GABRIEL ARRESE LEZA
La primera vez, Antonio apostó 10 euros a un partido de fútbol con sus amigos por diversión. Después de varios años, llegó a perder más de 6.000 euros en un mismo día. Sin darse cuenta, confiado por la falsa creencia de que las apuestas son dinero rápido, entró en un mundo con difícil salida. Debido a las más de nueve horas diarias que dedicaba a estudiar los pronósticos, acabó por perder su trabajo, acumuló deudas y tuvo problemas con su familia. Al igual que Antonio, cada vez más jóvenes ponen su vida en juego.
Las apuestas online han crecido de manera exponencial, sobre todo entre el público joven. Sólo en España, el año pasado se cuadruplicó el dinero apostado hasta alcanzar los 8.500 millones. Una cifra que aumenta en 32 por ciento la del año pasado. Estas inversiones se han convertido ya en la segunda causa de ludopatía. Para el director técnico de la Federación Española de Jugadores de Azar Rehabilitados (FEJAR), Juan Lamas, es una situación imparable y deben ser las instituciones las que, mediante leyes más estrictas, ayuden a frenar esta problemática.
Este tipo de apuestas resultan más atractivas y a la vez más peligrosas para el público. Mientras que una persona tarda cinco años en desarrollar una adicción al juego presencial, sólo hace falta poco más de un año para desarrollarla en su versión online. También ha cambiado el perfil del jugador. Antes se situaba en hombres cercanos a los 30 años y con un historial de juego. Ahora abarca a jóvenes de entre 18 y 25 años, estudiantes o en paro y sin antecedentes de juego.
La publicidad es una de las posibles causas de este imparable crecimiento. Deportistas famosos publicitan casas de apuestas tanto en la televisión como en las redes sociales. Así, los jóvenes ven este mundo de una manera más cercana y confiada. Otro de los posibles motivos es que las apuestas, en su mayoría, se vinculan al deporte. Por lo que la base de ésta actividad lúdica está fundamentada en un ejercicio bien visto por la sociedad. Además, las apuestas se pueden realizar a través de un ordenador o un móvil. Esta mayor accesibilidad tecnológica facilita la entrada al mundo de las apuestas al público más joven. La inmediatez de las ganancias y los resultados y el amplio espectro de apuestas favorecen una adicción más rápida.
Los jóvenes lo conciben como una manera rápida y fácil de ganar dinero. Las casas de apuestas suelen publicitar bonos de bienvenida para incrementar el número de jugadores. Si uno ingresa 100 euros, la casa de apuesta le regala otros cien por ser nuevo cliente. Sin embargo, todo tiene su letra pequeña y estos estas promociones están restringidas a volver a apostar esa misma cantidad que la casa le ha facilitado.
Apostar es una manera de enfrentarse a los miedos. Al principio se comienza con poco dinero. De manera paulatina se obtienen ganancias, lo que ayuda a crear la sensación de que se puede obtener más beneficio. Así, los jugadores se autoconvencen de que pueden sacarse un sobresueldo sólo con pulsar con un clic a un partido. Las ganancias aumentan. Sin embargo, siempre llega un día en el que se pierde. Ese día se achaca la pérdida a factores externos al jugador como la mala suerte. Para recuperar el dinero perdido se reinvierte el doble y es entonces cuando comienza a afianzarse la adicción. Una práctica peligrosa en la que puede caer cualquier persona y que puede llegar a destruirle la vida.
Artículo del Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS)