y espacio político y Flores Magón tendrá que entender que muchos liberales buscaban espacio político y profundas transformaciones en el sistema mexicano, de modo que cuando los conjuntos coincidieron, tuvieron que tomar determinaciones, sobre todo al quedarse un poco desfasados, pues no hicieron una actualización del programa del PLM a ese parteaguas, se durmieron un poco en sus laureles.
Ricardo se distancia de sus hermanos mayor y menor, Jesús y Enrique, de Antonio I. Villarreal, Juan y Manuel Sarabia y la lista es amplia. Antonio Díaz Soto y Gama se aproxima al zapatismo. Jesús es nombrado Secretario de Gobernación de Madero, pero no dura, renuncia. A la muerte de Madero, algunos de los liberales en activo o en plena retirada conservan cierto resentimiento contra el mártir y dudan unirse o retirarse del golpista. Jesús aún conserva su investidura de senador. Durante la lucha entre villistas y carrancistas el escenario ya es otro, el grado de desgaste de los liberales también, resisten sus peleas internas y Ricardo avisora una revolución mundial, se apoya en lo que considera contradicciones que deberán resolverse con la victoria del proletariado en México, con lo que acontece en Rusia y con el inminente estallido de la Primera Guerra Mundial. El encierro se prolonga y con la necesidad institucionalizadora de Obregón, quien barre a sus adversarios, en su necesidad de ser reconocido por los Estados Unidos, busca la libertad de los presos mexicanos en el vecino país. No disfrutará de ella Ricardo, lo sorprende la muerte, un infarto, el 21 de noviembre de 1922.
Los liberales llegan a tener no sólo proyecto de nación, de lo que carecen muchos de los líderes de la Revolución, sino que logran triunfar en Baja California, sólo que lo hacen con un coctel explosivo. Un triunvirato condenado al fracaso: los liberales que pueden combatir, los anarcos e izquierdistas norteamericanos y mercenarios. Para colmo, la cabeza está en prisión, no puede sino marcar directrices y la junta que decide los destinos del PLM no tiene poder de decisión real. El rumor y ciertos preparativos que hablan de una República de Baja California, aumentan los delitos de quienes ya están presos, el territorio poseído, Mexicali, Tijuana (el medio centenar de pobladores invadido por tahúres y putas, la república deportiva), las goteras de Ensenada, es rescatado por una combinación de ejército porfirista bajo la insignia del maderismo y la anuencia de los americanos.
Hay otro momento fascinante de la narración de Claudio Lomnitz. Se trata de esa fase en que Carranza y Villa pelean por el poder y los Estados Unidos parecen apoyar al Centauro del Norte. El general Nafarrete toma Laredo y desde allí apoya a los texanos de cercana filiación al magonismo, los llama revolucionarios. De pronto, Villa asalta Columbus, lo que torna imposible un apoyo mayor así sea implícito o no oficial. Entonces Carranza lo obtiene, pero eso provoca el reconocimiento de los Estados Unidos y la política del varón de Cuatro Ciénegas se invierte, ahora negará el apoyo a los rebeldes y los llamará bandidos. Se habla de una etapa verdaderamente sangrienta en la historia de Estados Unidos:
Esta situación explosiva dio pie a un levantamiento en Texas conocido como el Plan de San Diego (Texas), que provocó lo que quizás sea el ejemplo más brutal de persecución étnica en la historia de Estados Unidos después del exterminio de los indios estadounidenses. Varios miles de mexicanos fueron muertos a tiros, colgados o linchados, pero esta rebelión hizo que Carranza fuera reconocido.
Lomnitz encuentra una resistencia de Ricardo Flores Magón a la lucha armada. Sus habilidades eran la escritura y el pensamiento, la lucidez, el análisis y la creencia en la libertad asociada a la belleza. Cuando su gran amigo Práxedis G. Guerrero, rico guanajuatense que había renunciado a sus bienes para ir en busca de mejores cosas, decide internarse en territorio mexicano y atacar Janos, Ricardo se opone. Práxedis no volverá: aunque se obtiene un raquítico triunfo, se duda si muere a causa de una bala amiga, enemiga o simplemente sin bando.
El libro topa hueso cuando se exponen los pleitos entre los liberales. Ricardo llega a mencionar la homosexualidad como un factor de deslealtad a la causa. Rompe con Jesús y con Enrique. Descalifica a Villarreal y a los Sarabia. Con Enrique coincide en la cárcel, en sus últimos años y el hermano menor obtiene la libertad sin que haya un reencuentro pleno. A Sarabia lo ataca por su oportunismo al casarse con Elizabeth, lo considera como un cazafortunas, aunque el caudal de la solidaria dama haya mermado notablemente.
La distancia entre la conducta íntima y la política era el punto en el que los ataques se volvían más violentos. Villarreal y los primos Sarabia, a los que él había llamado pederastas, asesinos y traidores, ahora acusaban a Ricardo de ser un cobarde amargado.
El regreso del camarada Ricardo Flores Magón, el libro, evoca e implícitamente homenajea, espero que conscientemente, a John Womack: “Esta es la historia de una red revolucionaria trasnacional que colectivamente se pensó a sí misma como la servidora de un ideal”. Aquí no se trata de unos campesinos que no querían cambiar y para lograrlo hicieron una revolución. Se trata de hombres que querían cambiar y los mejores fueron radicales hasta la muerte.
Ricardo Flores Magón rechazó la posibilidad de perdón si tenía que declararse culpable. Continuaron los trámites legales. No le dio tiempo de salir vivo y volver a México. Su retorno fue triunfal, si vale la palabra. En Ciudad Juárez y Aguascalientes lo vieron pasar multitudes y en la capital hubo la orden de amainar el entusiasmo pues podía salir del control obregonista sobre los nuevos obreros y campesinos en los inicios de sus organizaciones.
Flores Magón regresa a la discusión en la historia de México, en la historia de Estados Unidos, en la historia de los chicanos, en la historia de las ideas y de los anarquistas, en la historia del periodismo y de las cárceles.
El regreso de Ricardo flores Magón es, a un nivel de calle como el mío, la caída de esa lava libertaria que está en la inconsciencia o en la necesidad o en la idea, en la mente de todos. Por eso el entusiasmo, el recuerdo, la tristeza por el presente, en la sonrisa por las victorias de las derrotas, en el rumiar de una vida mejor.