A CONTRAPELO
LUIS ROJAS CÁRDENAS
La perrada anda suelta. ¿No oyen ladrar los perros? El fanatismo exacerbado, la intolerancia desbocada y el odio convertido en exigencia se desataron en las redes sociales. Ladridos acechantes, aullidos amenazadores, hocicos que babean dando tarascadas de rencor, y embravecidas jaurías de tuits y likes saturaron la fibra óptica. La ojeriza con sus aguzados colmillos hizo trizas la libertad de pensar diferente, acometió en contra de la libre expresión hasta destazarla y convertirla en harapos. Los malquerientes de Nicolás Alvarado, que no son pocos, lanzaron el borrego y la manada de ataque se soltó llena de rabia. La estampida en las redes hambrienta de venganza y repleta de resentimientos, se sumó a los intereses de una burocracia universitaria purulenta, y juntos lograron consumar la infamia en contra de la libre manifestación de las ideas. Sólo el primer perro supo por qué ladraba.
En resumidas cuentas, a Nicolás Alvarado lo destituyeron de su cargo como director de TVUNAM porque no le gusta Juan Gabriel. Por más vueltas y justificaciones que se le quiera dar al asunto, la única razón de su despido es porque no le agrada la música del Juanga.
Aquel que se atreva a pensar diferente está condenado a padecer el linchamiento en las redes sociales. Solo algunas voces alcanzaron a balbucear con timidez la poca o nula afinidad que sienten por Juanga, pero de inmediato recularon debido a la inclemente crítica que no admite que los gustos de los demás sean diferentes de los propios: Ángeles Mastretta, a pocas horas de publicar un tuit, ante el alud de críticas tuvo que borrarlo, en su texto se refería al artículo de Nicolás Alvarado de la siguiente manera: "Nicolás escribió lo que me hubiera fascinado escribir a mí”. (1) Hugo García Michel comentó en su columna de Milenio: “… mi único problema con el llamado Divo de Juárez es que su música no me llega, no me alcanza, no me conmueve. Me atreví a decir esto en Facebook y me llovieron amonestaciones, anatemas y condenaciones eternas por semejante atrevimiento”. (2) En Yucatán la situación no fue diferente, la destitución de Irving Berlín Villafaña como director de Cultura del ayuntamiento de Mérida se debió a que en su cuenta de Facebook publicó un comentario en el que manifiesta que le da güeva hablar sobre la muerte de Juan Gabriel. (3) A Nicolás Alvarado le fue como le fue por poner la nota discordante en pleno luto nacional, en su columna de Milenio con un texto divertido, irreverente, provocador, cuyo único fallo es que tuvo el mal tino de publicarlo en un momento de dolor para los deudos del músico. De ahí en fuera, es un escrito disfrutable de principio a fin. El artículo “No me gusta Juanga (lo que le viene guango)” (4), trajo un poco de oxígeno apenas suficiente para respirar unos instantes en medio de la asfixia provocada por el tsunami juangabrielesco, ya que toda la población del país estaba condenada a pasar días enteros ahogándose en noticias, homenajes, recuento de su vida y obra y reproducción al hartazgo de sus canciones. En lo personal, no encuentro la forma de sacarme de la cabeza la música de Juanga. Quién sabe qué tienen esas canciones, pero a las multitudes admiradoras del ídolo no les cansa su infinita repetición. Incluso las páginas de los periódicos se saturaron de comentarios escritos por analistas políticos e intelectuales que encumbran la música del michoacano-juarense, como si opinar favorablemente de Juan Gabriel los hiciera respetables. Los que lo glorifican, dicen que esa música les trae recuerdos dolorosos de su juventud. En ese mismo tono van a acabar nostálgicos por el gobierno represivo del sesenta y ocho. Ya que andamos en eso de los recuerdos, al ver que la gran mayoría de los articulistas de los diarios encomian al ídolo popular, se extrañan aquellos años al final de la década de los ochenta cuando la discusión entre la intelectualidad mexicana surgía del temor de convertir el Palacio de Bellas Artes en palenque. A este ritmo, los highbrows en poco tiempo solicitarán la beatificación de Juanga para dignificar la cultura nacional. Solo les faltaría resolver un pequeño problema: el camino de la santificación del ídolo está empedrado por la homofobia de la iglesia.
