CLAUDIA BRIHUEGA ORTIZ
Dos ciudadanos árabes fueron retenidos en secreto por la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos (CIA) durante trece años sin cargos ni juicio. El Informe sobre el Programa de Detención de la CIA, elaborado en 2014 por el comité del Senado estadounidense, describe como la CIA utiliza simulacros de ahogamiento, de ejecución y amenaza con violencia sexual a detenidos sometidos a desaparición forzada. Violaciones de derechos humanos y de los Convenios de Ginebra en nombre de la seguridad nacional.
Secuestran a personas sospechosas de estar vinculadas con el terrorismo. Sin verificación judicial se las entrega a las autoridades de sus países de origen, donde son sometidas a interrogatorios brutales, explica Dick Marty, miembro del Consejo de Europa y abogado especializado en derechos humanos. El objetivo es conseguir información mediante actos de tortura y obtener su colaboración con los servicios secretos y que actúen casi como agentes infiltrados, señala Marty.
Nadie responde ante la justicia por autorizar o cometer estos actos, declara Erika Guevara, directora del Programa Regional para América de Amnistía Internacional. La CIA ha destruido grabaciones de vídeo hechas durante los interrogatorios, las autoridades estadounidenses bloquean el acceso a la justicia a las personas que sufren abusos, se justifican por el secreto de Estado. Pero no actúan solas, cuentan con ayuda por todo el mundo para facilitar entregas, torturas y detenciones secretas de aquellas personas consideradas sospechosas. “No se trata de un detalle político, sino de una exigencia del derecho internacional”, afirma Guevara.
El centro de detención no se encontraba en Oriente Medio ni en Afganistán; por la comida, el clima, la distancia recorrida hasta llegar allí y la orientación de los aseos hacia la Meca, afirma Khaled al-Maqtari, retenido durante más de dos años en uno de los espacios secretos o lugares negros. Instalaciones diseñadas para garantizar la máxima seguridad, la desorientación, la dependencia y el estrés de los detenidos. Amnistía Internacional proporcionó información suficiente para creer que el centro de detención estaba situado en Europa. Un informe del Consejo de Europa, publicado en 2007, confirmaba la existencia de centros secretos en Polonia y Rumania con el consentimiento de la OTAN.
La motivación para torturar, detener en secreto e incomunicar a las personas no exime de culpa, es degradante e ilegal; son crímenes de guerra. La CIA ha reconocido los hechos y existen informes que lo corroboran. Sin embargo, según datos de Amnistía Internacional hasta la fecha de hoy ningún agente ha comparecido ante la justicia.
Artículo del Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS)