Opinión

IlustraciónJAVIER GONZÁLEZ SÁNCHEZ

 

El Día del Exceso de la Tierra es la fecha del año en la que la demanda de recursos naturales por parte de los seres humanos excede el presupuesto del planeta. Este día se celebra desde comienzos del siglo XXI. En 2016 los humanos hemos batido un record al acabar con los recursos naturales previstos el 8 de agosto. Ha sido el año en el que hemos agotado antes estos recursos en la historia.

En 2011 la población mundial alcanzó los 7.000 millones de persona. Cinco años después la cifra ha aumentado en 300 millones. Un estudio realizado por Naciones Unidas calcula que para 2050 la población se habrá multiplicado hasta alcanzar casi los 100.000 millones de habitantes.

“Las guerras, los fenómenos naturales e incluso las plagas, situaciones indeseables, son a veces las soluciones que se presentan para aminorar un problema al que hemos demostrado, siguiendo los censos estadísticos, que no podemos hacer frente. Necesitamos asesinos históricos o sublevación de la naturaleza para poder aminorar el número de habitantes de nuestro planeta”, afirma Santiago Martínez Torres. Este sociólogo defiende que la historia nos enseña que el problema de la superpoblación es algo que afecta al ser humano pero que no debemos depender de catástrofes para que los problemas se solucionen por sí solos. Martínez Torres aboga por campañas de natalidad responsables y argumenta que estas han existido siempre. El control de la natalidad era una prioridad para los egipcios. Crearon los primeros anticonceptivos y combinaban estás técnicas con un estricto control de la producción alimentaria.

En sólo 15 años las áreas urbanas crecerán un 185%, según el estudio realizado para la revista PLoS ONE. Los habitantes de América Latina y África serán los más afectados por este incremento de la población. El problema de la superpoblación no sólo afecta a la masificación de las zonas urbanas. El exceso de población supone que los recursos naturales se agotan cada vez a un ritmo más rápido. Este estudio calcula que el 20% de los hábitats naturales tendrán que ser sacrificados para satisfacer la necesidad de más ciudades. Este porcentaje equivale a 20 millones de kilómetros cuadrados que hoy son tierras vírgenes o semi vírgenes. Se trata de una extensión de tierra equivalente a Europa si incluimos la Rusia europea.

Necesitamos campañas de concienciación y control responsable de la natalidad. “Los hijos son una bendición” es un argumento muy extendido en zonas con una tasa de natalidad elevada. Pero no sólo se trata de traer niños al mundo, los padres y la sociedad en la que se mueven deben estar preparados para recibirlos. Las creencias de que la obligación de la mujer es traer hijos al mundo y que no es concebible una pareja que no quiera tener hijos están aún muy generalizados.

Este tipo de creencias no sólo afecta a países y zonas empobrecidas, Occidente también sufre el problema del exceso de población. Las parejas occidentales tienen un nivel económico más estable y su situación laboral hace que el número de hijos por pareja sea menor. Pero sigue sin existir conciencia de una paterno/maternidad responsables. En países emergentes como China, India o Brasil, la clase media no deja de crecer y esto supone un aumento preocupante de la población.

Esta concepción de la paternidad está basada, muchas veces, en creencias religiosas y en clichés sociales. La mayoría de las religiones monoteístas incluyen en sus preceptos la idea de que el deber del ser humano es “poblar el planeta”. “Dios trae los hijos al mundo, Él les encontrará un lugar”, “No tengo que pensar en el exceso de población. Dios creó el problema y Él lo solucionará”, son algunas de las declaraciones de miembros de comunidades judeo-cristianas que A.Weisman incluye en su libro La cuenta atrás. El planeta se encuentra cada vez más sobrecargado y puede que nuestros hijos no tengan tiempo de subsanar los errores que les dejamos en herencia.

Artículo del Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS)

 

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