La burocracia esclerótica que anhela mantener la totalidad del poder en la Universidad Nacional Autónoma de México no pudo aceptar que, durante el duelo nacional por el fallecimiento del michoacano-juarense, uno de sus funcionarios se atreviera a poner la nota discordante. ¿Qué querían estos burócratas totalitarios? ¿Que se colocara un listoncito negro fijo en las transmisiones de la televisora? Cuando se presentó el momento que tanto habían esperado, los burócratas aprovecharon el ánimo de repudio y se pasaron por el arco del triunfo el Código de Ética de la UNAM, que dice: “La libertad de pensamiento y de expresión son principios fundamentales protegidos y garantizados por la Universidad. Todos los miembros de la comunidad universitaria tienen el derecho de pensar libremente y de expresarse respetando los derechos de terceros (…)”, y establece que “El respeto es un principio fundamental para la convivencia universitaria que conlleva el imperativo de la tolerancia. Ello supone el reconocimiento de la diversidad, el respeto de las diferencias e impone la obligación de comprender el contexto de pluralidad en el que vivimos y la responsabilidad de aceptar la relatividad de las propias convicciones, prácticas e ideas”. (5) Finalmente, los interesados en echarlo fuera de la UNAM se limpiaron su burocrático trasero con la normatividad universitaria, decidieron hundirse en los pantanos excrementicios de la hipocresía y se envolvieron en la bandera de lo políticamente correcto para disfrazar sus mezquindades.
Desde su ingreso a la dirección de TVUNAM, Nicolás Alvarado sufrió el repudio de un grupo de poder al interior de la universidad. Hasta donde se sabe, la designación de su cargo se hizo sin violentar ninguna norma universitaria. Además, no se tiene conocimiento de que haya cometido alguna irregularidad en el desempeño de sus labores como funcionario universitario. Los únicos pecados que le encontró la Santa Inquisición que no lo quería como director de TVUNAM, fueron que no había realizado sus estudios en la UNAM y tenía manchado su expediente curricular por haberse desempeñado como empleado de Televisa. El rechazo de su designación fue obra de un grupo enquistado en la estructura burocrática anquilosada que se siente dueña del manejo de las plazas y cargos directivos para asignarlos por el sistema de compadrazgo, sin que se tomen en cuenta los méritos personales. A este paso, los burócratas universitarios en poco tiempo modificarán el lema de la llamada Máxima Casa de Estudios y en lugar de “Por mi raza hablará el espíritu”, abogarán porque en el escudo del águila bicéfala se plasme un lema con que se identifican más: “¡Arriba Juárez!”
Fueron casi 55,000 los que firmaron en Change.org la petición: “Queremos a Nicolás Alvarado fuera de TVUNAM”. (6) El argumento esgrimido por los solicitantes es que el entonces funcionario universitario representaba una amenaza para la UNAM, pues según esto: “…cada vez quedan menos espacios en la televisión pública al alcance de todos. Nicolás Alvarado viene del medio cultural comercial, y para ser más específicos de Televisa. Poco o nada sabe acerca de lo que significa llevar una televisión pública sin ánimo comercial. Se corre el riesgo de que la televisión de la universidad se enfoque más hacia un perfil privado y comercial. […] Pedimos en concreto que se destituya a Nicolás Alvarado como director de TVUNAM”. Esta solicitud de destitución incluye un vínculo dirigido hacia la página: Arístegui Noticias donde resume la afrenta cometida por Nicolás Alvarado. Como se observa a simple vista, la petición se monta sobre una falacia, porque Nicolás Alvarado se forjó en la televisión pública, particularmente se dio a conocer en uno de los mejores programas de la televisión cultural mexicana: La dichosa palabra. Sin duda, el argumento central de la petición es discriminatorio, pues niega el derecho de Nicolás Alvarado de trabajar en la UNAM, por su antecedente laboral en Televisa, como lo sugiere Ariel González Jiménez en su columna de Milenio. (7) Lo dicho, solo el primer perro sabe por qué ladra.
¿Cuántos de esos casi 55,000 firmantes son televidentes consuetudinarios o esporádicos de TVUNAM? ¿Acaso esta televisora tiene tan alto rating que su auditorio puede influir en las decisiones de la universidad? La realidad es triste, ni los universitarios ven TVUNAM. Por el contrario, ¿cuántos de los peticionarios son televidentes de las transmisiones comerciales de TV Azteca y Televisa? ¿Por qué, entonces, los golpes de pecho y la hipocresía? ¿Cuántos de solicitantes que dieron clic impunemente en el botón de firma leyeron el artículo de Nicolás Alvarado? Sin duda, esos firmantes fueron arrastrados como las turbamultas en los linchamientos. Las multitudes iracundas, sin levantarse sillón, decidieron transformar el mundo. Así se hace la revolución ahora: con el mínimo esfuerzo dando un toque en la pantalla del celular, tableta o computadora. Ahora sí pueden hacer que su voz se escuche, no importa que su voto solo sea una proyección de odios, miedos, rencores y frustraciones. Para estas mayorías tumultuarias, si alguien habla mal del bienamado Juan Gabriel es como les arrojaran un escupitajo en la cara. Para el ídolo no debe haber crítica, se le debe tratar como un dios, o al menos se le debe beatificar.
