Opinión

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Martha Elba Torres

SemMéxico

Leía el miércoles la amenaza del presidente estadunidense Donald Trump de retirar acreditaciones de cobertura en la Casa Blanca a los medios que considera informan negativamente sobre su administración. “Las noticias falsas están trabajando horas extras” para dañar su imagen, dijo.

Y no pude sustraerme de la carnicería con Ricardo Alemán por el ya famoso tuit que le costó sus chambas en Televisa, Canal 11 y ahora Milenio. Ameritó horas y horas de análisis y comentarios a favor y en contra esta semana que termina, para destazar no tanto el contenido, sino al líder de opinión con una muy clara postura política desde hace 12 años. Los mismos que tiene el Peje en campaña.

No me gustan muchísimas cosas que escribe Ricardo Alemán, pero como periodistas y comunicadores los primeros que debemos defender esa máxima de Voltaire, somos nosotros: “no estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo”. Pero resultó que los más críticos, del crítico, fuimos los críticos por antonomasia. No puedo no entender un periodismo crítico. 

Federico Arreola le dijo pendejo. Pues sí. Es su derecho ser pendejo. Que incitó al asesinato; que hizo apología de la violencia. ¡Que lo metan a la cárcel! para que de una vez deje de chingar a quien será –dicen sus fans- Presidente de este país.

Cuanta intolerancia. Este país partido en dos: los buenos y los malos; los pobres y los ricos, la lucha de clases versión 2018. Proletarios de México, uníos contra el explotador capitalista y los corruptos. El pueblo al poder. Derrumbar todo y comenzar de nuevo bajo la guía inmaculada del nuevo mesías. Que chido.

Lo que si me queda bien clarísimo con este episodio de Ricardo Alemán, es el pinche miedo de los corporativos de medios ante el potencial triunfo del populismo. 

Han de tener muy presente lo que sucedió en 2009 con Hugo Chávez. La Comisión Nacional de Telecomunicaciones de Venezuela revocó los permisos de transmisión a cerca de 300 emisoras de radio y televisión por difundir propaganda de organizaciones opositoras al régimen.

Para 2010 ya había cerrado Radio Caracas Televisión, y otros cuatro canales internacionales –Ritmo Son, Momentum, América TV Network y TV Chile-. Para 2017, ya con Nicolás Maduro, a otros 49 medios de comunicación los obligó a bajar cortinas.

Y para que luego no me acusen de sembrar miedo, nada más un dato más. El 31 de julio de 2017 –chéquense la fecha-, luego de la elección de su Asamblea Nacional Constituyente –la anterior la disolvió-, Maduro anunció medidas drásticas contra todo lo que oliera a oposición, particularmente contra la “burguesía parasitaria” –las mafias del poder-, se hizo de la Fiscalía de Justicia –el santo inquisidor- e inició una nueva cacería de los pocos medios privados que sobrevivían y daban cobertura a los opositores. "Estamos en combate comunicacional otra vez contra las mentiras de las televisoras, ¡alerta!", dijo en su canal de TV oficial.
¡Les hablan!, diría Ricardo Alemán…
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Y qué cambiazo con la llegada de René “el Negro” Juárez Cisneros al PRI. Una semana bastó para notar la radical transformación, no solo del partido, sino del candidato presidencial, José Antonio Meade. No se si cambiaron de publicista, pero si por lo menos de estrategia. Reitero: no se si les alcance el tiempo para posicionar esta nueva imagen, pero por lo menos lucharán “hasta la muerte”. No lo entiendan literal, ¡por favor! porque ya estaban diciendo que la expresión de #YoMero incitaba a sacar las armas.

Pero a lo que voy, es a esta nueva línea discursiva, justa por cierto, de reivindicar la dignidad militante.

No solo del PRI sino de todos los partidos, sea PAN, PRD, Verde y hasta PES, PT y Morena. Son inmensamente los más, que militan en partidos, que viven de su trabajo y esfuerzo, que están contra la corrupción y los corruptos y los escupen. En otras palabras, no todos son los Duarte, Yarrington, Padrés, Napoleón, Elba Esther, Bejarano, etc.

Abajo, vemos cómo visten con orgullo sus colores, ondean sus banderines y se desgañitan arengando para sus partidos y candidatos; medios los tachan de acarreados y de hambreados porque reciben una torta, el refresco y los pesos para el regreso. Se regodean de subir a las redes videos, igual del PRI o de Morena, de esta ¿práctica electoral denigrante? ¿Desde el punto de vista de quién? ¿De su impoluta rectitud cuando andan lloriqueando por un convenio de publicidad?

Me cae que lo que más me revienta son las dobles caras. Pero regreso a lo mismo: la intolerancia que en estos procesos electorales ha dominado por mucho sobre la sensatez. Entendamos que en la lucha por el poder juega todo lo perverso, pero como dijo “el Negro” Juárez, no amanezcamos el 2 de julio despedazados…
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La comidilla

A propósito de intolerancia, la del presidente municipal de Morelia, Alfonso Martínez Alcázar, que la lleva a los extremos de amenazar a vecinos de la colonia Chapultepec Norte de promover denuncias penales por daño al honor y la imagen. Todo porque el hermano de su esposa Pao Delgadillo, construye un super mega bar, en una de las avenidas más bellas de esa zona y con escuelas.

Por la presión social, le han sido canceladas licencias a la obra, pero la presión de la familia política es mayor y en plena campaña de reelección, prefiere bronquearse con los votantes, quienes ya están advertidos que dejan de protestar o procederá legalmente por daños a la moral y falsos testimonios…

Y de esa amnesia nicolaita incomprensible. Anteayer, la Universidad Michoacana tomó las calles del Centro Histórico para frenar la obligatoriedad de que aporten a sus fondos de pensiones y retiro, pero les pasó de noche que en Palacio Municipal, el cabildo encabezado por Martínez Alcázar, aprobara la presea “Generalísimo Morelos” post mortem, al ex gobernador Agustín Arriaga Rivera. Sí, el mismo que metió tropas del Ejército al Colegio de San Nicolás de Hidalgo en la revuelta estudiantil de 1966 y donde resultó un alumno muerto por bala y muchos heridos.

Pero así son los nicos de ahora. Nada más para su santo…

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