Opinión

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CUAUHTÉMOC JARA FLORES*

 

La mayor desgracia para la ciudadanía zacatecana es que un tribunal sea federal o local determine que los votos de la mayoría no cuentan y no valen para elegir a sus gobernantes. La anulación de la elección para presidente municipal de la capital manda un mensaje que va más allá del capricho déspota de Judith Guerrero.  

Aquella opción política que proponga una alternativa a la neoliberal, que ha promovido el PRI, no debe llegar al poder político en México, sea a nivel local o nacional. 

El régimen priísta-neoliberal se prepara para 2018 y recurrirá a todos los medios y recursos a su alcance para que no llegue una opción político-partidista capaz de enjuiciarlos y poner en peligro sus reformas estructurales, básicas para que el capital mundial termine de saquear a México y dictarnos por quién debemos votar, a qué hora debemos comer, si podemos acceder a la educación pública, a la salud, etcétera.

Votar por el PRI ha significado empeñar el futuro de nuestros hijos, porque el presente ya lo hemos perdido. En los últimos 40 años el país ha sido despojado sustentablemente. 

La anulación de esta elección en Zacatecas tiene alcances nacionales, no es sólo una elección más, no por el tamaño del electorado, no por la importancia económica de la capital zacatecana o su contribución a la riqueza nacional, sino porque podemos develar aquí que el priísmo-neoliberal evitará que la izquierda que le incomoda, que le preocupa, que lo cuestiona, llegue a ocupar la Presidencia de la República. No somos seres de cartón que pueden moldear a su manera, debemos ratificar la decisión que ya se tomó en las urnas.  

Se ha consumado un golpe a la ciudadanía zacatecana y a la credibilidad de aquellas instituciones que imparten justicia electoral. El voto ciudadano tiene menos valor que el excremento en una letrina.

Las instituciones que imparten justicia se alinean con una clase política que se llena los bolsillos vendiendo al país, a la nación, al capital mundial, una clase que lucra con la pobreza y la ignorancia de miles de ciudadanos y que sobre estos pilares se erigen como grandes y magnánimos hombres de empresa, dirigentes y que preparan algunos institutos de Monterrey. 

Como ciudadanos tenemos una gran responsabilidad, porque gracias a nosotros llegan al puesto y permanecen ahí, pero no hemos sido capaces de revocar su mandato o revocar sus decisiones ni las de instituciones judiciales-electorales que en complicidad nos imponen quien ha de gobernarnos. 

Nosotros mismos hemos construido muros frente a nuestros ojos para cegarnos y permitir que quien detenta el poder lucre con nuestras conciencias. Son estos muros los que debemos derribar para poder evitar que el rubio Nerón estadounidense nos encierre como si fuésemos bestias. 

El golpe a la ciudadanía zacatecana está dado, ahora evitemos que anestesien nuestra inteligencia y nos impongan a un déspota. No esperemos hasta que nos prohiban el acceso al cerro de La Bufa porque ya se ha privatizado. 

 

*Licenciado en Ciencia Política y alumno de Maestría en la UACS/UAZ

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