Los mariachis callaron y los miembros de la intelectualidad charra se apresuraron a exaltar las cualidades del compositor. En la revista electrónica de literatura Círculo de poesía, Yuri Vargas defendió a Juanga con un artículo de risa loca, donde exalta las virtudes musicales y poéticas de la obra del cantante. Defiende lo indefendible: la sintaxis de Juanga. Ni monseñor Monsiváis se atrevió a tanto en su momento. Por supuesto, que si al articulista de marras le parece poético aquello de: “que tus ojitos jamás se hubieran cerrado nunca y estar mirándolos”, muy su percepción, cada quien sus gustos. Pero lo más grotesco es el concienzudo análisis de la letra de “Amor eterno” que hace el articulista, en el que busca dar la impresión de un riguroso examen de la poesía, como si el objeto de análisis fuera Luis de Góngora y Argote o Francisco de Quevedo. (8) Con ánimo ampuloso trata de demostrar que los versos están bien escandidos, pero en su revisión se le olvida tomar en cuenta la sinalefa, solo así le salen las cuentas de esos falsos endecasílabos que componen la canción señalada. ¿Serventesios?, no mm… me vengan con cuentos chinos. ¿De dónde saca Yuri Vargas que es un verso de diez sílabas ese que dice: “para seguir amándonos”? Ni con el hemistiquio que alude le resultan las cuentas. Por otra parte, argumenta que: “estaré contigo” es un verso de cinco sílabas cuando claramente es de seis, nótese: 1 ES/ 2 TA / 3 RÉ / 4 CON / 5 TI / 6 GO, si hubiera contado las sílabas con los dedos habría podido observar que son seis, a menos de que le mueva el acento para restarle una sílaba y se cante: “estaré cóntigo”, entonces sí; también dice que la palabra “amándonos” forma un verso de cinco: 1 A / 2 MÁN / 3 DO / 4 NOS, es claro que por ser esdrújula forma un verso de tres, así que tampoco le sale el verso de cinco que esgrime. ¿Habrá alguien que le preste un ábaco a este detractor de Nicolás Alvarado? La lectura de su artículo inevitablemente me trajo el recuerdo de aquel coprófago que exalta las virtudes de sus alimentos, porque están adornados con una cereza y durante su elaboración adquirieron formas preciosistas de repostería, lo que alienta a la imaginación para degustarlas como un placer mayúsculo. En fin, me adhiero a aquel dicho popular: en gustos se rompen géneros y en los catres buenos...
De repente, la pureza y los afanes por mantenerse dentro de la gazmoñería de lo políticamente correcto se transforman en tontería, como observa en el artículo de Jorge Tirzo en la revista electrónica Gatopardo. (9) En su fascistoide crítica al escrito de Nicolás Alvarado, sin sonrojo asume una visión maniquea del periodismo y le preocupa que el artículo no se haya filtrado por algún mecanismo de censura, veamos las barbaridades que plantea: “De paso hay que reflexionar también sobre el papel de los editores contemporáneos ante los textos de los comunicadores más famosos… ¿El editor no detectó la posible polémica? ¿Acaso alguien leyó el texto antes de publicarlo? ¿El autor no recibió aunque sea una observación crítica sobre su columna? ¿Los editores sí lo leyeron y así decidieron ‘jugársela’?”, con estos torpes cuestionamientos propuestos con ingenuidad o estupidez (vayan ustedes a averiguarlo), ya para qué sigo hablando de este texto ramplón.
En la revista Proceso, (10) Jenaro Villamil presentó su crítica desde una perspectiva ridícula, pues considera que la postura de Nicolás Alvarado es una manifestación de envidia ¿Qué se necesita tener en la cabeza para llegar a una conclusión tan falta de inteligencia?, dice el columnista: “No me sorprendió su exhibición narcisista y su evidente envidia por el éxito de un artista como Juan Gabriel”. Tal vez, Nicolás Alvarado sea envidioso, eso lo han de saber mejor sus allegados, pero ¿envidia por el éxito de Juanga?, esta acusación es una vil patraña. Finalmente, Villamil azuzó a sus lectores en contra de Nicolás Alvarado: “…no será mala idea ir a bailarle con lentejuelas al señor Nicolás el Noa Noa (No a Alvarado) frente a sus oficinas en TV UNAM.” ¿Qué significa esta propuesta? ¿Incitó a sus lectores para que realicen una manifestación en la que se exija la destitución de Nicolás Alvarado?, ¿o hablaba solo por él?, de ser así: ¿cómo se vería Villamil bailando con lentejuelas frente a TVUNAM?, seguramente, como todo un revolucionario combativo. Lo dicho, solo el primer… etcétera, etcétera.
El papel más indignante en este sainete lo desempeñó una de las instituciones gubernamentales más inútiles e innecesarias que hay en nuestro país: el Conapred, pues con su afán protagónico se convirtió en lo que Raúl Trejo Delarbre denominó “guardián del pensamiento único”. (11) Los funcionarios del Conapred vieron reflectores y de inmediato trataron de aprovechar para aparecer en escena, y lanzaron un comunicado amonestando a Nicolás Alvarado para “que ofrezca una disculpa por el agravio que pudo haber ocasionado con sus manifestaciones y refrende su compromiso por realizar esfuerzos en su quehacer público para que se respeten los derechos de las personas de la diversidad sexual y de quienes se hayan podido sentir agraviadas; que refrende su compromiso para que en lo sucesivo, las publicaciones que realice en sus notas periodísticas se desarrollen en el marco del respeto a los derechos humanos de las personas, en particular de los grupos de población que históricamente se han encontrado en una situación de discriminación por estigmas y prejuicios socialmente construidos y que tome un curso de sensibilización sobre el derecho de las personas a la no discriminación con el compromiso de que en su quehacer público y privado observe su contenido”. (12) ¿Son de Tampendécuaro, Mich, estos cuates?, ¿de veras creen que con un cursito van a erradicar la discriminación?, su propuesta es de una desvergüenza demagógica vil. Con mucho acierto, Raúl Trejo Delarbre señala que el Conapred se ha “Erigido en policía del pensamiento, para asegurarse de que no haya más que un pensamiento que las mayorías en Twitter o los funcionarios en alguna oficina burocrática consideren políticamente correcto”.
¿Qué ha hecho el Conapred en contra de la campaña homofóbica promovida por la jerarquía eclesiástica a partir de que se presentó la iniciativa de ley para matrimonios igualitarios? La respuesta es contundente: NADA.
Por qué no se aprovecha la crisis económica que vive el país y el recorte del gasto público para de una buena vez disolver este aparato burocrático que no sirve absolutamente para nada. ¿Cuánto se ahorraría si se quita a toda la burocracia inútil que pagamos con nuestros impuestos?
La censura es inaceptable proveniente de cualquier persona o institución, no debemos olvidar que en 1983 el padrastro de Nicolás Alvarado: Miguel González Avelar favoreció la censura, en su papel de líder del senado aunado a otros funcionarios gubernamentales propició la prohibición de la puesta en escena de la obra “Martirio de Morelos”, de Vicente Leñero, dirigida por Luis de Tavira en el Teatro Juan Ruiz de Alarcón de la UNAM (otra vez la UNAM), pues al presidente Miguel de la Madrid Hurtado “le molestaría que en un foro universitario se lastimara la figura de su héroe”(13), pero esa es otra historia.
1. Nicolás Alvarado escribió lo que me hubiera fascinado escribir: Ángeles Mastretta. La Taquilla, con René Franco http://www.radioformula.com.mx/notas.asp?Idn=622460&idFC=2016
2. Gajes del orificio: “‘Juanga’ en el cielo de diamantes” http://www.milenio.com/firmas/hugo_garcia_michel_gajesdelorificio/Juan_Gabriel_se_encuentra_en_el_cielo_de_diamantes_y_su_musica_quedara_para_siempre_18_802299766.html
3. Según nota de La Jornada Maya en https://www.lajornadamaya.mx/2016-09-02/Cambios-de-gabinete
4. No me gusta Juanga (lo que le viene guango): http://www.milenio.com/firmas/nicolas_alvarado_fueraderegistro2/Soy_uno_de_los_poquisimos_mexicanos_que_no_asumen_a_Juan_Gabriel_como_un_idolo_18_802299773.html
5. Código de Ética de la Universidad Nacional Autónoma de México: http://www.ifc.unam.mx/pdf/codigo-etica-unam.pdf
7. Reeducándonos con “Juanga”, por Ariel González Jiménez http://www.milenio.com/firmas/ariel_gonzalez_jimenez/Reeducandonos-Juanga_18_804699542.html
8. Una respuesta a Nicolás Alvarado, por Yuri Vargas: http://circulodepoesia.com/2016/08/una-respuesta-a-nicolas-alvarado-por-yuri-vargas
9. Nicolás Alvarado y el (mal) periodismo que discrimina: http://www.gatopardo.com/opinion/jorge-tirzo/nicolas-alvarado-juan-gabriel
10. Nicolás Alvarado y el Noa Noa en TV UNAM, por Jenaro Villamil: http://www.proceso.com.mx/452966/nicolas-alvarado-noa-noa-en-tv-unam
11. Guardianes del pensamiento único, por Raúl Trejo Delarbre: http://www.nexos.com.mx/?p=29538
12. Declaración del CONAPRED, 2016 – 036. Conapred emite medidas precautorias a Nicolás Alvarado: https://sociedad.wordpress.com/2016/09/02/declaracion-del-conapred
13. Vicente Leñero, La ruta crítica de Martirio de Morelos, Ediciones Océano, 1ª ed., México 1985.